Lloverá mañana;
seré de golpe.

Seré.

Podré

vivir el sueño
nocturno

que te he postergado...

que nos he...

que me he...

El vaivén es como un tropel enano
que danza
que canta
que quema
que asfixia
que llueve
que noble...
¡Qué nobles!

¡Qué nobles sois,
vosotros,
terremotos de lo escondido!

¡Qué angostos vuestros ojos
ante el semblante dormido!

¿Quisierais mirar las gotas
antes de desaparecer...

o acaso me escondo;

o acaso me muero?

...te muero?

Sé de noche que hoy,
cual guaridas
no somos nada;
somos lo mínimo posible.

Estarás guardada bajo la lluvia
ante el temple de lo increíble
cuando yo,
tu guardián alado,
mármol de jinetes que jamás seré,
desaparezca.

Y allí, entonces,
tus ojos y los míos;
la distancia que se salva,
el silencio y el olor de la tarde.

Sentirte en un abrazo
y se acabó el misterio.