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No Alalao
En las alturas de los andes conviven fauna y flora, que en la cosmología de los pobladores de estas altas tierras dan vida y carácter a las criaturas de la naturaleza. Esta el puma, fornido felino de las montañas, el cóndor dueño y señor de los cielos alto andinos, la huashua pequeña ave parecida a la codorniz, la alpaca, el guanaco y las vicuñas camélidos andinos, la vizcacha roedor de bello pelaje, muy buscado y cotizado; pero es el zorro y el cuervo a quienes se les atribuye una amistad complicada, aquellas relaciones de odio y amor, donde compiten no solo por las presas sino mas bien para demostrarle el uno al otro cuan astuto y pícaro es, así es como empieza esta historia que mi abuela me contaba.
Compadre zorro, buenas tardes – ha saludado el cuervo desde la rama de un sauce viejo y torcido, -buenas tardes, compadre cuervo- responde el zorro soñoliento y cansado que pasa muy apesadumbrado por llegar sin nada para la cena. ¿Qué pasa, compadre zorro? ¿No encontró ninguna presa para cenar?
No compadre cuervo, nada se me presento para tener como cena de esta noche, ni un ratoncillo siquiera pude encontrar, respondió el zorro muy apesadumbrado. El cuervo viendo lo desanimado y lánguido que estaba su compadre zorro le propone una apuesta.

Compadre zorro, le dice con alentadora voz, yo sé donde puedes encontrar unas ricas y gordas huashuas, están muy apetitosas, dignas de tu exigente paladar. El zorro paró las orejas y su rostro cambio como cuando te dan un dato tan ansiado. ¡Sí, compadre cuervo!, ¿dónde? ¿Cuál es ese sitio? El corazón del zorro parecía saltarle del pecho, se relamía el hocico y daba vueltas sobre sí mismo sin quitarle la mirada al cuervo posado en la rama del sauce.

Tienes que seguirme hasta allá arriba, hasta esa peña que está en lo alto de la montaña, ahí es donde se esconden las gordas huashuas, ven conmigo, pero antes tienes que demostrarme que puedes resistir el frio, porque allá arriba la helada es muy fuerte y no sé si resistirás, le prevenía el cuervo sabiendo lo presumido que era su compadre zorro.

No te preocupes por mí, compadre cuervo, replico el zorro, yo estoy más que preparado para subir a la puna, mi pelaje es grueso y tranquilo paso la noche al intemperie. El cuervo lo miraba con desdén, diciendo para sus adentros, vamos a ver zorro, si de esta sales bien librado. Y así subieron los dos compadres hasta las alturas de las montañas, donde la nieve cubre las rocas y el viento silba y el frio va penetrando hasta los huesos.

Vamos a hacer una prueba pues, te reto a que pasemos la noche aquí a fuera, entre estas rocas, busca un sitio donde pasar la noche y si no tienes “alalao” (frio en quechua) y no te congelas, te muestro donde están las huashuas para tu desayuno. Es un trato dijo el zorro muy ufano de ganar la apuesta porque solo pensaba en las gordas huashuas que se comería en la mañana.

El frio (alalao) va aumentando conforme la noche avanza, el viento sopla recio como una espada que se incrusta por todos lados. El cuervo sin que el zorro lo vea se mete en un hoyo en una roca donde tenía ya su nido muy cubierto de hojas y paja, pero el zorro dándose de muy fuerte y resistente se queda al aire libre sin cubrirse siquiera por una roca.
La noche avanza y llegan las 10 de la noche, cuando el cuervo pregunta: Compadre zorro ¿alalao o no alalao? Y el zorro con mucho vigor le responde: No alalao, compadre cuervo.

Es ya media noche y el cuervo le pregunta otra vez: Compadre zorro ¿alalao o no alalao? Y el zorro aun con energía le responde: No alalao, compadre cuervo.
En la madrugada, como las 3 de la mañana, el cuervo pregunta: Compadre zorro ¿alalao o no alalao? Y el zorro ya con voz tenue le responde: No alalao, compadre cuervo.

A las 5 de la mañana una vez más el cuervo pregunta: Compadre zorro ¿alalao o no alalao? Y el zorro voz ya muy debil le responde: No alalao, compadre cuervo.
Amanece y sale por fin el sol, radiante y luminoso, llena de luz y calor el ambiente, el cuervo muy contento sale de su nido y pregunta: Compadre zorro ¿alalao o no alalao? Pero su compadre ya no responde, solo hay una bola de pelaje enrollada, fría y petrificada que no se mueve, es su compadre zorro que congelado y muerto de frio, perdió la apuesta, como quienes se sienten así de ufanos y poderosos, aquellos que no miden los peligros ni sus propias limitaciones y se embarcan en peligrosas aventuras que les cuesta la vida, son presas de su propia vanidad así como le paso al desdichado compadre zorro.

Dedicado a mi papá Pablo y a mi tía Liduvina.

Woodbridge, Setiembre 6 de 2017

Texto agregado el 07-09-2017, y leído por 169 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
07-09-2017 Simpática la esopiana historia. Le jugó chueco el cuervo, eso sí. remos
07-09-2017 Hermoso relato con su enseñanza impregnada. Un abrazo no alalao. sheisan
07-09-2017 Me ha entretenido. Es un cuento que me hubiera gustado mucho en mi niñez. Saludos! Landriel
 
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