|  A ZEPOL
 
 Entro, en esta página azul a  intermitencias,
 el otro  te vi,
 escribiste misiva de despedida
 (espero no definitiva)
 y, ya no le di más vuelta…
 posó en mi  inconsciencia
 apenas un suspiro en el aire, una veleta…
 
 Sin embargo hoy,
 pasadas más de dos semanas
 sin saber tu nombre
 sin conocer  tu piel o tu cara
 estoy segura de algo,
 conozco muy bien tu alma.
 
 Y fíjate que cosas…
 con tus dulces comentarios,
 tú de la mía me salvas,
 expongo  mis recovecos
 extrañezas de poetas
 y cuando me las comentas…
 con tu habitual agudeza
 se refuerza en mí el ánimo
 se estremece la corteza,
 florece inmisericorde esta pobre alma,
 almica  de poeta…
 
 
 
 A través de los poemas
 (la poesía cuelga de tu  prosa… )
 el  alma se hace arcilla
 moldeable,  porosa,
 quien a leerla se atreve,
 quien a sentirla osa,
 descubre mundos propios y ajenos
 inhala  aromas
 largos profundos y eternos
 del fuego del ser humano
 del calor que mana dentro,
 y así, mi admirado poeta de prosa dulce,
 así conozco tus huecos,
 y son de sabores dulces
 manos abiertas al eco
 de corazón con tiritas
 que prestas a otros enfermos,
 ¡ ayyy  Dios, ahora caigo…
 eres un hombre bueno!
 
 
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