| DIALOGOS DE D.QUIJOTE Y SANCHO
 
 -¿Dónde decís  mi Sr Hidalgo que vive el ingenio?
 -En la testuz  de los flacos… y de los gordos.
 -Y ¿no es más sabio añadir que es en la panza y la saca vacía?
 -Lo es más, sin duda… y en las menos ganas que trabajar tienen ambos, el flaco y el gordo, pues  bien sabido es, que al ingenio nada le azuza más que  la flaqueza de la bolsa… y la de las piernas y brazos para el trabajo y, atento buen Sancho, no ignores, que los listos trabajan más para trabajar menos.
 
 -Y, ¿como de una palabra sale un verso y de un manchón un cuadro?
 
 -Del ingenio de las mentes y del trabajo diario, pues hay quien de brazo trabaja y hay quien de mollera… que a la larga todo cansa y ambos dos desesperan.
 
 -¿Para ser claro no hace falta saber de letras?
 
 -Ni para ser tonto carecerlas, que hay quien dándose bote, nada dice, y quien en pensarlas acierta.
 Dios nos libre de los fatuos y de sus discursos, que a necios seducen y a sabios silencian, pues hombre sabio y prudente es quien a fatuos y tontos ignora, no vaya a ser que  su idiotez contagie, pues  su incapacidad, lleva aparejada su insolencia y nada ni nadie se les pone por delante… Líbrenos Dios de los fantasmas que de los tontos ni Él mismo puede,  ¡abundan más que los mosquitos!
 
 - Qué razón tenéis D. Quijote, ¿y vos que preferís: el verso o la espada?
 
 -¡Ayyyy  buen Sancho! una sin otra nada valen, el verso se pisa con malas sañas…  y es entonces cuando habla la espada, que aunque difícil no es imposible llevar ambas en el alma, y es el hombre que por tal se cree, el que sabe en qué momento sacarlas…
 
 -Y ¿cual es ese momento ilustre Hidalgo?, dígame vuestra merced
 
 -Cuando un inocente de cuerpo o alma peligra, o…. una dama.
 
 -Y ¿cuando una mujer es dama?, ¿Cuando lleva mil refajos y sayas de seda y lana?
 
 -No te dejes engañar por afeites, lisonjas y vainas,  la mujer que dama es, no se engaña y a nadie daña.  Se sabe valer de arte de prudencia y maña, no careciendo de amor y ternura, y es sabia.   Sabe librar con el mundo más de diez mil  batallas, y sin embargo salir de todas airosa y sana, buena con los inocentes y con los malos… canalla.
 En eso mi buen Sancho en nada al caballero extraña, que hombres y mujeres son, por más que algunos extraña, trozos de la misma piel y almas gemelas de alma, y el que para una vale para el otro también se apaña, y juntos, ¡ayyyyy juntos un caballero y una dama! el cielo se estremece ante magnitud  tamaña, no en balde los hizo Dios y con ellos se explaya…
 
 - No si acierto debe tener vuestra merced, ya callao  me tengo ante semejantes razones… soy de pueblo y sin lecturas, apenas a pensar alcanzo, pero he de decirle a Vuecencia, que de usted en nada me espanto, es tanta su sabiduría y tanta su sensatez que no distingo entre tanto y buen saber.
 
 - Buen Sancho, tu mollera, navega tan bien como la mía, no son los libros lo que distingue a los hombres sino sus haceres…
 
 -Es ud muy sabio D. quijote
 
 -Y vos  muy listo Sancho
 
 -Vemos con iguales ojos y  el mismo mundo, y ¿que habrá en la mollera que son tan distintos…?
 
 - Sin duda el corazón que trasforma el pan en Dios, El agua en agujas de luz y la hierba en cama o alfombra de dioses.
 
 Y ¿eso como puede ser?
 
 - ¡Ayyyy  buen  Sancho!... las tripas mandan mucho, pero las ideas  van más lejos.  Aquel que controla sus tripas y empuja a sus ideas, es capaz de volar…
 
 -¡No amueles!, ¿volar como un pájaro? Será porque la flaqueza hace que se lo lleve el viento.
 
 - Ay Sancho, no tienes remedio, sobrevivirás a los siglos.
 
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