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Taller: Escriba un cuento con el título propuesto

Título propuesto: En el fondo del mar


Un relámpago iluminó la habitación cuando desperté. Me apresuré a bajar para preparar el desayuno. Carlos ya se estaba duchando.

Yo trabajo por las tardes así que comencé a planificar mis tareas del día. Necesitaba aprovechar la mañana para hacer algunas compras y pasar por el lavadero. Llovía y no había podido ocuparme del lavado. Tal vez hasta me quedara tiempo para quitar el polvo de los muebles, pensé.

Siempre trato de mantener el orden porque los fines de semana me gusta dedicarme a mi pasatiempo favorito: arreglar el jardín.
Es muy agradable pisar el césped recién cortado o sentarse en las reposeras durante las noches de verano para mirar el cielo y contar estrellas fugaces.

Durante la semana no hay tiempo para eso. Por lo general, luego de una comida rápida, uno se retira a dormir.
Los viernes son para compartir cenas con amigos, charlar sobre proyectos, vacaciones, hablar acerca de la vida y la muerte. El fin de la existencia, algo que a todos nos provoca miedo.

Carlos, mi marido, siempre fue un aficionado a la pesca. Muchas veces me ha invitado a ir con él, pero a mí me aterra pensar en esos peces que viven en el fondo del mar y son arrastrados por las olas hacia destinos inciertos.
Durante mucho tiempo me pregunté si los seres humanos también estamos a la deriva.

Carlos ha ido a pescar con su padre en varias ocasiones. Pero siempre a lugares cercanos porque los viajes largos nunca le gustaron. Anoche discutimos debido a eso. Yo le propuse viajar al sur para visitar a mis padres. Pero se negó rotundamente.

El domingo llamé a mamá y dijo que vendrán a fin de año.
Nunca estuve demasiado apegada a mis padres, pero la verdad es que últimamente los extraño bastante. Tal vez porque he llegado a esa etapa de la vida donde me entristece pensar en la muerte; y ellos ya son ancianos.
Se lo expliqué a Carlos, pero no pude convencerlo de planear un viaje para visitarlos. Supongo que no debí enojarme con él, aunque no lo pude evitar.

Cuando esta mañana entró a la cocina y vi su rostro demacrado pensé que había dormido mal. Me sentí culpable por haber provocado aquella tonta discusión.
Le pregunté si estaba enojado y me dijo que no se sentía bien. Miré sus ojos, vi que reflejaban preocupación. Entonces tomé el teléfono para llamar al médico. Él se sentó en una silla, y mientras yo hablaba comenzó a tomarse el pecho con ambas manos. Respondí al profesional tratando de ser clara pero mi nerviosismo me hacía farfullar. Dijo que me enviaría una ambulancia.
No quise esperar, llamé un taxi y Carlos subió con gran dificultad. La lluvia era intensa, mi angustia también.

En el centro asistencial dos enfermeros lo ingresaron en una silla de ruedas. Estaba tan pálido que sentí miedo.
Entró a la sala de urgencias, y yo me quedé rezando por él.
Telefoneé a su padre; solo tardó cinco minutos en llegar. Le expliqué lo que pasaba y nos sentamos a esperar. Había otras personas en la sala que conversaban en voz baja y nos miraban.
Mi suegro me hacía preguntas, yo respondía con monosílabos. Estuvimos más de dos horas esperando noticias de Carlos. Veíamos pasar médicos y enfermeras, pero ninguno nos daba información.
Finalmente pasamos a un sector privado. La situación era grave. Mi marido había sufrido un paro cardíaco, se encontraba estable, pero era imprescindible efectuar una intervención urgente. Comencé a llorar mientras el médico me alcanzaba las planillas que yo firmaba autorizando lo que fuera necesario para salvar su vida.
Durante casi cuatro horas no supimos nada más. Mi suegro intentaba consolarme, aunque él también estaba desesperado.

Me pregunté tantas cosas...intenté tranquilizarme, pensar en positivo, hice pactos con dios y con el diablo, formulé promesas que jamás podría cumplir.

Hace unos minutos dejó de llover y hasta hay algunos rayos de sol. Pero no hay aire, ni luz. A mi alrededor, la gente parece flotar en un océano inmenso que los lleva hacia ninguna parte.
Ahora que todo ha terminado, ya no prometo ni pregunto nada. Sé que todos somos como peces en el fondo del mar.

Texto agregado el 29-09-2018, y leído por 94 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
17-11-2018 Me puse en tu lugar aunque sea solo un cuento y realmente sentí lo terrible de la situación que no tuvo ninguna respuesta para dejar conforme. Me gustan mucho esas cosas que cuentas que todos desempeñamos los fines de semana. También pensé en que era razonable tu petición de visitar a tus padres... Es normal desearlo. Pienso que los peces deben dormir al fondo del mar,de lo contrario en que se apoyan? Me encantó Beso Victoria 6236013
29-09-2018 Siento que los peces no están en el fondo del mar, la presión los mataría. Entiendo la metáfora con respecto a lo. Desvalidos que a veces nos sentimos. Cinco aullidos nadando plácidamente yar-
29-09-2018 Creaste una historia muy buena sólo inspirada en el título. Bien Glori!!! MujerDiosa
29-09-2018 Muy pero muy bueno. Me atrapaste y si bien el tema propuesto parece fuera hacia otros rumbos, tu mente, inteligente, le dio un rubo diferente, o no, en realidad lo sentí cercano y real, somos todos peces a la deriva en el fondo del mar. Felicitaciones. Magda gmmagdalena
 
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