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La última noche.

El cuadro era dantesco, nunca había visto algo igual a pesar de mis años de detective y fotógrafo de la policía.
Debido a un fuerte olor nauseabundo que provenía del apartamento pegado al de ella, una vecina había llamado a la policía, la mujer nos dijo que desde hacía un par de días lo sentía pero al no ver a los inquilinos de ese apartamento pensó que estarían de viaje y que saldría el olor de la cañería de gas o algo parecido.
El inspector Molina y yo, Claudio Gonzáles, fuimos designados para ir hasta el apartamento de la familia Viñas.
El matrimonio yacía entrelazados, desnudos y la expresión de sus rostros era algo que jamás podré olvidar, se reflejaba, el miedo, el amor, la alegría y la muerte todo eso veía yo en esos rostros que al llevar muertos más de dos días, debido al rigor mortis, estaban tan pegados que el médico forense tuvo que llevarlos juntos, sin poder separarlos hasta la morgue donde les practicó la autopsia.
Lo raro de este cuadro era que todo parecía en su lugar, las sábanas revueltas y la posición de los cuerpos, hacía suponer que la muerte los encontró haciendo el amor.
La casa estaba limpia y en orden, sólo se veía pulcritud por doquier, la cocina estaba aún con los platos con restos de la cena pero nada más.
Era un caso muy complicado, nadie había podido entrar al apartamento sin una llave y estaba cerrado por dentro, eso hacía suponer que no había un asesino y que quizá habían muerto por causas naturales, algo muy difícil de creer ya que los dos estaban muertos y según el forense habían muerto casi al mismo momento.
El comisario Molina me pidió que tomara todas las fotos necesarias para estudiar el caso en la comisaría y eso hice antes de que los técnicos vinieran a revisar todo.
Luego de retirarnos me dediqué a investigar la vida de la pareja, hice preguntas a los vecinos y ellos me dieron un perfil más o menos creíble de la vida de este matrimonio.
Me enteré por una vecina que los conocía muy bien que llevaban casados unos diez años, que Lucía, que así se llamaba la mujer, era muy celosa y además tenía razones para serlo, que era una mujer muy agradable y bonita pero que Iván, su esposo era un mujeriego y que estaba segura de que tenía una amante.
Él era un arquitecto que trabajaba mucho en el interior y que debido a eso viajaba constantemente, trabajaba en una oficina céntrica junto a su socio, a su secretaria y a una colega que desde hacía dos años trabajaba para él.
En la oficina comprobé que era bastante cierto lo que la vecina me había dicho, Iván era un mujeriego empedernido, aunque se había casado muy enamorado de su mujer, con los años y la rutina y quizá hasta la falta de hijos, lo habían llevado a serle infiel a Lucía.
Ella en cambio lo adoraba, nunca tenían una pelea a pesar de que últimamente él casi no venía a la casa con pretexto de trabajar en el interior del país.
Lucía era un poco antigua, le agradaba escuchar a José Luis Perales y soñaba con esas canciones pasadas de moda y con una en especial, que según la vecina la escuchaba a toda hora.
La canción decía algo así…
Y en la misma cama soñarán ella y él, el con el amor que conquistó, ella con él, ella con él….
Esa canción la obsesionaba, sabía que era lo que le estaba pasando a ella pero no podía hacer nada, era cobarde para decírselo y seguía sufriendo por él.
Él en cambio llevaba una doble vida con su compañera de trabajo, la misma vecina lo había visto con ella cuando volvía de algún viaje y suponía que nadie lo veía, bajaba del auto de la mujer como si nada.
Los peritos encontraron una computadora que supuestamente era de Iván ya que Lucía no sabría manejar una, era algo demasiado moderno para ella, pero no encontraron nada en ella que pudiera darles una pista de lo ocurrido.
La amante, llamada Gissel, no pudo aportar datos aunque sí, se la veía un tanto alejada, como enojada pero no triste como debería estar siendo que su amante había muerto, todo era muy raro y de momento no lo entendí.
Pasaron varios días antes de que terminaran la investigación y mi jefe el comisario Molina me pidiera que volviera al apartamento y que buscara algo por mi cuenta ya que los peritos supuestamente no habían encontrado nada en él.
Antes de ir revisé todo lo encontrado por ellos y lo cotejé con mis fotos, parecía todo en orden, cada cosa estaba como en la fotografía, en el lugar pero algo llamó mi atención, Lucía tenía un cuaderno de recetas que estaba en su mesita de luz dentro de uno de los cajones cerrados y al cual no saqué ninguna foto, de lo que me arrepiento ahora.
Este cuaderno parecía un libro de recetas y por lo tanto nadie le dio importancia pero…
Al leerlo lo vi todo muy claro, no solo recetas había en él, al no tener una computadora la mujer había llevado en ese mismo cuaderno, un libro diario donde anotaba lo que hacía durante el día, y fue allí que descubrí lo que los celos la habían llevado a hacer.
Lucía escribía con lujo de detalles cómo había hecho para que los dos murieran juntos ya que ella sin él no podría vivir no le importaba morir también, le había pedido a su esposo que esa noche no fuera a trabajar que le haría una cena especial que jamás olvidaría.
Iván le dijo que esa noche no tenía pensado salir y que cenarían juntos como hacía mucho tiempo no lo hacían.
Lucía escribió que los dos tomarían pastillas para dormir para amortiguar un tanto el dolor del veneno que pondría en la comida y que así terminaría con la vida de sufrimientos que llevaba.
Le llevé el cuaderno al comisario quien me felicitó al encontrar a la culpable pero las cosas no me cerraban del todo, ¿por qué siendo que Iván ya no quería a su esposa estaban haciendo el amor?
Se lo comenté a mi jefe el cual me dijo que hablara otra vez con la compañera, con Gissel y ésta al saber la verdad nos mostró el texto del e-mail que Iván le mandara esa tarde y que ella no había leído hasta el día siguiente cuando supo que estaba muerto:
___Mi querida Gissel, lamento decirte que ya no seguiremos con nuestra relación, he vuelto a ver a mi mujer como la vi la primera vez y voy a reconquistarla, quiero que salvemos nuestro matrimonio, creo que aún no es tarde, esta noche seré otra vez su amante esposo.
Perdóname . Iván.
Omenia 20/2/2016

Texto agregado el 24-05-2018, y leído por 375 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
25-05-2018 Cuando tenía mis hijos pequeñitos ,me levantaba muy temprano y ponía los temas de Perales,recordaba a mi madre que moría por él. Y yo...también. Vi 6236013
25-05-2018 En realidad la rutina y más aun si se tiene un don Juan al lado,el mismo sufrimiento va matando eso tan bello que es indispensable y se llama admiración. Encuentro terrible que cuando ella pudo dejar de sufrir,sin saber que pensaba él haya terminado de esa forma tan trágica.****** Triste y excelente Besitos Victoria 6236013
25-05-2018 No pude dejar de sonreír cuando dices que ella era anticuada porque escuchaba a José Luis Perales. Jaja. Pue sí, el estilo del hombre es antiguo desde que comenzó a cantar y de ahí, tal vez, el/la que lo escuche… Jajaja. ¡Eres tremenda! La historia está muy bien pensada; y el final, de Jaque Mate. Excelente, lo leí en su primera presentación, pero lo disfruté igual. Un full abrazo, Omenia tan querida. SOFIAMA
25-05-2018 Que terrible final para un amor verdadero pero que se contamino con los desencuentros y el engaño *****. sensaciones
25-05-2018 Encantadora reedicion del cuento, Ome martilu
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