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Cinco mujeres
Las cinco mujeres se reunían, como solían hacerlo, en un céntrico restaurante de Montevideo.
Helena, Claudia, Martha, Evangelina y Elizabeth, eran cinco mujeres que tenían una particularidad, todas habían nacido el 15 de Enero de 1985.
Se habían conocido en un crucero cuando tenían quince años, era el regalo de sus padres, ese crucero era para chicas de esa edad que hubieran nacido entre el primero y el treinta y uno de Enero, ellas, al ser del mismo día, se hicieron muy amigas y lo siguieron siendo a pesar de los años.
Habían pasado muchos años desde que las cinco mujeres cumplieran sus quince años y tenían muchos recuerdos en sus memorias, tanto de unas como de otras, eran inseparables, durante ese maravilloso viaje donde conocieron varios países y muchas personas y donde vivieron los momentos más emocionantes de sus vidas.
En la actualidad, estaban casadas, Helena y Claudia, con dos hijos cada una.
Martha estaba soltera aún pero pronta para casarse.
Evangelina y Elizabeth solteras y sin compromiso.
Todas eran profesionales, abogadas, médicas y una de ellas arquitecta, tenían buena vida, eran felices y la gran amistad que las unía no se perdía con el tiempo.
Esa tarde estaban, como todos los años tomando un aperitivo, antes de cenar cuando de pronto Elizabeth vio a alguien que entraba y se dirigía a la mesa donde estaban ellas.
Era una mujer de aspecto empobrecido, pero se notaba que era de la misma edad.
Claudia la reconoció enseguida, se levantó y la llevó hacia la mesa, diciendo lo siguiente:
___A que no saben quién es esta señora?
Ninguna hablo, se notaba que no la reconocían.
Y fue el momento de que la desconocida hablara.
___No saben cómo me acuerdo de ustedes y entiendo que a mí no me reconozcan, sé que no he progresado como ustedes pero en aquella época mi familia era poderosa, como las suyas.
___Ahora que te miro sí que sé quién eres! Dijo Martha, eres una de las que fueron en el barco de los quince años!
___Tienes buena memoria Martha, estábamos en el mismo camarote ¿Te acuerdas?
___Claro que sí y sé que todas se acuerdan de ti.
Por supuesto dijeron todas aunque algo incómodas.
Felicia, se sentó junto a ellas y Elizabeth pidió cena para ella también.
___¿Qué es de tu vida Felicia? ¿Te casaste?
___Mi vida no se parece en nada a la de ustedes… No, no me casé, apenas tengo trabajo, desde aquel crucero, mi vida cambió mucho, mis padres perdieron todo por el juego, mi padre era jugador y hasta ese entonces todo marchaba bien pero vino la época de la mala suerte y nos quedamos en la calle, pero ¿Para qué voy a amargarles la noche con algo que no tiene nada que ver con ustedes?
___No te preocupes, la vida tiene altos y bajos le dijo Evangelina, pero cuéntanos, ¿Qué haces, en qué trabajas?
___Trabajo en una biblioteca, hoy es mi día libre por eso pude salir y cuando las vi… recordé lo que vivimos.
Todas se miraron pero ninguna dijo nada.
___¿Dónde estás viviendo? Preguntó Martha.
___Aún vivo con mis padres o mejor dicho, ellos viven conmigo, pero no se preocupen nos las arreglamos los tres.
Un silencio que sólo se rompió cuando el mozo trajo la cena y todas comenzaron a hablar de cualquier cosa… sobre lo rica de la cena, etc…
Helena que había estado muy callada le preguntó al fin de la cena:
___¿Estabas por estos lugares o nos esperabas?
___¿A qué se debe esa pregunta? dijo Felicia, mientras las demás no salían de su asombro.
___Perdóname Felicia pero me acuerdo muy bien de ti, además estoy segura de que algo tramas.
___La gente cambia…
El asombro era mayúsculo, nadie de las presentes entendía nada de lo que decían Helena y Felicia.
___La semana pasada me hicieron una entrevista y te vi, me estaban preguntando por mi trabajo, escribo para una revista científica, pero ¿eso ya lo sabes verdad?, en esa entrevista conté algo de mi vida y sé que me oíste cuando dije que este sábado me reunía con viejas amigas, compañeras de mi juventud.
___Tienes razón, las estaba esperando, sé que siempre vienen al mismo lugar…
___Y ¿Qué quieres le dijo Martha?
___No mucho, lo suficiente como para poder irme del país y olvidarme de todo.
___¿Qué estás diciendo?! Dijo Claudia, ¿Por qué tendríamos que darte lo que pides?
___Bueno, si no me ayudan ustedes sabrán a qué atenerse.
___Sabía que eras una arpía pero nunca pensé que llegaras tan bajo, dijo Helena.
Al fin habló Evangelina a quien se le notaba la furia hacia aquella mujer que había esperado tantos años para sacar a relucir ciertas debilidades de muchachas quinceañeras.
___¿¡Acaso crees que vas a asustarnos por lo que pasó hace quince años!?
___No lo sé, pero sí sé que ninguna querría que saliera a relucir aquél viaje…
___Si mal no recuerdo, tú también viajabas en el mismo barco y no creo que te interese que se sepa nada de lo que allí ocurrió, dijo Helena.
___En realidad yo no estaba con ustedes…
___Pero estabas enterada y no dijiste nada…
___En aquella época era muy ingenua y no me percataba de muchas cosas, pero la vida me ha cambiado.
___No te hagas la santita con nosotras, ya en aquella época te gustaban las drogas y los hombres maduros, lo recuerdas? Dijo Elizabeth.
___Bueno, mi pasado no importa, lo que importa es mi futuro, ¿entienden?
___Ya lo creo que te entendemos pero…dijo Claudia, por qué demoraste tantos años ¿?
___Creo que esperé el momento justo, ¿No lo creen así?
Y diciendo esto agradeció la cena, les anotó una dirección en una servilleta y se marchó dejando estupefactas a las cinco mujeres.
___No puedo creerlo, creí que aquello había quedado en el olvido… dijo Martha.
___Y ¿Qué haremos ahora? Dijo Helena.
___Tendremos que pensarlo mucho dijeron todas a la vez.
El encuentro este año había sido muy cruel para todas, jamás pensaron que algo de un pasado tan lejano saldría a la luz, por aquella época lo ocurrido no pasó de ser algo casi sin importancia para ellas pero con el correr de los años sabían que había sido algo muy grave y que de saberse sus vidas correrían peligro.
De común acuerdo se retiraron antes de lo previsto, cada una a su casa con un solo pensamiento que por supuesto no era nada agradable.
Al llegar a su casa, Helena saluda a su esposo y a sus hijos y sube al desván a buscar unos diarios viejos que tenía guardados desde hacía muchos años.
En esos diarios estaba lo ocurrido en aquél viaje, algo de lo cual no se culpó a nadie pero que nunca se supo a ciencia cierta qué era lo que había sucedido.
En los encabezados de dicho diario aparecía la foto de un crucero para señoritas quinceañeras del cual había desaparecido una valija con dinero, el dueño de la valija era un narcotraficante que se hacía pasar por mozo para poder llevar en sus pertenencias ese dinero pero que había tenido la mala suerte de que, al querer ocultar la maleta en un barco salvavidas para buscarla cuando llegaran a algún puerto, se enredó en unas cuerdas y cayó al agua, ahogándose junto a la maleta, aunque la realidad era otra y sólo las cinco amigas la sabían.
Cada una en su casa tenía el mismo pensamiento de lo ocurrido quince años antes.
Helena pensaba:
___No puedo permitir que salga a la luz aquello, estaba segura de que nadie nos había visto, tengo que pensar, pensar, pensar…
Claudia pensaba lo mismo pero también en la manera de solucionarlo sin que se supiera todo aquello, sería una vergüenza para ella y su familia y no lo podría resistir.
Elizabeth pensaba en su madre y lloraba, no podía darle un disgusto semejante.
Martha iba a casarse con un juez de mucho prestigio y no podía arruinarle la carrera con algo que ocurriera tantos años antes y que él no tenía nada que ver, tendría que pensar mucho.
Evangelina aún no lo podía creer, había sido tan fácil, un pequeño empujoncito y el delincuente había caído por la borda mientras ellas se quedaban con la maleta.
Lo que nunca pensó era que Felicia las estaba viendo.
Jamás lo imaginó pero ahora que lo piensa mejor a pesar de su corta edad, Felicia era la más avispada de todas, fumaba marihuana y la conseguía gracias a algún camarero o mozo, dándole alguna propina, en aquella época sus padres tenían mucho dinero y ella les robaba descaradamente sin que ellos lo notaran.
Todo se les venía abajo, el secreto podría salir a la luz en cualquier momento y eso…ella no lo iba a permitir, buscaría la forma de hacer callar a Felicia.
Pero Felicia no tenía nada que perder y el dinero que pedía pudiera no ser tanto para ellas, tendrían que volver a reunirse y pensar entre las cinco…
Al día siguiente, contra sus propias reglas, la de no verse nada más que una vez al año, regla inventada por ellas para que a ninguna se le ocurriera hablar del suceso y que quedara en el olvido, se volvieron a ver.
No hay que desesperarse, decía Helena, quizá con lo que nos pide se vaya del país y se olvide de todo.
Martha no estaba tan segura…
Elizabeth creía que deberían darle un buen susto…
Lo que no entendían estas amigas era el motivo por el cual nunca antes les había pedido nada y esto las intrigaba.
Y decidieron averiguarlo.
Entre todas contrataron a un investigador privado para que vigilara a Felicia.
Este hombre, muy pronto comenzó a seguir a la mujer y descubrió que no solo vivía con sus padres sino que tenía un “novio”.
Resultó ser que el “novio”, no era por decirlo de alguna manera, trigo limpio, era un vendedor de drogas buscado por la policía desde hacía mucho tiempo pero siempre lograba escabullirse.
Felicia lo mantenía oculto en el sótano de su casa pero por las noches salía a vender su mercancía, refugiándose en distintos antros cuyos dueños no lo denunciaban por temor.
Resultado, Felicia había sufrido pérdida de memoria cierta vez que en un tiroteo con la policía, una bala rozara su cabeza.
De ahí en más, cuando la recuperó, paso algunos años en un reformatorio y luego otros en la cárcel por encubrir traficantes y vender droga.
La vida de Felicia dejaba mucho que desear pero… la de ellas tampoco había sido del todo trasparente, ahora que estaban todas juntas recordaban aquello y se horrorizaban de lo que habían hecho, pero, la vida había seguido su curso y nadie reclamó nada, la vida del maleante no valía nada (pensaban ellas) pero un millón de dólares valió la pena, les había tocado doscientos mil a cada una y juraron que nadie lo sabría y que ellas usarían ese dinero para causas nobles.
Causas que se fueron olvidando a medida que se fueron gastando los dólares, sólo Helena los había utilizado para pagar su carrera sin tener que pedir nada a sus padres y para justificar ese gasto les había dicho que trabajaba en distintos proyectos de medicina que le pagaban muy bien y además escribía para una revista médica cobrando así, mucho dinero.
La conciencia no les remordía para nada, hacía muchos años que había pasado todo y estaba olvidado y enterrado.
Claro que eso era lo que ellas pensaban pero el destino no se puede prever ni anticipar y… había que resolver lo de Felicia lo antes posible.
Acordaron que le pagarían más de lo que pedía Felicia pero con la condición de que se fuera del país y se llevara a sus padres con ella.
La citaron en un hotel de mala monta, donde la mujer, solía ir con clientes a drogarse.
Llevaron el dinero pero como ellas no podían entrar porque no correspondía que mujeres de su clase frecuentaran tales lugares, le dijeron que la verían en un callejón al lado del hotel.
Felicia estaba más drogada que nunca, tomó el dinero y se fue.
Al día siguiente, los encabezados del diario matutino daban a conocer la muerte de una joven mujer a causa de las drogas, su nombre era Felicia pero aún no sabían su apellido, parece ser que dicha mujer llevaba un maletín con dinero aunque otros dicen que en lugar de dinero había papeles de diario, la investigación sigue su curso para saber qué contenía en realidad dicho maletín.
Dicen que, muerto el perro, se acabó la rabia.
Pero no estoy tan segura…
Al año siguiente no hubo reunión, las amigas no pudieron reunirse por distintos motivos, Helena había viajado con su familia a Africa, de vacaciones donde se supo más tarde que había fallecido a causa de un virus desconocido.
Claudia estaba muy enferma, nadie sabía qué tenía en realidad pero dicen que comenzó a alucinar, su familia decía que hablaba en sueños sobre un dinero mal habido y otras cosas indescifrables.
Marta puso fin a su noviazgo y se internó en un convento, nada más se supo de ella.
Evangelina y Elizabeth nunca volvieron a verse y si lo hacían, trataban de disimular y cada cual seguía su camino.
Todas estas mujeres jugaron con su destino y perdieron, pensaron que a ellas no les iba a pasar, que habían sido buenas personas pero, la muerte de un ser humano, aunque se la merezca, sólo Dios debe juzgar, además al final de la investigación de la muerte de Felicia, se supo que había sido golpeada en la cabeza pero como tenía tanta cantidad de cocaína en su cuerpo que podría matar a un caballo, se creyó que podía haberse golpeado al caer.
Fue el final que se hubiera esperado pero las cinco amigas sabían, ellas sí que lo sabían, ya lo habían hecho quince años atrás, un simple empujón y la vida terminaba para unos y comenzaba para otros pero…¿De verdad creen que se puede vivir con remordimiento de consciencia?, yo no lo creo pero… claro está, esto no es más que un cuento y los cuentos son como los sueños, para saber si son ciertos debemos revisar nuestra consciencia.
Omenia 22/4/2015




Texto agregado el 21-09-2018, y leído por 111 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
22-09-2018 atrapante tu cuento y me gustó yosoyasi
21-09-2018 Todos malos: los vivos y los muertos. ¡Vaya amiguitas!! Muy bueno tu cuento! Clorinda
21-09-2018 Muy bueno. Como para una película Hectorfari
21-09-2018 Muy buena historia. Empecé a leer, a leer y me enganchó ***** grilo
21-09-2018 En la primera parte cinco mujeres en complicidad con la relatora tejen una intriga que entusiasma y atrapa, mientras que en la segunda ya con seis mujeres la historia se transforma en un puzzle policial que invita a investigar hasta llegar al final. vicenterreramarquez
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