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La historia del emperador chino Zhong Kang
Han pasado tantos años de los sucesos que vamos a relatar, que es imposible saber si se trata verdaderamente de historia o si por el contrario es una leyenda como las muchas que hay, aunque, sea como sea, creo merece la pena recordar, por lo singular, los hechos acaecidos durante el reinado del emperador Zhong Kang.
Zhong Kang no fue ni mucho menos una leyenda, fue un emperador chino que gobernó, durante unos trece años, una gran extensión de la China primitiva, allá por los siglos XX o XIX a.C.
Pertenecía a la dinastía Xia que llevaba en el poder al menos desde el siglo XXI a.C y que continuó reinando hasta aproximadamente el XVI a.C. Hablamos de una poderosa estirpe real establecida en la ciudad Yanshi que fue la primera en imponer su poder en toda China, sometiendo a un montón de tribus y belicosos grupos.
Zhong Kang, cuarto emperador de su dinastía, había llegado al poder sustituyendo al anterior, Tai Kang, que tuvo la mala fortuna de tener un pequeño accidente al volver de una cacería y morir después de ser apuñalado veintitrés veces por… , ni se supo entonces, ni podemos saberlo ahora. Aunque la verdad es que nadie se extraño mucho, era la forma normal en que pasaba el poder de unos a otros en aquella sociedad violenta y primitiva. Y por supuesto, a nadie se le ocurrió preguntar al nuevo soberano, a Zhong Kang, si sabía algo del asunto.
Y así, comenzó nuestro hombre su reinado, poseyendo un inmenso poder sobre vidas y hacienda, con la enorme tarea de conseguir estabilidad en tan vasto territorio, con la gran dificultad de proteger las inestables fronteras y, con todos los miedos del mundo de que él no tuviera otro tonto accidente como su antecesor.
Pero Zhong Kang, quizá porque era un hombre sensible que se quería así mismo más de lo normal o sencillamente por puro miedo, desde el principio, estuvo obsesionado con que si no andaba listo, le podía pasar en cualquier momento, lo que sabía era lo normal en esa época. Así que, casi desde el principio, se desentendió prácticamente de todas las tareas propias de su rango, olvidándose de tratar de defender los confines de su imperio, de encontrar soluciones para las inundaciones anuales del rio Amarillo (que entonces eran terribles), o de expandir sus dominios. No quería preocuparse de nada; excepto de lo único que le obsesionaba, su seguridad.
Y así, cavilando, enseguida llego a la conclusión de que el peligro de un ataque a su augusta persona, lo más fácil es que le viniera a través de alguno de sus generales, eran hombres aguerridos, sin temor a nada y con seguras ambiciones de poder.
Solución: Eliminarlos.
Y de inmediato actuó; preparo una reunión con los catorce jefes de sus tropas y les corto el cuello, bueno, él no, un colaborador entusiasta y bien pagado.
Una vez descabezado, (nunca mejor dicho), su ejército, pensó que lo mejor era sustituir a los generales por soldados de tropa, soldados sin graduación; pensando que como verían colmadas sus ambiciones, llegando a donde nunca habían soñado llegar, no tratarían de seguir elevándose en el escalafón, y así se sentiría seguro.
Y si, le funcionó pero solo unos meses, pues no había tenido en cuenta que los humanos siempre quieran más y más, (está en su naturaleza), así que enseguida volvió a sentirse asustado ante el peligro de ser atacado por alguno de ellos.
Solución: Nueva eliminación.
Y así, varias veces más, en cuanto creía que los nuevos ascendidos generales le miraban con codicia, les daba “matarile” y ponía a otros. Llevaba por entonces cinco años de reinado y había sustituido a la cúpula del ejército cuatro o cinco veces, llegando finalmente a una situación insolita, pues cuando trataba de promocionar a alguno de los soldados, se encontraba con una tajante negativa y preferían ser castigados con dureza antes que ser elevados de grado.
Estaba en una encrucijada y solo se le ocurrió, para salir de ella, mandar a todo su ejército a muchos cientos de kilómetros de la capital para alejar así el potencial peligro, era una decisión absurda, pues se quedo sin protección la capital y su castillo, ahora era muy vulnerable a cualquier posible revuelta, pero, aun así, lo prefirió, pensando que había alejado el peligro de su real persona.
Y fue entonces cuando cayó en la cuenta que aunque el peligro ya no le viniera de sus generales quizá podían estar acechándole sus ministros, sus colaboradores más cercanos o sus consejeros, todos muy próximos a él y por tanto con gran facilidad de matarle si se lo proponían.
Solución: Darles pasaporte para el otro mundo.
Así que se quedo sin consejeros, sin corte y sin un ejército próximo que le protegiera; no tenía a nadie con quien comentar los problemas del impero (que a esta alturas, a los ocho años de reinado, estaba hecho una pena, rebeliones en las fronteras, insubordinaciones en algunas regiones, en fin, problemas de toda índole), pero, lo más importante para él, se sentía seguro, no quedaba nadie cercano que pudiera atentar contra su vida.
Pero al poco tiempo se dio cuenta de que no estaba en lo cierto, seguía conviviendo con su madre, sus dos hermanos, sus treinta esposas y sus cientos de hijos. ¿Si alguno decidía matarle?, pensó que le sería muy fácil, y se sintió de nuevo perdido.
Solución: Pasarlos a cuchillo.
Y si, aunque fue una verdadera orgia de sangre, al fin empezó a poder dormir tranquilo, se había reservado una parte de uno de los castillos y vivía allí solo, sin contacto con nadie. Bebía solo agua, comía solo frutas y el pan que el mismo se preparaba para no ser envenenado; y claro, lógicamente se sentía solo y aislado del mundo, pero vivía, y eso era, con mucho, lo más importante.
Pero para su desgracia, no habían acabado todos sus problemas ni todos sus miedos; de un día para otro, empezó a tener pesadillas todas las noches, soñaba que él se acechaba a él mismo con la intención de asesinarle para arrebatarle el poder y sustituirse por si mismo, y así noche tras noche, con sueños cada vez más incontrolables y más reales; cayendo, al fin, en una paranoia imparable de la que no conseguía salir. Durante el día estaba más tranquilo pero al llegar la noche estaba convencido que se autoasesinaria para sustituirse por él.
Se encerraba en el dormitorio y guardaba la llave en su propia boca, para que él no la encontrara, dejando fuera de la habitación todas las armas, para que él no tuviera ninguna posibilidad de asesinarle.
Hasta que un día; habían pasado ya trece años desde que subió al poder, los criados, que aún quedaban en el palacio, se extrañaron al ver que llevaban más de quince días en que ni le oían ni le veían en las ventanas y, no sin cierto temor, forzaron la puerta de acceso a sus habitaciones, encontrándole tumbado en la cama, muerto, se había apuñalado el mismo en la espalda con el precioso machete de mango nacarado orlado con piedras preciosas que siempre llevaba en el cinto. Zhong Kang había conseguido asesinar a Zhong Kang para así sustituirle en el poder.
Aunque claro no fue así, ocupó el trono Zhu Kang, un primo lejano, que se había librado de la matanza familiar por esta viviendo lejos de la familia.
Y, ¿qué cómo consiguió darse una puñalada en mitad de la espalda?
Pues, no sé, pero ya he dicho al principio, que a lo mejor era una leyenda.
Fernando Mateo
Octubre 2016.

Texto agregado el 15-10-2016, y leído por 145 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
17-10-2016 ¡Maravilloso relato! ¡Qué placer leerlo! Seguiré leyéndote. Marthalicia
16-10-2016 Para mí que tú no nos has dicho toda la verdad. Se rumora que te visita un extraterrestre que te lleva de paseo por el tiempo y el espacio y te permite ser testigo fidedigno y cercano de lo que sucede. ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Gratis? ¿Trump va a tirar la bomba atómica sobre Korea del Norte cuando gane? Me da cosa. -ZEPOL
15-10-2016 Después os leo. elvengador
15-10-2016 Lo interesante de este texto y del autor es que además de relatarnos una hermosa historia nos enseña historia. ¡ Qué excelente combinación !. Felicitaciones. 5* dfabro
15-10-2016 Fernando, para mí, que también estuviste en China. Sos omnipresente! jijiii... MujerDiosa
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