| Me bordas una intriga en el alma, Juegas el papel de noble caballero
 Que tus damiselas demandan
 Y no soy más que un accidente
 en las orillas de tu cama,
 Soy una simple ensoñación
 Que proyectaste en los recovecos de tu almohada.
 
 Me has hallado confundida
 En tu sendero de rosas marchitas y nocturnos desvelos;
 Me has regalado
 Un morral con estrellas fugitivas que has tomado del cielo,
 Y me has nombrado TU princesa,
 TU gatita arisca,
 TU profesora de las letras.
 
 Haz mandado a volar mi tristeza
 Para traer a mi encuentro
 Un puñado de sonrisas,
 Que deforman el melancólico dolor
 Que no cicatriza.
 
 ¡Ay Caballero, me tienes loca!,
 Los silencios de tu boca me disgustan
 Porque precipitarán la aparición del miedo en las sombras
 Y Afilaré mis uñas cuando me sea incierta
 La extraña anatomía que te conforma.
 
 Los secretos que te guardas
 Abren entre nosotros una distancia
 Y dejan mi desnudez solitaria
 A pesar de haberme prometido
 que te desnudarías conmigo,
 Otras princesas te lo han pedido;
 A pesar de la dulzura castigada,
 ¡De esa hermosa dulzura que ocultaré
 Para que nadie se la lleve de mi alma!
 
 No hay misterios
 Para quién comprende el verdadero significado de la vida
 A través del  sufrimiento,
 Y no habrá invierno que soporte tu cuerpo
 Si te quedas sin minina morena
 Para darle calor a tu cuello.
 
 No hagas un calvario
 De la ternura que habita en mi corazón,
 Cualquier viento podrá llevársela lejos de la Sabana
 Y habrá que agonizar bajo un implacable sol.
 
 ¡No me provoques, Grandullón!,
 Que la sensibilidad que cargo
 Es ¡tan! peligrosa
 Como la precaria inestabilidad de este amor.
 
 Los secretos,
 Los tuyos, los míos,
 Dejan suciedad  y miel
 En la prolongación de cada verso;
 Hacen de esta lluvia un  fuego intenso
 Que culminará en la escasa promesa que otorga un beso.
 
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