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El árbol de Navidad.

Alex había cumplido dieciocho años y luego de toda una vida en el orfanato, debía irse. Las monjas ya lo habían preparado, le habían enseñado un oficio y previendo este momento le habían conseguido un trabajo desde un par de años atrás sólo le faltaba dónde vivir pero ellas también se habían preocupado por eso y un ex empleado retirado lo acogió en su casa por algunos pocos pesos.
El muchacho había sido muy rebelde pero a pesar de todo el trabajo que les dio a las monjas, había aprendido a manejar cualquier computadora y en eso trabajaba.
Sus padres lo habían abandonado en la puerta del colegio con una carta de despedida y los mejores deseos para el niñito que tenía dos meses de vida y se encontraba muy desnutrido.
Las monjas que ya tenían algunos chicos abandonados se encariñaron con él y casi lo adoptaron, vivían pendientes de lo que el muchacho hacía y así fue creciendo hasta que al comenzar la escuela, en el mismo convento, poco a poco fue cambiando, ya no era el chiquillo alegre y juguetón, se había encerrado en sí mismo y casi no hablaba, con apenas seis años quiso saber de sus padres verdaderos pero nadie le decía nada.
El tiempo fue pasando y Alex se convirtió en un lindo muchacho pero que no tenía amigos ni novia lo usual en cualquier muchacho de su edad aunque viviera con monjas.
Entre sus pertenencias que no eran muchas, había algo que llamaba la atención, un pequeño árbol de Navidad vacío, sin chirimbolos ni ninguna clase de adornos pero con unas argollitas pequeñas en cada rama, por supuesto que lo tenía guardado en una caja, sólo lo había visto la monja más anciana, la que lo protegía, Sor María.
Nada en la vida del muchacho hacía prever lo que acontecería tiempo más tarde y que lo marcaría para el resto de su vida.
Cierto día, luego de dos meses de estar viviendo con el ex empleado del convento, Miguel, apareció muerto, se había cortado las venas, algo poco inusual en un hombre ya que ese tipo de suicidios lo solían elegir las mujeres.
La policía marcó el caso como suicidio y lo único que no encontraron entre sus pertenencias había sido un anillo que supusieron lo había vendido o perdido.
Alex continuó viviendo en la casa de Miguel, pagando al propietario el alquiler correspondiente.
Su vida transcurría normalmente, alguna que otra vez visitaba a las monjas, ya no era tan agresivo como antaño, la vida le había enseñado que con aquella actitud no iría a ningún lado y él era un buen estudiante y aprendía con facilidad.
La búsqueda de sus padres era una de las metas que se había propuesto pero no era nada fácil ya que nadie los conocía y la carta que dejaron no decía absolutamente nada, sólo le deseaban lo mejor y pedían perdón por haberlo abandonado.
Luego de haber juntado algo de dinero, suficiente para poder pagar a un detective privado para buscar a sus padres, lo llevó a la práctica, Germán era el nombre del detective y le prometió ayudarlo si le entregaba la carta que le habían dejado sus padres.
Y así comenzó la búsqueda de los padres, por parte de Germán que lo primero que hizo fue ir a la policía ya que muchos de sus amigos lo eran, los necesitaba por el tipo de trabajo que hacía y les pidió que lo ayudaran a encontrarlos.
La policía muy pronto descubrió, por la fecha en que fue abandonado Alex que un matrimonio había sido encarcelado por el robo a un banco en que salieron ilesos pero que dos personas habían muerto y que al ser atrapados a pesar de tener una cuna en su casa, jamás apareció ningún niño y ellos nunca dijeron que tenían un hijo.
El matrimonio estaba encerrado en la cárcel por los asesinatos de dos personas inocentes que estaban en el banco aquél día y aún les faltaba muchos años para salir si es que algún día lo hacían.
Cuando Germán le comunicó a Alex que tenía noticia de sus padres pero que no eran muy agradables, el muchacho le dijo que no importaba, sólo quería saber quiénes eran, nada más, que no tenía intención de ir a verlos.
Y así Germán dio por terminado su trabajo, se despidió de Alex dándole las gracias y se marchó de la vida del muchacho.
Muchos fueron los acontecimientos que sucedieron en la vida de Alex desde aquél momento, Sor María falleció debido a su edad muy avanzada y Alex lo sintió mucho, sentía que ya no tendría a la única madre que conoció y que lo quería verdaderamente.
Y fue así que decidió ir a visitar a su verdadera madre a la cárcel de mujeres donde se encontraba.
Romina, la madre biológica del muchacho lo recibió con mucha frialdad, le dijo que mejor no la hubiera buscado, que siguiera su vida como lo había hecho hasta ese momento y que se olvidara de ella.
Con el corazón destrozado por el recibimiento de su madre, Alex decidió ver a su padre y ya junto a él se dio cuenta de lo parecidos que eran, Thiago, su padre, le dijo todo lo contrario a su madre, se alegraba de verlo y quería que le contara su vida.
Con el correr de los meses, los dos llegaron a conocerse muy bien, Alex se alegraba de haberlo conocido y comenzaron a planear la vida que llevarían juntos luego de que lo dejaran en libertad que aunque le faltaban algunos años, quizá por buena conducta podría salir antes.
Luego sucedieron algunas muertes en el entorno del convento, el párroco de la Iglesia, se había suicidado colgándose del campanario de la misma, dos sacerdotes bastante mayores se habían matado en un accidente de autos y el director del convento que en realidad no era sacerdote, murió de un cáncer algo extraño los médicos no estaban seguros pero en pocos meses del diagnóstico dejó el mundo de los vivos.
La policía comenzó a sospechar que algo estaba ocurriendo en el convento, eran muchas las muertes y comenzó la investigación sin levantar sospechas.
Lo curioso de todas estas muertes era que a cada uno de los fallecidos le faltaba algo que aunque no tuviera mucho valor material, sí lo tenía para sus dueños, esto llamó poderosamente la atención de la policía que revisó todo el convento con el fin de hallar alguna pista pero todo fue en vano.
Mientras tanto, Alex seguía contándole a su padre, cómo había sido su vida durante dieciocho años y a su vez Thiago le contó la de él que curiosamente tenía mucho en común.
Luego de algunos meses, Thiago contrae una enfermedad terminal y la policía, por buena conducta y previendo lo peor, decide dejarlo en libertad condicional, recluido en su casa, donde pasó a vivir con su hijo que lo cuidaba constantemente.
Thiago tenía una casa abandonada que era de sus padres y allí fueron a vivir los dos.
Alex conoció muy bien a su padre y supo que el parecido no sólo era físico sino que pensaban de la misma manera y hasta sus gestos eran iguales.
Mientras tanto la policía continuó con la investigación y llegaron a la conclusión que nadie se había suicidado, que todos los muertos fueron asesinados y que deberían encontrar al asesino lo antes posible.
Cierto día, Alex quiso saber a modo de curiosidad qué había pasado con el dinero del robo del banco que jamás apareció a lo que su padre le contestó que esperara, que algún día se enteraría por él mismo.
Alex volvió al convento para saber algo que lo intrigaba desde hacía muchos años y que nadie parecía saber, ¿Quién pagaba sus gastos durante los años que estuvo en el orfanato? Sabía que no era gratis a pesar de lo que decían las monjas.
Y al fin, gracias a una monja muy viejita que también lo quería mucho, lo descubrió.
Entre los papeles archivados de Sor María estaba el nombre de una persona era el encargado de pagar los gastos del muchacho.
Con la dirección y el nombre, fue fácil dar con el paradero del hombre que resultó ser el hermano de la madre de Alex quien quedó muy sorprendido al ver a su sobrino pero lo hizo pasar, tenían muchas cosas para contarse uno al otro.
Joaquín, el tío, le contó la verdadera historia sobre la vida de la familia.
La familia de su madre era muy adinerada pero su hermana se enamoró de un bala perdida y su padre la desheredó y jamás fue a buscarla ni quiso saber nada de ella cuando se juntó con Thiago, pero Joaquín quería mucho a su hermana, la cual estaba tan enamorada de Thiago que no dudó en hacer lo que él le mandaba ya que era un asesino despiadado.
Antes de que lo pusieran en un orfanato, Joaquín quiso quedarse con él pero su padre no lo permitió, temía que el niño fuera igual al padre y prohibió a la familia que tuviera algún contacto con él.
Entonces Romina le pidió a su hermano que lo cuidara aunque no lo viera y que ella le diría dónde estaba el botín que nunca encontró la policía para que le pagara al convento y que a los dieciocho años le pusiera todo el dinero en una cuenta a nombre de su hijo.
Al salir de la casa de Joaquín y llegar a su casa, Alex enfrentó a su padre y tuvieron una discusión tan fuerte que hubo que internarlo, lo dejó en el hospital y volvió a la casa pero ahora sabía muchas cosas desagradables del padre que no hubiera querido saber.
A pesar de tener buena conducta en la cárcel, el padre de Alex era un asesino y jamás quiso a su hijo, el dinero era todo lo que quería y salir de la cárcel pensando en encontrar lo robado sin saber que Romina lo había utilizado para mantener a su hijo y que además el resto ya estaba en la cuenta de Alex.
La policía aún no descubría al asesino de todas aquellas personas del convento cuando recibió una carta donde decía que Alex era el autor de esos crímenes, de inmediato fueron a la casa del muchacho pero lo que encontraron fue algo macabro, Ales se había ahorcado y entre sus ropas se encontró una carta y sobre una mesa, un árbol de Navidad con anillos y colgantes puestos en las argollitas como si fuera chirimbolos.
Al leer la carta todo se supo. La carta decía lo siguiente:
A quien corresponda:
Desde que tengo seis años fui violado por varios miembros del convento, al principio no entendía nada, era demasiado pequeño pero a medida que fui creciendo no podía soportarlo y se lo conté a Sor María que a pesar de quererme como a un hijo, prefirió callar y aunque trató de que no me volviera a pasar, muchos fueron los que siguieron haciéndolo.
Cuando tuve oportunidad robé un arbolito de Navidad y lo guardé, nadie sabía que lo tenía, es muy chico pero yo tenía un plan, matar para así vengarme de todos ellos y colgar en cada rama un objeto de cada uno, con esta carta para que el mundo lo supiera. Llegué a la conclusión de que debo eliminarme yo también porque como mi abuelo materno muy bien lo pensó, llevo los genes de mi padre y no lo puedo evitar aunque también llevo los de mi madre y ahora sé que no era tan mala y que no me odiaba, todo lo contrario, ella quería que yo fuera diferente y que me alejara de ellos pero a veces es difícil luchar contra el destino.
Maté a los que me violaron y me hicieron ser el hombre que soy porque a pesar de parecerme mucho a mi padre que es un asesino, yo no disfruto matando, lo hago para que no le hagan a otro niño lo que me hicieron a mí. Ustedes ya saben cómo fueron asesinados uno por uno y sólo les diré que los que iban en el auto que chocaron y murieron, yo les arregle los frenos, se lo merecían en lo que no pensé fue en que otro quizá muriera también siendo inocente como ocurrió con el hombre del otro auto, lo lamento mucho pero mi odio era tal que me cegó. Al ahorcarme dejo en el árbol de Navidad los nombres de cada uno de ellos para que sepan quiénes fueron y les entreguen a sus familias los objetos de cada uno y ellos también sepan la clase de hombres que fueron. Mi padre tampoco va a poder salvarse, también él va a morir por lo que le hizo a mi madre. Cumplida mi venganza no tengo nada más que escribir.
Alex.

Omenia.

Texto agregado el 18-09-2018, y leído por 129 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
20-09-2018 Terrible, amiga. Impacta ese final que hace ver el dolor que ese niño aguantó. Aunque esta sea una historia de tu creatividad, no está lejos de la realidad presente en los grupos sociales, sean religiosos o no. Por ello, es obligatorio que los padres no se confíen tanto y estén alerta ante tanta locura. Genial, Omenia. Un abrazo enorme. Más tarde leo el otro. Publicas muy seguido y no me da tiiiieeeepo a leeeerte, besos, te quiero. SOFIAMA
19-09-2018 Un argumento con una trama muy bien pensada que por momentos trata de desorientar al lector en la búsqueda del desenlace, pero esa intriga es lo que hace interesante la lectura hasta llegar al final. vicenterreramarquez
19-09-2018 pobre niño, cuánto soportó yosoyasi
19-09-2018 Qué tremendo todo!! Aplaudo tu relato, más allá de la trama, tu escritura es muy amistosa y cautivante. Gracias Ome. Un abrazo dulce. gsap
18-09-2018 Tremenda vida la de Alex. Buen relato Ome. Besitos. Magda gmmagdalena
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