El frió comienza una vez mas, pero en esta ocasión no parece detenerse y sigue inundándome el cuerpo, puedo sentir una ligera capa de hielo formándose en mis entrañas, percibo como intenta abrirse paso al extenderse dentro de mi, consigue adueñarse y congelar mis pulmones, rápidamente logra cubrirme el corazón por completo, un aliento gélido comienza a subir por mi garganta, llega hasta mi boca y sale de mi cuerpo como una brisa glaciar al momento que digo.

—Todo lo hice por ti, fue lo que me pediste.

—Y que esperabas—me dice Sandra al abandonar la recamara—alguien tenia que ponerle un fin.

Sandra se dirige hacia la puerta de nuestro cuarto de hotel, desesperadamente intento detenerla pero parece decidida a marcharse, el enfriamiento de mi cuerpo me complica en gran medida la coordinación de mis movimientos así como el habla, con esfuerzos sigo suplicándole a lo largo del pasillo del hotel hasta que sube al elevador, ella solamente me ignora, con su dedo índice oprime un botón y desaparece al momento que las puertas se cierran.

Regreso a la habitación y el frió se incrementa cada vez mas, ya me es imposible respirar, a causa de mi aflicción comienzan a brotar por mis ojos unas lagrimas cristalizadas, mis movimientos se vuelven mas torpes y lentos, me toma una eternidad cruzar la habitación para llegar al balcón, al mirar hacia la calle la vista desde el piso veinte me estremece, por alguna razón que no busco explicar el frió no ha afectado mi cerebro, mi mente no se ha nublado y aun soy capaz de pensar con claridad, afuera en las calles aun sigue lloviendo y el cielo esta cubierto por unas enormes nubes negras, son casi atemorizantes, me toma poco tiempo darme cuenta que yo soy el que debe ponerle un fin a todo esto.

Mientras voy descendiendo ya me he convertido en una estatua de hielo, así que simplemente terminare en miles de pequeños fragmentos al estrellarme contra el pavimento.