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Animaladas

Algo andaba mal en el zoológico. El comportamiento de los animales alojados no eran del todo habituales.
Se los podía percibir en sus miradas. Tal es así que tomé a Camila con todas mis fuerzas temiendo lo peor. La rebelión se respiraba en el ambiente. Algo molesta mi nieta trataba de zafar de mis garras.

-¿qué te pasa Abu?

Mi ignorancia sobre la fauna expuesta al escarnio público que representaba el lugar, me llevó a creer que tras las rejas, las fieras alojadas ansiaban su libertad. Con desprejuiciado método, intenté humanizar a las bestias imaginando la sublevación.

Un conato inminente que pondría en riesgo nuestra propia existencia. Un prematuro juicio me proporcionaba la mirada extraña del elefante. Lo imaginaba como el líder de la asonada que al estruendo de su barritado grito, arengaría al resto de los revolucionarios a la anhelada independencia.

Nos alejamos del paquidermo sin siquiera darle la espalda, mientras de mi mano flameaba la ahora asustada Camila.
Pensé en recalar al hábitat destinado a las jirafas habida cuenta de su imposibilidad de emitir sonidos, La propia naturaleza se encargó de privarlas de cuerdas vocales.

Una nutrida e ingenua concurrencia disfrutaba del momento, intenté disuadirlos aunque me fue imposible. No contaba con sólidos argumentos como para exponerlos sin caer en el ridículo.

El rugido del león me heló la sangre, cuando ya nos
dirigíamos a la salida del parque.

Comenzaron a llegar efectivos policiales de la guardia de infantería acompañados por los cuidadores del establecimiento.

Los osos, en posición erguida, se abalanzaron sobre las rejas y de un salto invadieron los corredores del zoológico.
A partir de ese momento el protagonista fue el caos, todo el mundo corría en diversas direcciones, confundiendo los gritos de la gente con los de los animales.

Un grácil y veloz avance del hipopótamo aturdía las mentes de los espectadores, mientras desde lo alto de los arboles los monos arrojaban piedras.

Con mi nieta ya en brazos, alcance a ver a un grupo de pingüinos que cuchicheaban y avanzaban torpemente en nuestra dirección.

Sobre la avenida, un tránsito atorado por los impensados invitados, formaron una barricada en provocadora actitud, que apenas podía atenuar los gases lacrimógenos que llovían por doquier. Llegaban refuerzos para los dos bandos. Los carros de asalto daban el apoyo a los uniformados, mientras de la otra facción se incorporaban tigres y leopardos.

¿Cómo supe de la inminencia de la tragedia?

Cuando la represión llegaba a su punto máximo y ante la superioridad numérica y de recursos de los humanos, los chistidos oportunos de las lechuzas calmaron a las fieras que en procesión retomaron sus habituales espacios.

-Abu, ¿por qué estaban tan enojados los animales?

-No se Camila, pregúntale a tu mamá-Atiné a balbucear

Un ingenua pegunta que no merecía tan estúpida respuesta.

OTREBLA

Texto agregado el 23-04-2017, y leído por 157 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-04-2017 Excelente por donde lo veas. Felicitaciones. -ZEPOL
23-04-2017 Sí, cuando la libertad es necesaria, la rebelión no se hace esperar. Todo un mensaje para la especie animal en su totalidad. Buen mensaje, genial tu escrito. Un full abrazo. SOFIAMA
23-04-2017 Muy bueno tu relato del zoologico y la personalidad y psiquis de los animales. Estos malditos zoologicos son solo centros de tortura y ya no deben existir en una sociedad civilizada. 5¨* por tu excelente cuento. saludos hippie80
 
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