Las letras se dibujan lentamente, con cuidado, mientras se admira su belleza; luego, en palabras se convierten un tiempo después de adquirir su sonido y, luego, significado obtienen.

Un tiempo después, unas a otras, las palabras se conocen. Algunas simplemente no tienen química entre sí. Sin embargo, otras se enamoran y en verso se transforman sin si quiera notarlo; su musicalidad las delata. Estos sentimientos transmiten; a veces lloran, pero en otros momentos ríen.

Dulces versos logran hacer volar, respirar en el espacio y hacerte viajar en el tiempo. Estos versares, a veces, se mana tanto que se multiplican y en párrafos se convierten. Suelen ser tan puros que hasta al mismo escritor logran hipnotizar con cada letra ya dibujó en un principio.