Apretaba los ojos con fuerza y aparecían en su mente manchas azules y rojas que flotaban en la oscuridad de su conciencia abandonada por su memoria. Esa era su distracción durante los últimos años. Galopar manchas de colores con los ojos bien cerrados.
La enfermera tenía claras instrucciones de estar sumamente pendiente de cualquier actividad del paciente. Era un viejo de unos ochenta años que padecía de mal de Alzheimer y llevaba ya diez, viviendo en el hospital geriátrico. Los costos de sus cuidados eran sufragados por sus contactos del FACEBOOK. Quienes desde el año 2020 financian su esporádica vuelta al teclado de la computadora, después de haber sido descubierto un antídoto temporal para la enfermedad. Se trataba de un dispositivo USB que se enchufaba detrás de la oreja, que le permitía al paciente recuperar toda la conectividad de la memoria prisionera en su cerebro.
Apenas era estimulado eléctricamente su cerebro, recuperaba toda la memoria hasta el momento de escribir y publicar su último cuento. Se había convertido en patrimonio de sus contactos en las redes sociales.