Los alumnos disfrutan de un soleado día de excursión en una dehesa cercana a Almaraz. Inspirada por la naturaleza, la maestra compara el ciclo del agua con el ciclo de la dehesa. Habla de nubes de bellotas, de ríos de paletillas y de la evaporación casi espontánea de los platos de jamón en los bautizos y Peter Pizarro, que desde niño siempre que oye la palabra bautizo necesita orinar, se esconde detrás de una encina. Aprovechando su indefensión, un cerdo radiactivo, ibérico y fosforescente muerde a Peter en una nalga. Aunque en la dentellada se pueden distinguir al menos dos trayectorias y la hemorragia es considerable, la maestra no da al incidente la menor importancia porque los Pizarro son ocho hermanos. Esa noche Peter tiene un sueño intranquilo. La radioactividad ionizante inunda su torrente sanguíneo y altera su ADN. Sueña que se convierte en Pigman un superhéroe con la fuerza de un cerdo ibérico que en su pecho lleva el escudo de Almaraz con su banda azur y oro engolada en dragantes de sinople. Vuela en su sueño Peter Pizarro descalabrando los planes de aburridos villanos y accionistas mayoritarios que solo quieren conquistar el mundo. Lástima que, mientras Peter surca los cielos en sus sueños, la radiación ionizante de Almaraz, que no sabe de comics ni superhéroes, haga su lento trabajo en el cuerpo dormido. Lástima que sea una radiación ionizante prosaica y de pueblo que no te regala mirada de rayos X sino quemaduras en la piel, que no te hace de acero sino que te produce la caída del cabello, que no te hace volar sino que te machaca con náuseas y diarrea. Lástima que la central nuclear de Almaraz esté tan lejos de Metrópolis.