Concluido ya que fue con el vino con el que se inventó a Dios, no creo que haya demasiado que añadir.
Pero, como tampoco está bien estrujarse tan poco las meninges, diré lo siguiente. La culpa fue del inventor. Es decir del propio Dios que puso- y él solo- las primeras cepas. Con lo que podemos decir que un sólo error cometió. El de descubrirse a sí mismo, al no tener en cuenta los efectos de la fermentación del azúcar, en la creación.
Es por eso que en todas las navidades del mundo se pimpla como cosaco, que es precisamente para celebrar a Dios.
Conforme va entrando el alcohol por el gaznate, durante la nochebuena lo vamos descubriendo, hasta que se nos hace completamente patente, al final.
De ahí la mala fama y puesta bajo sospecha de los abstemios y gente de mala vida en general.
Por aquel error lo hemos ido poseyendo, dejándolo sin contenido, haciéndonos nosotros Dios. Un error, un imprevisto químico acabó con su vida; algo equivalente a un suicidio: el suicidio de Dios.