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No eran el mejor momento de Juan, quien hasta entonces había tenido una tranquila y feliz vida. Había perdido a su primer ser querido días antes, su abuelo paterno, su compañero, su segundo padre, quien tantas enseñanzas le había dado y quien tantos caprichos le había cumplido.
Fuera de casa, viviendo solo en la gran ciudad, estudiando en la universidad; una noche de soledad, recostado sobre su cama esperando dormirse, Juan recordaba nostálgico y sollozo a su abuelo Dionisio, hablaba con el deseando que este donde este lo pueda escuchar, para decirle lo tanto que lo quería.
Finalmente Juan se duerme, sobre un costado de la cama el colchón junto con las sabanas se hunden levemente, la figura de una persona aparece en el lugar. Juan vuelve a despertar, se asusta en un principio y se queda mirando.
- ¿Abuelo? ¿Abuelo sos vos? – Grito Juan con cierto temor y desesperación
- ¿Solo pasaron unos días y ya no me reconoces?
- Pero no puede ser, vos estas…. - La pregunta fue interrumpida por un gran y largo abrazo
- Si lo se, pero vine a verte, no puedo soportar verte así
- No puedo mas, te extraño demasiado.
- La vida es así Juan, debemos asimilar que nada es para siempre, todo tiene un final, tal vez soy tu primera perdida, por eso estas tan triste y confundido, no puedes entender que alguien a quien querías tanto se allá ido, pero debes saber que eres una persona afortunada.
- Si seguro que si – respondió irónicamente Juan
- Si, claro que si, yo ya estaba grande, viví mi vida, fui feliz, hice lo que tenia que hacer, cumplí mi misión, ya era hora de que partiera, en cambio hay personas que no logran cumplir su miso, que se van muy pronto, niños que pierden a sus padres, que quedan solos, personas jóvenes que sufren terribles enfermedades, nada de eso te paso a vos.
- No pero… - Juan se queda pensando.
-¿Pero?
- ¿y cual era tu misión?
-No sabría responderte esa pregunta, solo dios lo sabe, solo dios sabe cuando empieza y cuando termina nuestra misión, aunque yo creo que haber podido formar la maravillosa familia que tuve, que tengo aunque ahora sigan sin mí.
- ¿Cual crees que sea la mía?
-No lo se, todavía sos demasiado joven, recién te estas preparando para los verdaderos desafíos de la vida, lo que si se es que la cumplirás.
-Claro, bueno, deséame suerte.- Juan se queda pensativo y pregunta
-¿Como es?
-¿Cómo es que? - pregunta extrañado su abuelo
-No se, el lugar, donde estas ahora, ¿es agradable?
-Tampoco puedo responder a esa pregunta, no le entenderías, es algo que escapa totalmente a nuestra razón, va más allá de toda imaginación.
- ya veo, es secreto.- Ambos rieron.
- ¿Sabes una cosa? – Preguntó Dionisio con seriedad - Ahora puedo ver cosas que antes no podía y que pasaba por alto. Las cosas no andan del todo bien en tu casa, tus padres se están distanciando y eso me preocupa, no dejes que se separen, se quieren demasiado y se harán daño
- Pero si se quieren como vos decís, ¿Por qué se separarían?
- No lo se, pero esa no es su voluntad, también quiero que cuides a tu abuela ahora que esta sola y tan triste, le hará bien verte mas seguido, pasa mas tiempo con ella.
-Te lo prometo, ¿algo más?
-Si por favor, deja de pelearte tanto con tus hermanos – dijo Dionisio Sonriendo
- Eso si que es todo un reto, pero lo intentare – Los dos rieron fuerte
Los minutos pasaron, ambos recordaron los viejos tempos, los felices y los no tan felices, rieron, lloraron, discutieron y se abrazaron
La habitación quedo en silencio, ambos recordaban su tiempo juntos, hasta que finalmente Dionisio rompió con este.
-Prométeme que estarás bien, que te repondrás, y seguirás con tu vida.
-Estaré bien, te lo prometo.
-Bueno, entonces creo que ya es hora de irme.
-No te vallas por favor, hay tantas cosas que todavía necesito decirte.
-Esto es un sueño y creo que la sabes Juan, pero debes saber que yo ya lo sé, todo lo que me has dicho y lo que me quieras decir, lo sé. Es hora de que marche, debes despertarte, tenes que ir a la universidad, ya has faltado mucho por mi culpa.
-Te voy a extrañar abuelo.
-También lo sé, y también te extrañare, pero tenes que saber que este tiempo en el que estaremos distanciados no son nada comparados a la eternidad que pasaremos juntos cuando llegue tu hora de partir.
Una luz ilumino la habitación por completo y el despertador sonó, Juan despertó, miro a su alrededor decepcionado, se sentó en la cama y al mirar hacia abajo encontró una pequeña foto suya con su abuelo de hace unos años, no había motivo por el que esa foto estuviese ahí. En ese momento Juan entendió que lo de aquella noche no solo fue un sueño.

Texto agregado el 05-05-2017, y leído por 87 visitantes. (0 votos)


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