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Rosas de Otoño.
Dicen que las rosas de Otoño son las más hermosas, no sé si será cierto pero lo que sí sé es que las nuestras, las del jardín de mi casa eran bellísimas, quizá por el cuidado que mi madre les brindaba o debido a la tierra fértil del jardín.
Volviendo al pasado viene a mi memoria aquél jardín donde los rosales de todos los colores eran la envidia del vecindario.
Desde muy pequeña mi madre me enseñó a disfrutar del aroma y del color de las rosas y como ella, también tengo un hermoso jardín al que cuido con amor.
Por aquella época todo era alegría, mis hermanos y yo éramos unos críos que disfrutaban de la vida con simples cosas tales como nuestro jardín.
Mi padre trabajaba en el hospital, era médico y estaba muy poco en casa.
Aquél año fue, al principio, uno de los más lindos, mis tíos llegaron de Alemania a pasar las fiestas con nosotros y nuestros primos eran muy graciosos, tratando de hablar español pero con acento alemán, eso nos divertía.
Pero al pasar los días, las cosas comenzaron a cambiar en la casa, mi madre ya no tenía la alegría de antes, a pesar de atender a su cuñada y a su esposo, se notaba que algo había pasado, mi tía tenía modales bruscos con mi madre y todos lo notábamos salvo mi padre porque cuando él estaba en la casa, su hermana se comportaba de otra manera.
Las pocas veces que mi madre salía al jardín, su cuñada por alguna razón u otra, no dejaba de mirarla y eso la ponía muy nerviosa.
Hasta que sucedió, mi tía se acostó una noche y al día siguiente no despertó.
De inmediato llamaron a mi padre cuyo diagnóstico fue muerte debido a un paro cardíaco.
Hubo una discusión acalorada entre mis padres y mi tío que acusaba a mi madre por la muerte de su mujer, de más está decir que a nosotros no nos permitían salir de nuestras habitaciones aunque esto no era exactamente lo que hacíamos, sin que nadie se diera cuenta logramos entrar a la biblioteca y escondernos, nadie nos veía detrás de gran biombo que separaba una parte de la habitación de otra.
Allí escuchábamos las conversaciones pero muchas veces no entendíamos debido a que mi padre hablaba alemán con su cuñado a pesar de que mi madre no los entendía.
Todo fue bastante confuso, durante los siguientes días, mis primos se fueron con su padre y la policía estaba mucho en mi casa.
Una tarde se llevaron a mi madre, no entendíamos el motivo pero mi padre nos dijo que todo se iba a arreglar muy pronto.
De ahí en más, entraban y salían de la casa, abogados y policías y a pesar de mi corta edad, había empezado a preocuparme.
El tiempo fue pasando y mi madre no volvía, seguimos con nuestra vida que ya no era la misma, con el tiempo dejamos de preguntar por ella.
Dos años más tarde mi padre fallece al caer bajo un tren, nadie supo si fue un accidente o si se arrojó él mismo, agobiado con tantas penas.
Mis hermanos y yo fuimos llevados a casa de mis abuelos maternos que era la única familia que nos quedaba.
El noche que sería la última en nuestra casa, sentí un deseo enorme de ver los papeles que estaban en el escritorio de mi padre, para ese entonces ya era más grande y mis pensamientos me decían que mi madre estaba viva a pesar de que nuestro padre nos había dicho lo contrario, con doce años sabía o intuía que algo no era lo que aparentaba ser.
Revisé uno por uno los cajones esperando encontrar algo que aclarara mis dudas pero en el escritorio de mi padre no pude encontrar nada.
Una idea me vino a la mente y fue que nunca había revisado la biblioteca y a eso me dediqué durante dos horas.
De pronto, una carta cayó de las páginas de un viejo libro y me senté a leerla.
La carta decía lo siguiente:
Queridos hijos:
Quizá nunca encuentren esta carta o quizá alguno de ustedes sea curioso y de con ella.
Sé que les dije que su madre había muerto y quiero decirles que no es cierto, ella está en la cárcel por haber matado a mi hermana, quizá ustedes no lo crean pero así fue como ocurrió, vuestra madre junto a sus rosales cultivaba una planta que si bien ahora no recuerdo su nombre, sé que era letal para los humanos y con ella envenenó a vuestra tía.
A pesar de negarlo, sé que fue así, la evidencia así lo demostró y debido al antagonismo entre las dos, no dudo ni por un momento de que la haya envenenado.
Sé que mi cuñado se negó a hacerle la autopsia y eso me extrañó pero era su esposa y acaté sus deseos. El acusó a vuestra madre y debido a unos análisis se comprobó que había sido envenenada.
Vuestra madre está en la cárcel y quizá cuando sean mayores quieran ir a visitarla, mi cuñado volvió a casarse algo que no puedo entender pues no hace tanto tiempo que lleva viudo pero tampoco en eso debo opinar pero últimamente no me he sentido bien y creo que dejar este mundo, sabiendo que ustedes van a estar bien con vuestros abuelos es lo mejor a sufrir el dolor de una enfermedad incurable.
Quiero que sepan que los quiero a todos y que si Dios me perdona por lo que voy a hacer le pido que me deje estar, aunque no en cuerpo, si en espíritu junto a ustedes.
Díganle a su madre que me perdone por haber sido tan débil y no luchar por ella ni creerle cuando me decía que no era culpable, ahora pasado el tiempo ya no estoy seguro de nada.
Los quiere vuestro padre: Geremías Antunez.
Han pasado algunos años desde que volví a ver a mi madre, no era la misma, mis abuelos jamás me permitieron visitarla, decían que no era lugar para niños pero al cumplir los dieciocho años al fin pude ir a verla.
Avejentada, representaba muchos más años que los que tenía, me abrazó con lágrimas en los ojos pero sin decir nada.
Lloró la muerte de mi padre durante mucho tiempo pero era hora de perdonar y eso hizo.
Me dijo que no me preocupara por nada, que ella sabía que yo había hecho el té pero que jamás lo diría, ella ocuparía mi lugar, era demasiado pequeña para darme cuenta de lo que hacía y que debía seguir mi vida y que debía olvidarme del pasado. Me decía que sabía que mi tía estaba pasando un mal momento por eso se comportaba de la manera que lo hacía con ella aunque en realidad el problema era con su marido.
No entendía nada de lo que me decía pero al volver a casa de mis abuelos les conté la conversación que mantuve con mi madre y ellos dijeron que se encargarían de sacarla de la cárcel.
Mis abuelos contrataron a un detective y a partir de ahí se hicieron las cosas bien, mi madre no era culpable de la muerte de mi tía y como yo tampoco lo era, el detective comenzó a investigar a mi tío, su actual vida y lo que ganaba al morir su esposa.
Se descubrió que había hecho un seguro de vida a su favor por mucho dinero si su esposa moría y otro al revés por si él moría claro está que jamás mencionó que ya en la época de casado, tenía una amante con la cual quería casarse y aprovechó que mi madre nunca se defendió por acallar cualquier rumor en su contra.
Hoy estamos todos juntos otra vez, mi madre, mis hermanos y yo, mi tío preso por asesinato, lo siento por mis primos que deben estar sufriendo lo que yo sufrí por muchos años pero espero que pronto se recuperen, la madrastra de ellos también marchó a la cárcel por encubridora.
La vida ha vuelto a sonreírnos y la nueva casa donde vivimos todos, también tiene rosas de otoño las cuales cultivamos con amor, mi madre y yo.
Omenia.


Texto agregado el 07-03-2018, y leído por 77 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
08-03-2018 Excelente cuento en el vas urdiendo la trama paso a paso hasta llegar a un final de esos que a mi me gusta encontrar en un cuento. Me gustó y justo alcance a llegar al muro antes que venga otro desconsiderado que en lugar de agregar un escrito sube 7 y sin consideración elimina del muro seis o siete que estaban antes. vicenterreramarquez
07-03-2018 Una historia de novela. ***** grilo
07-03-2018 ¡Qué historia! A veces la realidad supera cualquier ficción, lo sabemos. MujerDiosa
 
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