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Inicio / Cuenteros Locales / freddy50 / Triángulo mío.(Segunda entrega)

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Hola amigos de la internet, y un saludo especial en si a la página de los cuentos toda. En cada publicación debo trabajar en específico teniendo que explicar nuevamente pequeñas aclaraciones, como que estoy trabajando sin corrector de ortografía, y vaya que es difícil este asunto de las palabras; que esto se trata de una especie de juego que denomino reality, pues arranco de la nada y voy formando un relato con lo que va saliendo sin posibilidad de borrar, tachar, arrepentirme de la historia, todo lo contrario debo armar un cuento a partir de lo que aparece. En realidad el oficio de escritor es al revés de ésto, pues primero debemos escribir en secreto hasta que nos conforme lo realizado, luego registrarlo, y finalmente darlo a conocer; que seguramente el talento se verá mejor potenciado. Pero a mi me ocurrió que hace once años atrás empecé, con las orejas del burro puesta, como jugando con las palabras y oraciones, practicando con la computación de lo cual era peor que nadie. En fin en ese momento entendí oportuno escribir bajo la excusa de ser un reality; más luego quedé enganchado en el anzuelo y decidí continuar cual un acto de fe, que tal vez me lleve algún lado positivo; mi vida en si es un experiemento. Creo que es interesante observar como de todos modos se debe poner mucho empeño y no andar esperando que las cosas caigan del cielo. Digo esto pues pienso que aquí las estrellas son las letras, el universo son las palabras, y lo de dios todo un cuento.
1-Mabel :
Al que le hablo de lejos en la distancia, atlético bramido noventa sesenta noventa de años parecidos, con el corazón mirando embelesado, queriendo aclararle de entrada, señor cazador de las mil prendas, que primero soy un humano y recién luego una mujer; un budín de undir en la taza de la merienda. Ahora claro, por boca del pueblo sorprendida me encuentro de saber, que pronto irás alcanzar, en menos de lo que canta un gallo en un amanecer demorado por acople con la luna, en registrada gesta pública por los Ginnes, de masa corporal, uno dentro del otro, la friolera portentosa de quinientos kilos reales. Vaya noticia de boca en boca circulando y agitando banderías de todas las naciones, sorprendente conocimiento capás de lo increíble; pues entonces tómame como tu esposa que sabré prepararte ricos manjares altos en calorías. Aventura que me rejuvenece auyentando a bastonazos el ollín del pasado, que se me tonifican tanto las ansias y los anhelos en saberme en el rol de tu brazo derecho. Y sin yo renegar un segundo de los tiempos idos en mediocridades, ahora incólume celebro de afrontar contigo, titán de metas inalcanzables, lo sucesivo de ser tu compañera desde el medio liliputiense segundo de convertirte en un mamotreto colosal. Entonces, si tus orejas pueden, escucha mi copla de sentimiento interior, candidato a ocupar la plaza que sobra del colchón de resortes, ángel voraz que el paisaje brinda ante mi ojos que me dás vuelta la cabeza como un guante, colchón que luego desnivelado de tanto contraste será reemplazo por otro parecido con amortiguadores de locomotora; de todos modos como nadie puede garantizarnos una estabilidad plena que rompa con las leyes del desequilibrio, trataré de convencerte que aumentes de peso hasta donde me sigas gustando tanto, de nuevo aclarando, que igualmente será eterno el placer de tenerte redondo. Cuando pienso en vos, lo sustancialmente suave de la lozanía me invade el marmol liso de los sentimientos lelos, de una señora viuda, que entre copetines Cinzanos, goza de dos pensiones de maridos muertos en combates con la malicia; y camino descalza entre escosores que descienden llanos de los sentidos despertando rayos de fantasías en la inteligencia.
Ay pero que cosa, no estando enamorada ya siento síntomas de intoxicación en mi cuerpo; las famosas hormigas que en fila me recorren por la espalda pasando por la cintura rodeándola en forma de corazón a la altura del ombligo; con todo y pesadumbre, me niego a reconocerme perdidamente enamorada, pues por mi espíritu de pionera number one ya lo hubiera ido a buscar a la reserva trayéndolo de los pelos; aunque algo me dicta premura, paciencia; pero otras voces interiores se alzan con deseo de sublevación, revolución, modificar lo inmodificable. Una principiante al volante del convertible parezco; pero no, soy la dueña del tesoro ilustre de la ciudad de Nuestra señora de Luján, que es mi chacra repleta de ganado; y que mañana será convertida en una gigante ONG, donde iremos reclutando niños huérfanos a quienes brindaremos paternidad, pensión, y amparo.
Oh allí estás de nuevo, recurrente cadazor con trailes de jardinero cargado de fusiles, que puntería tienes, bombón con cara de martir, ah, y esos humos que salen de la carne que al instante asa, me fascinan hasta la obcecación del temperamento. Y esa luz entrecortada del bosque que encima me sume en escalofríos de subyugamiento, haciéndome sentir una actriz paracultural, diva inmortal, una Isadora Duncan embebida de un pusilánime talento suave y dócil, sin modorra del instinto, impulsando los deseos de amar ser ama de casa, y ni chistar por los cuestionamientos más volubles y tontos, o de esparcimiento. Y es así no más que en las elecciones voto a quien creo conviene, al pobre país que naufraga ensopado en la ignorancia, pues la coyuntura está primero que la filosofía, y esta actitud finalmente se termina por imponer como la acción menos desacertada; y entonces mi idiología vuela como los panqueques, a cara o cruz entre lo liberal y lo socialista; con a veces soñar con una sociedad anarquista con igualar para abajo en lo económico, y así tal vez ser todos felices.
Obsérvese dios mio, como este tierno y labriego príncipe nuestro, en estado de vigilia permanente, logra invertir mis valores y mi piel, de como de la oscuridad de la soltería paso a estar transparente como una cortina de baño, que deja traslucir mis arrugas lógicas del desgaste cual perlas agrupadas en fila india.
Aunque a decir verdad descarto que este mesías tatuado del reflejo de jazmines del cantero sea un mentecato, o de asociación con bobos sueltos sin patente ni reaseguro, o que en la cuenta bancaria vaya a vacilar en depositar la sangre del venado. Quisiera por fin hoy encontrarme revolviéndonos el adobo de su fuente de hierro, que es un cañon que apunta al cielo de dios cual una pintura de Rembrant; y con todo volcar el mortero sobre el ciervo chito. Mi futura asistente de amamantar sirvienta Hortensia quizás me entienda, a lo mejor me escuche, y bailando en el ocaso del alba, olvidando la diferencia de clases, sane mi juicio herido de embeleso, con ese chachachá de los enamorados alegres, bailado solo por matronas. Es un cautivador que desde la distancia te hace tambalear los conceptos más básicos, como los pensamientos de un gata agradecida por la caricia. De andar tan decidido que empaña el juicio más elemental en curso, que luego te haces pipí en la cama, y sonambula lloras como una niña. Vaya, ahora entiendo porque come tanto y sin respirar. No tiene miedo de ir preso, es un hombre onceabas veces tridimencional, muy viajado, de varias vueltas al mundo, en bicicleta, descalzo y de a pie ¿Hay existencia en la carcel; se es alguien cabal fuera del territorio de la patria? Cada olor que llega es un perfume que me deslumbra y me plaga de estupor. Mis amigas se dan cuenta que me gusta y balconean desde la frugalidad del chisme; por eso ¿A quien le hablo cuando hablo, qué supongo cuando supongo que seré correspondida? Socorro cupido me hundo en una cienaga. Llevo como una pesada carga la imagen de mis hermanos que me reprochan estar como clavada ansiosa con el ensalzado encantamiento de no poder regresar donde tranquilamente me encontraba. Y entonces busco argumentos para convencerlos que voy por carriles paralelos; que no teman que la vida dá rebancha y sino un empezar de nuevo. He tenido novios, y algunos fueron un refugio sistemático para el aburrimiento, garantizado cruzigrama de respuestas obvias pero inalcanzables, solo habia que esperar que el trámite finalice a la hora de salir disparados, de volver al suavizar conmovedor del sonido del hogar en la libertad de encontrarse sola nuevamente. Luego, casada en primeras nupcias, la cosa mejoró bastante, pues supe elegir el mejor damasco, hasta que las aspas del traqueteo por falta de dosificación, revolvieron la salud en remolinos que eran tirabuzones que fuéronlo llevando al cementerio de sopetón en un final muy previsible.
Es voz populi que cuando él caza, soy una presa más contra la pared de fusilamiento. Desde que éste cachiporra con bananas de pertrecho se instaló con el campamento, mi presente son estacas que danzan clásico y tirantes de soga arrebatados por la hojarasca. Paf, cada disparo me provoca brincar de alegría, y de travesuras, enseguida pretendiendo saber a quienes a disparado cuando de perdigón se trata, o que elefante pulverizó ante el estruendo cañonazo de bazuca; y cual yace muerto cuando es disparo de bala de grueso calibre, que es ver como se pulsan teclas de un piano. Que atractivo que está el día, de fresco piar de los disparos, o el retosar en el sofá es un blindaje de tesoro pasatiempo, que luego acaba en sutura al pecho que estalla de suposiciones imposibles, que se enciende en la gestación de deseos, un cupo de energía que encuentra salida en mirar y mirar por la ventana, de un nuevo intento que es gracioso apreciado en el desenfado de la soledad ¿Será verdad que el amor es como una boca sedienta que chupa de un mate taponado, y se pega como el presupuesto del diariero, y te arrastra cual catarata? De verme enamorada el personal del campo y las señoras del servicio doméstico pegan la vuelta apresurados que resuena a castigo del proletariado.
Ay, otro disparo, de quien se trata ahora; un ciervo con cuernos de reno, o un reno con silueta de ciervo, no me cae la ficha. Que casualidad, que empatía, yo hablando de la servidumbre y él cazando otro ciervo ¿No es genial? Hace una semana que armó el campamento y yo que estoy aquí congelada, sin prenda de vestir acorde con la locura, siendo desconsiderada con el conciderado que me tiende un vaso de agua, en este infierno de fuego de hornalla de restoran. Es un donjuán, pero parece no interesarle la moda, ni tampoco la histeria, que ni un resplandor de sus ojos pude divisar en este sentido cardinal. Tiene ventilado el apetito del amor carnal, seguro por andar en fervor entusiasmado de seguir la presa hasta el bienestar de la reserva, y en todo caso disparar aunque estén entrando en la jaula, entonces me compadezco de Joe que debe sudar adrenalina del sabor amargo de la caca.
(Pero nuestro guardaparque comerciante de exóticas especies, no se amarga tanto por los desesos, pues trafica con animales que le entregan como caramelos al kiosquero, más luego de la quimera de negociar a gusto y piachere, se empilcha para ir al encuentro con alguna turista visitante de la reserva que de paso le diera bola, a dejar el óbolo y la conciencia limpia de la líbido en algún albergue transitorio. Para finalmente planchado de almidón terminar empachándose, como lo haría yo con aquel que me pierde, en lo de la amante psicoterapeuta, señorita que se lustra con el traje de guardaparque, tomada del brazo cual manzana del pecado, solamente en la oscuridad de un cine.)
Aunque en esta etapa actual de enamoramiento absoluto, surgida del marco en ésta pandemia gris de muebles antiguos, de recién ir comenzando por el encantamiento en la epidermis del proceso, pero metiéndose desde el ventanal irremediable en el torrente que corre como en una cascada, con todos los pares de cejas fruncidas, y de ojos intrigados enganchados del desenlace: Este casco de estancia parece un mc Donal donde se come gratis; con yo en el núcleo ya siendo cautiva de la tremenda ansiedad típica del encantamiento amoroso, de tenerlo metido por fin en la esfera celestial de imanes sujetado en yin yan definitivo; de indilgante rencor me pone chinchuda, desde lejos no romper la barrera del recato haciendo interceder un mínimo saludo, con ello haciendo sonar el silvato del minuto cero, dando comienzo al partido del amor eterno. Cual si la realidad fuera el reflejo de mis antojos y no una sucesión de acontecimientos, donde lo primero es nacer, destetarse, y recién luego caer en el anzuelo divino del amor que necesitamos; que en cada párrafo de la novela levanto la cabeza para ver que sucede, y nada. Estoy recluida en una racha de ocurrencias de que decir cuando lo vea, cuando lo tenga cerca, y nada que hacer, todo sigue de la misma manera, yo aquí, mi duende de caramañola vestido de river plate allí, disparando flechas con ronquido de pólvora seca, y el bosque en llamas, más la reserva lampiña con la catedral esperando el si de los cortejantes. Atrévete Mabel a soñar con empezar de nuevo, que los hijos se mandaron a mudar, y apenas si se acuerdan que vivo el día de la madre, donde quedan los mensajes que cuestan lo que un abanico con los dedos. Y aquellos maridos difuntos que duermen el sueño largo del paraíso, hoy como nunca compiten en mi interior por saber quien está más muerto, o los otros afectos importantes en el extranjero aguardando una pensión de privilegio, a los acuales felicito y desde aquí les mando saludos; más mis amigas que nada son más que un caballete de donde arranco chocolates con burbujas de las ramas; ellos son todo el acervo que prefiero mejor esquivar y soslayar del balance, para más adelante invocar en mis rezos.
Infinidad de estrofas obvias y sencillas, sentencian espontáneas mi música que sale del alma. Hola amigo, por fin llegaste. Hola amigo, o más que amigo, oiga, no se asuste, lo estoy esperando para hablar solo de trivialidades. Te quiero cazador de las mil presas, cuento contigo, pues voy camino a estar prendada de ti. Vivo como en un subsuelo bajo las bombas de mis latidos estallando de tanto palpitar; sepa que enfrento las seducciones del buen tiempo, entre páginas en blanco, donde dibujo palabras de amistad entre nosotros, cuyo mi cortés adjetivo es dicer a todo que si mi pulcro amigo. Sepa que si tengo una pesadilla y está usted metido entonce me río como en una bella historia. No Mabel, es mucho, debo ser un poco más recatada, tal vez lo espante mi desenfado como paloma, y entonces si que muero en guitarreando sola. Que bueno tenerlo, Don, al límite del rancho cazando algito eh? Vaya, no tema por las balas perdidas, que si alguién muere invita la casa.
Tenemos necesidades Mabel de arrancar la maserati; tenemos sed de amor Mabel, la voz del inconciente repite. Mabel eres hoy un girasol honrando en el comienzo de agosto al cazador vestido de selva, que además apetezco macarrones con gulash de ciervo, con hongos del bosque. Oye abstraído glotón del viento pampero, mi prometido deseado hasta lo indigno, por siempre compinche de la desandada orfandad, sea considerado duende plausible de mi, y de una buena vez tuerce en ésta dirección tu cuello de espuma salvaje con sudor abrasivo que tanto me erotiza. Mi nunca amanerado deseando, observa ya el suplicar de nuestros corazones, salpicados de un aburrido presente de porcentaje separados, flotando cual globos perdidos, en un futuro pronto a unirnos sin rendija de ninguna melodía que dictamine lo contrario, en un reino de luz solo para nosotros en oscuro mundo de farol de luna. Tú para nada eres el sobervio aquel que le teme a la muerte, de ningunear al son del menosprecio, y entonces mírame que amerita un pantallazo de amor de avistamiento fugaz. Falto de parla, tirano de ti mismo, acércate a pedir socorro por alguna estúpida limosna, que esa taradez te llenará de amor esplendoroso de amalgamarse en sus propios rayos bicolores, y acantonado en la imprudencia has de perdurar sobre el cielo cual barrilete de frente a la locura de mi piola, con dosis a cuenta gotas de dulzura de mis labios; que ascendentes de ha pasitos han de alcanzar la eternidad del placer inmaculado.
Anda cazador de lo prohibido, cázame y casate conmigo, y que el descontento de la lucha cotidiana se vaya a esfumar agrupado en asamblea de infortunio, desdichas todas anudadas en pormenores estériles. Y que así se mitifica como se borda, y chau pinela a la mediocridad del subsidio de caricias interesadas. Además tenemos la obligación de intervenir por cada deposición que el afecto, afectado de soledad, manifiesta en ronquidos de piedad, o jadeo de compacto dolor. Pues, la agonía de caracter eterogéneo, es lo primero a desterrar, y lo segundo la arteria por adonde circula la opresión; es el amor lo que destiñe esas cosas, lo grande viene, lo enorme se queda, las flores florecen sin tiempo, los amigos yacen presentes a cada momento. Y la alegría de los miles de vecinos por nuestro amor, presentes, codo a codo, combatiendo la maldita indiferencia, ya verás, triunfaremos aguantando al planeta como aquellos platos que sostenía elefantes y dinosaurios, y que se caigan del borde al espacio sideral aquellos que del amor repugnan, intentando divertir con pasteles de harina y agua; indignos pluralista que para ellos el amor es sonsacar ingenio de lo extemporáneo.
Aquí avioneta solicita pista para aterrizar, sin exenciones por favor que enamorada voy gastando las pocas provisiones del tanque. Hago correspondencia del afecto que también tengo por las pistas de aterrizaje, pues sino me tragaba aquel portón que habre las puertas del edén. Bien, con éxito estoy de vuelta en casa y en mis cabales.
Desde otra prespectiva del soliloquio, ahora muy en serio centrada en mis cabales, digo que en la medida que no hablemos por primera vez, iniciar una mínima charla donde fijemos una fecha concreta adonde encontrarnos, hora donde me pasará a buscar, u horario, de tal hora a tal hora, y yo lo espero, o sencillamente establecer como lugar, que luego de la jornada de caza se venga hasta aquí, a tomar un té, o comer un rico asado al son del crepúsculo, toda nuestra relación será precaria indiferencia, de cero encuadre que tenga una carátula existente, pobreza extrema de las relaciones interpersonales, o sencillamente, buenos vecinos de esa clase que no se dan ni media bola. Es preciso entonces, primero un acercamiento por motivo de intereses comunes, hasta que algo nuevo aparezca. Peor sería que por fiaca o impericia no nos animemos a poner en el tapete esas benditas pautas donde luego establecer las cosas que deseamos que ocurran. Una confitería para la primera sita, con personas que se configuren en pontenciales testigos de que existe una relación afectiva; y por ello uno se toma las manos y juega con las flores sobre el mantel de la mesa, para que vean y sepan que en nosotros algo a germinado de manera fulminante. En fin, hoy día, muchas veces soñar no es tan barato pues los hipnóticos están carísimos, entonces mejor un buen tilo y a dormir tranquilizados.
Hortensia prepárese un té verde, muchacha; que verde es la esperanza. Voy a llamar por teléfono a pedirles a las chicas que me excusen que no puedo ni doblar la esquina; sabrán por experiencia que se trata de no poder escapar del sueño de lidiar con el amor, que hoy insiste como nada. Yo atrapada en el ahora que se extiende como el diario del lunes nigromante , y mis amigas que sigen recordando aquellos novios de la secundaria, no pudiendo dicernir entre los tiempos idos con la actualidad posesiva; maravilladas de aquellos momentos tibios, reímos y hablamos de padres y maestro, de confesiones y del primer beso, siempre sacando el cuero del galante muñeco profesor de gimnacia. Mis amigas son un portaestandarte de donde me exhibo con la bandera de las princesas vacantes en la cuna de la camaradería.
De la juventud tardía solo me queda Joe como el mejor amigo entre tantos, desde que la reserva se instaló enfrente. Con todo quiero que está mañana sea de goma y que al medio día se llege recién dentro de un lustro.
Prolija y vacilante, calumniando la mañana con pesares de la sombra, en manto de opacidad, espanto del aire el fastidio de un largo compás de espera devenido en fiasco, dudando muchísimo que vaya ser el sabroso día equis, de reemplazar el repudiar con la violencia de la carcajada. Ah, pero este hombre hace días que está solo sin damas de compañía, en la abstinencia absoluta del instinto, que a mi gusto lo dignifica esa frugalidad opuesta de los animales; pero eso si, come como lima nueva. Lo veo en la bola de cristal del inconciente ser acicalado hasta pelando un caramelo que evito pensar en quitando mi vestido. Estoy seducida de su danza fantasmal que invierte la opacidad en la brillante selva que lo empaqueta. Es de fiable bravura de aplicar tormento a la manada con la piedad del coronado cazador; y luego al pie del rescoldo eximio cocinero; más como a mí me place, primer comensal de atragantado apetito, consagrado tripero de hincarle al diente sin asco. Con todo la vida es difícil aun en la abundancia, que seguramente con el bolsillo roto y sin un centavo a de andar a los tumbos; por lo cual quisiera poder donarle dinero, bienestar, y riqueza, para que continúe por este camino del buen deber. Y aunque yo siga soltera, o muera sin llegar a construír el paraíso aquel, rendirle pleitecía como una admiradora creíble que no pretende más que un guiño complaciente. Deseo con toda la furia legítima de la suficiencia, cumplimentar cada paso de los sacramentos que nos conduzcan al matrimonio, y luego si sucumbo batallando en el intento de hacernos felices, dejarle la pensión de viuda a éste marido nuevo; que de seguro habrá de compensarle a la sociedad mejor que cualquier candidato a ciudadano ilustre. Mi temperamento aplazado de preguntas encontradas, donde vanidosa fallezco desesperada en la disputa interior de abandonar los prejuicios atados a las costumbres ansestrales, se haya reacio al posicionamiento neutral, deseando sin escrúpulos patear la puerta y rugir al bosque, aquellos sentimientos comprimidos en una como cámara de gases fatuos. El conmutador del panel parietal derecho me pide Martini en la vejiga y continuar con preguntas existenciales en los labios, de como conquistar la ruta del desierto que me lleve a su corazón de vagabundo.
Siendo libre y soberana, de derechos adquiridos, con solo la descepción de estirar el tiempo en esporádica oscilaciones, de escasa ración de mi presencia en su presencia; y del retraso de no tenerlo al ritmo de mis ansias, quiero meterle presión y hacerme ver ante su telescopio, que sin ánimo dialogista le pretendo quemar el cerebro y dejarlo taponado, ante las curvas de mi cintura brillando hasta los tobillos, para que luego vaya a balbucear esas primeras tácticas fundamentales, que hoy día quien no tiene un celular es que no gira con el mundo. Y si por tal cosa, en efecto es tímido y lo cohiben las personas, sin ningún titubeo habrá suspenciones del personal hasta quedarnos solos; y que los gremios beban de la toalla mojada del granero. Que tengo más plata que los industriales para pagar cuanta indemnización que me recaiga sobre las determinaciones.
Vamos Ignacio Poncini, que la historia de los pueblos se fortalece de lo genuino, pues sé de tu vida mejor que de la biblia misma, ponte los largos y ven a buscarme, como aquel militar que afronta al enemigo furioso pero con ánimo de acabar con la guerra y enseguida firmar la paz enlodado de sangre cuajada; más a la sasón entreverarse de amor y procrear con aquellos que tanto odiara. No tengas recelo del desengaño que te diré si, mil veces si, sin sacudir el si con el plumero, ni quitar del rostro enamorado el rubor con detergente, siempre estaré sucia de sacrificio, con las enseñanzas suburbanas para nunca titubear entre nosotros, desnuda en la arrogante cama de los cónyuges que nos aguarda, con la certeza del cielo como testigo. Amor mio, probable compinche de lo nuestro para siempre, solitarios fundidos en sola gota de diamante, del timbal que resuena en el viento feliz de soplar a quienes lo merecemos. Ya lo verás que no existe obstáculo, ni rémora, nada que vaya a impedir que seamos por fin felices; unidos en sugerencia de dios, de poblar el universo de enamorados.

2-Ignacio:
La existencia es nada sino le agregamos algo, como la llama del fuego que significa una simple consecuencia de un material que se consume por la alta tempertura; esa fogata adquiere sentido cuando el cuerpo frio aprovecha el calor, o cuando se agrega una holla con alimento; y entonces la llama cambia su forma buscando ascender por la superficie del acero. Lo mismo ocurre con el cuerpo humano, que sin ejercicio parece una prenda suspendida en el aire, y sin alimento un esqueleto vestido de persona. Por ello: Estimado lorito, sepa que, cuando de término a esta aventura deportiva de alcanzar los quinientos kilos, lamentablemente, sasonado y con papitas, usted será comido; que digo tan recatadamente hablando "comido" ¡Deglutido! Junto con otra veintena de pajaritos, que en la última recolección de este arduo procedimiento en curso haga efectiva, antes de entrar en la cara anversa del juego, este mi regreso de la obecidad, en riguroso plan de adelgazamiento. Será deglutido entonces, en senda picada de ámplia varidad de especies provenientes del cielo azul celeste. Más luego, ya, metido en período de bajar de sobrepeso, mientras usted permanezca en la panza y en la memoria, prometo recordadar nuestras extensas charlas. No me llore amigo, falta mucho para esta circunstancia, de momento estoy en mis cien kilos naturales y aumentando. La caza de animales es una actividad válida si acaso la presa es usada para comer uno, en familia, convidar al vecino, o alimentar al pueblo.
Y otra cosa que falta decirle, lorito, es que: Soy un hombre permanentemente enamorado de la mujer que allí, donde relucen las tejas del color del corazón; vive pernoctando sola, pues no tiene quien la acompañe ¡Que injusticia el destino! Mujer tan hermosa sin marido, fregando en sordos suspiros sus propio calzones. Tal vez no, seguramente, por mi culpa de verme reventar de gordo, ella me ha tomado asco. Osea, soy mi propio pueblo, y en estos ciclos de caza que vengo llevando hasta alcanzar el peso y luego regresar, como, del verbo comer, hasta engordar casi explotar, pareciendo una carpa de circo, tanto que dudo que su cerebreo falto de inteligencia acaso pueda entender. En cierta ocasión he tenido que arrendar un tractor para poder desplazarme, tal es que aumento el volumen del cuerpo que ni de cerca los talles especiales para gordos comunes me son útiles, debo fabricar cada cosa que me pongo. El último intento en que hube aumentado de peso hasta llegar a los cuatrocientos noventa y nueve kilos, fue la ocación más acorde con mis deseos. Soñaba despierto, quería alcanzar los quinientos pero finalmente me fue imposible ¡Pero ahora si que podré! Aquella vez, cazé un oso haciéndole el abrazo del oso, luego lo asé y lo comi en menos de lo que canta un gallo, con ensalada verde de acausiles , espárragos, radicheta, rúcula, con además fideos mostachole. Algunos me apodan: El ochentoso, pues dicen que he deglutido ochenta osos de la reserva; mentira. A renglón seguido, haciendo un pozo ciego, encontré una pata de dinosaurio, con la carne negra, pero aun comestible la pata, me la mande para dentro, junto con ensalada de quinientas zanahorias. De inmediato como en película de acción subí al tractor y sin miedo de tener que atenerme al ridículo, fui a una farmacia, me pesé, pero la aguja giraba como aspas de un molino de viento, la balanza tenía solo capacidad para ciento cuarenta kilos, quería partirme al medio, pero preferí correr a una fábrica metalurgica a pesarme en serio, cuatrocientos noventa y nueve kilos, no llegué a tener la sartén por el mango del nuevo récord. Nunca he perdido la agilidad del flaco. De madera que desilucionado entré de inmediato en el proceso de adelgazamiento hasta alcanzar mi peso original, setenta y ocho kilitos. No existe animal que no halla comido, les he dado muerte pero los he comido, sin cohibirme por la cantidad. No queriendo que se escape ninguno, he llegado a cazar manada ciervos con metralleta. He aplacado las penas sentimentales consolándome comiendo leones, y el apetito como si nada, firme; y he aquí que al observar tanto entusiasmo, quiza por orgullo, y empecinamiento de demostrar lo que puedo si persisto, me fijé la meta de nuevamente alcanzar esos otros diferentes, difíciles quinientos kilos, luego no más de algunos gramos. Es para mi imprescindible hacer campamento en la reserva, y considerar que debo permanecer mucho tiempo al servicio de esta gloriosa meta. Retomar la cacería y machacar hasta engordar lo suficiente. Macerar lo que vaya a sobrar y desayunar apenas despierto. No crea usted que los llevo a la peluquería, los cocino con pelos, mastico hasta el cuero, tragándome plumas, cartílagos, y hasta las pezuñas. En dicho trance no como, trago, la práctica diaria conciste en tener la ocupación por la fogata, propinar la bala sin desperdiciar municiones, perforando la presa de una, y de haber un arroyo lindero, en tal caso añadir la pesca cual complemento, sin tragarse el anzuelo, claro. Y comer como un loco, sin pensar en lo que se vaya engordando, hasta despedazar la identidad y parecer un astro con extremidades, pero alcanzar la meta, que si antes pasaba por una endija, después, así de hinchado, costará cruzar un puente por debajo por temor a quedar atascado. Con lo cual amigo, como esto recién comienza, usted podrá aun vivir otro tanto de un buen tiempo junto a mi lado, y por lo que se sabe, aunque sean ustedes bastantes longevos, luego de la última recolección, antes de abandonar el plan de obvecidad extrema, será comido, juntos con otras aves, cual población que se la traga un terremoto.
No tengo otro basamento que hacer cumplir a mi modo la promesa que juro llevar adelante; ojala pudiera con mi dinero seducir a la señora que allí vive sola. Lo sueño pero lo veo imposible. Más entonces no teniendo con quien formar una pareja, siendo rechazado y despreciado, prometo a todos los santos esta vez si alcanzar los quinientos kilos. La pesca no me entusiasma tanto como comer carne de animales, pues el pescado no engorda, acaso me trage una ballena con espinas, que parecen huesos, como broche de llegar a los quinientos kilos. Más luego con usted, ave de pico encorvado, tratar de sobrepasar esos quinientos kilos; para que no queden dudas del peso ideal. O al revés, llegado al peso establecido como perfecto, al entrar en la zona de rigurosa dieta, con la exigencia contraria requerida, con tijera especial de grandes ojales para que entren los dedos, cortar sus plumas primero, más luego, de a una por dia, mientras usted vive aun, chuparlas cual hoja de laurel donde descansaba el adobo, y al final con el alma de cara al cielo, lentamente: un día las patitas, otro las alas y así sucesivamente con cada una de las víseras, en varios días comerlo entero; acompañado de arduo ejercicios para quemar calorías. Morir de hambre pero volver lo antes posible al peso actual. Seré un mito que la historia recuerde, tal vez una leyenda, fiel reflejo de lo que el humano puede lograr si se lo propone. En cualquiera de los casos, no le tema a la acción del filo de la cuchilla, pues falta mucho para que lo introduzca en mi barriga.
No le costará razionalizar la idea, cuando vea, en esta olla hirviendo, toda esa familia de conejos que allí vienen marchando por el caminito de tierra rodeado de flores silvestres. Jo Jo, allí los veo acercarse, de orejas ergídas. Vengan aquí conejillos blancos; ay que rico sabrán en guisado con polenta y tomate. Silencio y parcimonia, dedo en el gatillo en pistola automática; serán diez disparos y a comer como la constitución manda, en constante rechinar de la mandíbula, en compasado adiestramento de los molares. Pero que hace: brrrrbrrrr, imbécil, me los ha espantado; que haces gil quieres que te vuele las sienes de un tiro.
¿Y ahora?¿ Le deberé comer los perros a mi enemorada si es que no cazo nada? ¿Eso quiere? Y ahí si que chau a las ilusiones de ser su marido; tonto, en este bosque a cielo cubierto no abundan las posibilidades como en la reserva; lo deberé rebozar en pan rayado antes de tiempo.
Por todos los santos me ha dejado ciego. Es que entiende el idioma y me ha picado los ojos, maldición, me ha puesto un cerrojo en las pupilas dejándome ciego. Ah pero entonces entiende el idioma desafiando el cautiverio. Que suerte, solamente a hechado caca en los ojos mientras volaba huyendo para siempre; al próximo que caze le cortaré las alas.
A lo lejos hay una manada de jabalies, con uno solo, más las pezuñas, tengo para la cena; comeré las víseras hervidas en vino. Mejor será usar la escopeta. Pero a ver, también hay un leopardo en aquel árbol, ta te ti, debo elegir pues cuando dispare no habrá heroes a la redonda más que la presa moribunda; que delicia el muslo del chancho salvaje, pata y muslo y la olla; y el fuego, más el picante, será la receta perfecta.
Hay señales de prohibido cazar aunque me importa muy poco, para vanagloria del futuro debo alcanzar los quinientos kilos.
Oh, de pronto regresa el loro nuevamente. Me parecía, no entiende lo que hablo pues sino jamás regresaría. Voy a disparar antes que me espante a estos candidatos. Pá, le he dado ¡Que bueno! Éstas alegrias son una quimera, comer y purgar las penas comiendo: Ciervos cocidos en sal, pajaros presas del gavilán que soy yo cuando extiendo las redes. Soy esclavo de mil placeres, desafiando la rapiña del halcón sin dejar resto alguno. Estando gordo puedo comer un elefante con la velocidad conque la gacela cruza el valle. O nutrias por docenas, que coartada su libertad quedan en mis muelas trituradas, con absoluto entusiasmo puedo comer perdices por miles.
Atención Ignacio que regresa el loro. Venga no tenga miedo, no se borre, descarte que tenga celos de verlo apetecer mis legumbres y lechuga, no lo voy a dejar en ayuna, no soy tan cruel, tengo alpiste. Deje de parecer un aficionado, ignore el instinto de conservación. Caresco de un control remoto que haga que vuelva por si solo. Con ese afán de pájaro deprimido no encontrará diverción en este mundo ¿Será que entiende el idioma? ¿A ver? Tengamos un trato diferente, le dejaré de hablar como un sabueso, debemos crear una manera de llevarnos mejor. ¿Sería usted capás de entregar una carta a la mujer que tanto deseo? Mire aquí la tengo escrita, metida entre la ropa y la carne, sin ánimo para la entrega. Epa, la ha tomado con el pico. Sale de mis ojos una lluvia de lágrimas de esperanza. Será usted mi mascota preferida si logra entender lo que pido, y llevar adelante tamaña misión importante. Vaya pronto, y si llega a dar con ella, no quisiera ser delatado mi en modo de cocinar los trofeo de caza; estaría demás salirse del objetivo de entregar la misiva solamente; evite entrar en conversación, o agregar chismes sueltos de lo que aquí ocurre. No intente llamar por el frente pues las ventanas están clausuradas, mejor vaya por el fondo y haga escándalo batiendo alas. Obedesca, que luego lo espera un paraíso de deseos cumplidos.
Igual no sé para que me gasto, no creo que entienda lo que digo, pero se ha perdido por el epeso monte. Apuesto la escopeta y los perdigones que escupe la carta en el primer árbol. Que pena sería no lograr que mi carta de amor llegue a destino. Tengo que recapazitar y darme cuenta que ella no me aceptará la propuesta, viéndome así comer desesperadamente. Voy a seguir cocinando el chancho, de a trozos ponerlo en la holla a hervir con sus camaradas. No quiero huir de las responsabilidades y distraer mi atención con ilusiones vanas. Mis latidos parecen municiones que estallan como fuegos artificiales. La otra vez mastiqué una bala por comer hasta atragantarme; sin embargo la mejor receta para engordar es comer apurado; hoy por ella seré delicado y me pondré el babero. Atención oigo el rebuznar de su asno, será que el loro ha llegado. Con todo, entre soyosos de alegría y suspiros de esperanza, seguiré hirviendo la presa. Aun estoy flaco pero luego iré engordando, aunque por más que avive el afán del amor, pulsando al espacio las estrellas con los dedos otorgando brillo al firmamento, aun teniendo el anhelo de formar una familia en un nuevo comienzo, lo más probable es que me mande de paseo, dando por el suelo con las ganas y con los anhelos.
Existen distintas variables en el amor que muchas llevan al cansancio extremo, pero la soledad, aun sea comiendo caviar, es como ser parte del incansable viento. Hoy prefiero mascar reses cual pochoclos, tirarme en el catre a soñar, si se quiere con una cama de cinco plazas para mi solo. Aunque, para que mentirle al estío, tengo una fantasía recurrente de reaparecer con flores para mi enamorada, de entre la bruma de una mañana gris plomo, extender el brazo colmado de pétalos de un ramo, dar un beso en sus labios, y aceptar el perejil sobre una sopa caliente y vulgar.
Allí veo venir de la finca al loro, en la plataforma ideal de un paisaje distendido, con vuelo insigne de andar en travesuras, batir de alas de agrupado entusiasmo; que más nos metemos en este entramado amoroso, más lo venero. Y si mal no veo, por modorra en la mirada, trae en el pico, o bien la misma carta, u otra que Ella haya enviado. Pico ganchudo que reluce de un platinado diferente, entusiasma mi fe que cabalga sin montura de óptimo talante, de sospechar que tal vez sea una respuesta a mi pedido. Veo clavada la distancia que nunca se acorta. El corazón latiendo con prudencia, entusiasmo, discreción, sigilo, y recato. Ilusiones que vagan entre ansias deseosas, de un porvenir acompañado de un semejante de la misma especie, de género diferente, aunque de la misma hechura. Me baña una ducha de sudor que provocan los latidos, como el rocío que se poza cuando el sol se despereza, pues el amor a todo vapor se expande, cual urticaria del Amazonas. Y por más enojo que me desborde, jamás diré de enpanar al loro, amigo extraordinario, pues ahora tengo la certeza que entiende el idioma, es inteligente, más sin vueltas un erudito. No hay provervio que avise lo que estoy viviendo; pues ya no aborrezco el estar acompañado, ojala ella me acepte como marido de exsultante alegría que haga fusilar la duda a lo desconocido.
Sin importarme el sexo, a este loro lo nombro mi hijo. Que tal amigo, como le ha ido? Venga no tenga miedo; si usted se sitúa de espalda, como quiere que agarre la hoja que lleva en el pico. No querrá usted cobrarme primero antes de ver lo que allí trae. Como transeunte que mira el semaforo, veo que mi carta era verdosa y ésta que hay en el pico es una nueva de color diferente. Es que mi amada ha contestado entonces. Ande dese vuelta, le voy a poner de almuezo una panera con miga bañada en leche de coco, y lechugas de muchos colores. No me va negar que no está bueno el almuerzo, no es normal que un loro sea agazagado con tamaño banque, o quiere que lo acueste en cuna de niño con chupete en el pico. Estoy en trance de desvarío pensando que Ella vaya a quererme como novio. No pensaba negociar mi libertad por un puñado de besos, pero ahora que lo palpito sería negligente dejar pasar la oportunidad. Voy a saltar como el ñandú cuando me atrape la alegría, más el hipo de la panza llena trocar en risa de luminosa carcajada. Ande deme la carta, no sea loro avaro con tuberculosis por andar porfiado en indiferencia cruel; entre vagabundos de que vale ocultar que esconde el bagayo. Si pudiera treparía hasta el cielo, derribando la muralla hacia lo divino, para pedir a los santos me ayuden en este romance en crecimiento. O tal vez diga la carta: que mejor me vaya a otra reserva y deje de matar animales inocentes? Que dice si con la cabeza, no me haga sufrir; es largo el trayecto que llevo recorrido en soledad, penurias que alguna vez por fin terminan; teniendo hacer torniquete al alma para que no siga soñando pesadillas; caer en sistemático rezongo de percibir que la realidad del soñar se esfuma cual sobresalto. Aunque ya seamos viejos, quiero que este amor sea eterno, concreto como el porlan; y olvidar cuando recolectabamos como mi madre bosta del carro de la polícia para el abono de la huerta de tan solo dos hiladas.
Quiero ya ir ocupando la mirada con esas letras, expulsando del inconforme espíritu el sabor amargo, para que venga la alegría al llano donde el cuerpo hará crecer una espiga de esperanza. Ansioso sobrevivo a sus favores, que si antes rumiaba para sacarle el jugo al alimento, ahora quiero que el cuerpo reluzca sano, y la mente vaya a depredar mi naturaleza exótica, pido perdón entonces hasta completar volumenes de ofrenda al dichoso matrimonio. Veamos que dice la carta: Estimado. Usted me simpatiza. Quisiera conocerlo. Y de paso probar su ricos asados. Vivo sola. Si vos lo preferís traslademos el campamento al fondo de mi casa; y junto con el lorito quedense a pasar unos días. Los estoy esperando. Doña Mabel. Mabel: Allá vamos.

3-Ignacio:

Sepa usted señor lorito; mentor y padrino de nuestro futuro casamiento: Que anoche estuve con Mabel, adentro, en la casa. Le cuento que no pasó nada, ya sabe, nada de lo que seguramente su mente libidinosa estará fantaseando; ninguna de las cosas que hacen ustedes los papagallos para venir al mundo. Cenamos con luz de luna en la claraboya del color de un vestido de casamiento, mirando el enorme bosque de pinos detrás de los campos sembrados, y por momentos la propia reserva del estado; haciendo comentarios de horticultura, ganadería y política. Con los ojos vidriosos por el avance del enamoramiento, observabamos, ella con orgullo y yo con apetito en el panza, el vasto territorio de sus campos sembrados hasta los tuetanos.
Ambos expectantes, más por momentos con las manos tomadas, confundidos, ignorando si dicho contacto extraoficial estaba bien o era mucho.Yo, algo frenado de querer cruzar torpemente los límites del amigoibismo, quizas con exceso de educación de evitaba precipitar esa puntual travesura amorosas que luego tal vez lleva como tobogán al descontento amoroso, o peor, a la descepción, que cual cadena perpetua, te sepulta en el olvido. Y ella, siempre atenta pero rizueña, de esquivar mi sensual avanze que deseaba permanentemente algo más que el consabido trato pulcro y respetuoso. Con dicha prespectiva, y los nervios alterados; soñaba trascender los límites del recato, a mi manera claro, y a su tiempo recostar nuestros cuerpos en una estepa soñada que sabe a campo de margaritas; e ir, ir brillando los pómulos de rubor al compás de los infinitos besos.
Tiene la piel blanca, como las obejas que son usadas para llamar al sueño.
Mabel prefiere que vayamos de a poco, en cambio yo, con los años que tenemos, quisiera que se apure, pues entre lo que se tarda, más lo que nos vaya a durar la vida, será muy poco lo que podamos llegar a disfrutar el uno del otro.
Una linda noticia, es que Mabel no quiere que abandone el objetivo de alcanzar los quinientos kilos. No le agrada que deba cazar a mansalva todo tipo de presa. Por eso es que me ofrece, que lo que vaya a necesitar, lo junte de los campos sembrados; yo dudo que comiendo verduritas y frijoles, vaya a engordar demasiado. Para que se dé una idea, ayer cené treinta y seis choclos, tres calabazas enteras del tamaño de una carroza, y tan solo seis choripanes, y otro tanto de rueditas de chinchulín; así que, con este panorama desolador, le propuse continuar con la gesta como ella dice, pero hasta alcanzar la mitad, dosciento cincuenta kilos.
Resulta obvio que tenemos mucha afinidad, sin que el humor que cambia con los horarios altere nuestra buena onda, aparte que nunca discutimos por pavadas, en cada movimiento que hago siento una aprobación implícita, como si su retórica fuera a convalidar mis acciones con aliento de esperanza.
Siempre la veo vestida, elegante, ni con lupa le encuentro una arruga. No veo la hora, de aunque más no sea, ser su concubino; y luego con el apego del amor llevarla al altar y ser su legítimo marido. Insisto en aclararle que nunca la he visto más que vestida, pero con solamente ver su cara de hada madrina, el cuello y la garganta de terciado liso (cual la textura de su pico de gancho) es suficiente para darme cuenta que se trata de una miss universo, con algunos pocos kilos de más, que tranquilamente aportan más belleza aun.
Oiga que agarra de la panera de los humanos, ya le puse un recipiente suyo, con girasol suficiente para el resto del verano. No va a pretender que funde la ciudad de los loros y que usted sea el presidente, para ir de miting en miting comiendo sanwiches triples. Ademas que no le hemos puesto ningún nombre; resultaría inverosimil que a un presidente lo vayan a llamar lorito. Debo custodiar su salud que ha engordado que parece una estufa salamandra. Por experiencia le comento que no va a incrementar la bondad del ser por comer tonelada de viandada; ni lo van a indemnizar por hacerse el piola frente a la ensalada completa; ante cualquier ganga irresistible que se poza, no vaya a avivar las pasiones del infierno, que luego del encantamiento del primer relámpago, en el interín de una pausa obligada, muy fácil le lloverá, el desacompasado ritmo propio del divino castigo.
No compare, distinto es estar obeso por empecinamiento de engordar en pos de una meta sublime, de alcanzar una cumbre metafísica de dorada cúpula.
Afecto no le ha de faltar, pues con Mabel lo queremos como nuestro primer hijo; adoptivo si, pero por la edad que tenemos acaso sea el único; el heredero de los campos plagados de choclos, zapallos, soja, trigo, y demás etecéteras. Lo reconozco, al vez le deberíamos poner un nombre, aunque a mi me place llamarlo Lorito.
¿Sabe? Anoche con esos tantos choclos que comí pareciera se me han hinchado los timpanos. De tanto grano de maíz, luego la panza quedará con la textura de una bolsa de papas repleta de tornillos. Que como resultado de rumear masticando maiz, ahora siento un sumbido en las orejas cual el de un ejercito de drones. Epa mocosito! Está loco! Eso es un grillo, se va a indigestar. La pucha que las tiro de las patas. Y alejado de mis concejos se lo ha manducado ya. Oiga, por ese camino, en breve, irá a paracer un pavo real. No trate de imitar mis costumbres; incluso lo mio es algo muy discutible, que a medida que avanzo en los kilos, mientras parezco una carpa de circo, más dudo de poner el supuesto trofeo del torneo de megagordos en la repisa de los ídolos indiscutidos. Lo observo comer casi como yo, tragar como un condenado, engullir todo lo que a su paso encuentra en la mesada, pero comerse un grillo eso es el colmo. El veterinario, en la sabia competencia de sus funciones, me ha de reprender, por ser dueño y amo irresponsable en mi modo de educar, creyendo que pretendo transmitir mis costumbres al obediente loro, que suple el rol de un verdadero hijo bien educado. Al borde de la histeria deberé argumentar en mi defensa que nada tengo que ver con su dieta alocada de alpinista que regresa de la alta cumbre muerto de hambre al llano.
Pero caramba espere, se ha engullido otro grillo; estamos todos locos. Diga que Mabel está en la siembra, sino haría que le haga chaschás en la cola. Estoy tendiente a enojarme mucho, ni relajado puedo dejar pasar el atragantón de este segundo grillo; pensé que se límitaba a migas de pan casero, al alpiste u otros elementos del forraje, o la sumo alguna que otra uva del parral ¿Pegamento en el cerebro tiene en vez de ideas prometedoras? Seco de sensates, falto de equilibrio emocional.
Eu! Lo estoy reprendiendo y se clava otro grillo más! Venga para aca ¿De donde salen tantos grillos? Le voy a poner los dedos en la garganta a ver si bomita.
Un momento. A lo lejos veo al guardaparque Joe desesperado arriando cabras, yamas y canguros. En la finca los peones de Mabel huyendo en retirada, con dirección a los carros y automóviles. Y este sumbido dentro del alma que no me permite escuchar lo que bociferan. Caramba el cielo se ha puesto negro azabache, más no de nubes de tormenta inminente, sino seguramente de cascajos diminutos cual ejercito invencible ¿Que? ¿Que veo y deduzco? No son grillos, son langostas en plaga, que decididos avanzan hacia los sembrados a terminar con la riqueza. Langostas, que claro, tienen cierto parentesco con los grillos, pero son langostas reales; merecedoras de novelas, noticieros, y películas de aventuras funesta.
Y usted Lorito que me quería avisar comiendo a los primeros en arrivar. Le pido mil veces perdón, no tengo otro arrepentimiento mejor que un montón de afecto ornamentado de sincera amistad.
Es lamentable que Mabel ha de perder la cosecha de granos, y todo. Ahora comprendo. Siento un chillido agudo que parte mi cabeza, que proviene de las alas de esos malditos insectos endemoniados, inoportunos, que en cantidad son una plaga temible que puede devorar más que yo con la misión de alcanzar los quinientos kilos. Encima no logro extraer de mi cerebro una idea potente que aporte un solución salvadora. Bichos malditos que en infinita banda son como mostruos de dos cabezas, fuera de aquí, fuera de nuestras vidas.
Adonde va Lorito, quédese conmigo, lo irán a masticar como carnada de tiburones. Su vida corre peligro, y la mia también, que si muere hemos de perecer juntos. Por todos lo medios, evite ya, ser el payaso de la fiesta de los insectos depredadores ¡Regrese! O peor, héroe de una paradoja infernal que nos tiende la naturaleza relativa, en trampa mortal haciendo péndulo, para que así se esfume la hermosa felicidad que venimos atesorando. No pise el palito de la trampa macabra que nos tiende la naturaleza vengativa, ingrata hacia los que tomamos lo que ella misma ofrece.
Allí veo a Mabel arrancándose los cabellos de la furia, con una varilla como arma que sabe a risa, burla del destino mal aconsejado. Y yo gordo inútil que no atino hacer nada útil. La cantidad atiende al iluso y al dueño lo hace intruso. Y mi loro como un dátil en la fuente navideña. Hoy hojeamos la revista del espanto pero mañana no habrá quien desvíe el camino hacia la felicidad en primera plana, con la justicia flotando en aguas mansas. Mala suerte transitoria que prefieres alzarte porfiada cual desgracia permanente, en juego funesto donde atrapada está mi prometida, avivando voluntades en franca derrota, con pañuelo queriendo salvar tonelada de vegetales; Macabra desdicha, que en el manso paisaje te aventuras ha estampar novedades furibundas, donde la belleza ilusa y desprevenida es suplantada por la cruenta imagen de la desolación, con campesinos ilusos que en vez de recolectar la siembra como debieran, chapusean sobre la hojarasca contaminada, de seres diminutos pero en la cantidad de un tormento; pobre gente de ha caballo que galopan entre vegetales perforados, batiendo soja con el animal corcoveando, y labriegos carcomidos por la prole del desierto queriendo aplastar langostas con el revenque antes que salvar el pellejo. Saturado el aliento de los campesinos, que en vano golpean de plano salvador, va triunfando la legión de intrusos que provino en voraz invación; plaga de langosta piratas en un grueso catálogo de espanto, que asusa el razonamiento, aplicando más tormento a lo que de por si acarrean las enfermedades que la existencia depara.
Perro oiga lorito ¿Que hace, adonde va? Atención reino de los cielos, que entre el oscuro panorama de los insectos invasores, yace el verde ingles de una silueta brillando en la bóveda celeste, que no es otra que la de mi lorito valiente, haciendo que las langostas crean haber encontrado un profeta, y sin mediar duda alguna empiezan a seguir al guía, a mi loro amado ¡Viva! Hacia el bosque de árboles, distante de los sembrados ¡Guau! Donde de pronto las copas de los pinos desaparecen ¡Epa! No dejando, estos bichos, ni raiz, ni tubérculos, sin ser devorados ¡Ma si, comanlo todo! Y lo que hasta hace instantes fue un bosque espléndido por lo frondoso, luego de un instante es un atiborrado bosquejo de cruces de un cementerio. Y mientras la plaga descendió cual alfombra, mi loro querido quedaba al descubierto, guapo, perdiendo plumas, fuerte, suspendido en el aire, valioso, como broche de esmeralda del firmamento, herido, con sus alitas preciosas como sedas de la India. Vaya coraje el de mi Lorito, que ha derrivado a esa nube de malnacidos insectos, sobre un lugar apartado de nuestros interesas materiales. ¡Lorito vuelva en vuelo urgente, que de bichos el universo aun sigue contaminado, de langostas atestado el suelo repleto! Lorito regrese que tengo miedo que vuelvan a subir y lo vayan a desplumar por entrometido, hoy el aire fue de ellos, aunque mañana cual panqueque regresarán por adonde vinieron.
Cruzados los mares de la valentía usted es ahora una parte indisoluble, indivisible, de mi destino.
Lorito no me asuste que tengo miedo, de verlo arriesgando la vida en un emprendimiento que aun no deja caminos al entendimiento normal.
Pegue la vuelta. Igualmente regrese, que esta carroña mugrienta, de almas con armazón de membrana de cucarachas, solo saben de sandeses, destrucción del sentido correcto en armonía, más a lo mejor de venganza de tragarse un bosque huérfano, suban a matarlo, y me quiten lo que más admiro, que es usted, loro corajudo, de grandeza espiritual incomparable.
Y allí, con orgullo bien ganado, casi pisando el reino de las almas mejor catalogadas, vuelve mi loro internacional ¡Lorito querido para mis emociones! Con vuelo forzado por las heridas, como esas calaberas que luego del combate entre cañonazos prosiguen navegando con el rabo entre la patas a regreso de mejor destino.
Venga mi heróe, mi amorso gigante en miniatura. Venga, cómase todo en la mesa, que tengo más de lo que usted prefiera. Que incluso tengo faja para lastimaduras y de verlo así maltrecho lágrimas de envestir los labios, callendo a torrentes, para lavar sus heridas.
Lo veo desgarrado con la moral deshecha, y mis sentimientos son una esponja choreando pena, más el corazón aniquilado de temor, que recorre el caracter torrentoso mezclado de admiración e inflado de agradecimiento ¿Se dá cuenta lo que ha logrado, llevarse la plaga a un lugar alternativo que no duele tanto que sea depredado? Tal vez usted no comprenda la grandeza de su hazaña, de llevar la plaga a un lugar apropiado.
Mientras tanto la maldita plaga en el bosque, como en vasija envenenada sucumbe, en vívida indijesta de hojas y corteza, muy diferente al tierno grano, el sorgo sabroso, esa creación del espanto van muriendo en lugar adulterado de amargo sabor merecido.
Y encima, el subconciente divino que llevas dentro, que con tan solamente palmadas suaves de afecto se conforma, con pocas voces de agradecimiento se ve correspondido. Sin saber aun, ignorando que habremos de levantar monumentos en tu memoria, hasta yo mismo en mis quinientos kilos he de ser un coloso en las ferias festivas posando en pos de tu alta gallardía.
La gente en el campo festeja de alegría indiscutible, ansiosos, sin sesar buscando en el aire limpio su figura de gladiador; a ese lider específico, que habiendo corregido el destino desgraciado se muestra de humilde estancia, de yapa logra hacer ostensible en terceros los efectos propios de una revolución, que un pueblo ahora copa las calles, y de a poco la ciudad y el país entero.
Vamos lorito amado póngase las pilas,urgente, y de ser posible alcalinas, pues lo observo como moribundo. Ay vida, no lo permitas, qué recuerda una película en camara lenta de chinos danzando suave. Resulta imposible falsear mi descontento de verlo tan disperso en sostener el cuerpo ¡Vamos! Debe ya construir un equilibrio nuevo, lo otro irá viniendo, una relación con el ahora que lo devuelva a sus cabales, y que perdure mucho en el tiempo. Que sabido es que montar la muerte es quedarse quieto para siempre. Mi amor es altruismo sin hipocresía, pero resulta imposible adosarle mi alma para que siga viviendo, no se puede. Por todos los cielos haga fuerza con entusiasmo, busque mover el torax en porciones de aliento oxigenado; que por fin entrará el deleite de resusitar de entre los muertos.
Por todos los santos, no vaya a delegar la existencia en tentaciones que provengan de dimenciones de la ultratumba, con síntomas de ese cielo incandecente donde habitan ángeles, queribines, y serafines ¡Pronto! Aleje de la agonía los rumores del paraíso, que no son más que chismes y alcaueterías. Que aquí lo necesitamos para madrugadas de escuchar pronunciar nuestros nombres; y la llovizna también, lo habrá de acariciar, pues la naturaleza terrenal también lo estima, junto con el orgullo del sol de sentirse tu amigo, más la voz de los vientos haciendo risueños alegatos de tu aventura con la aquella plaga.
Estoy en trance de pesadumbre de saber, que ni con licor de lágrimas del cielo usted habrá de mejorar, no quedando lazo de energía en tu alma, que de apuro pueda aunque con resquemor alzar las alas. Quisiera ser caracol y escabullirme en la casa que llevo en el lomo, antes que presenciar tu partida de este ingrato mundo. Se me ha hecho un rodete de dolor en la cabeza y en la silla he dejado el alma a la espera de volver en juicio. Ya estoy viendo ese tapizado de la muerte en tu semblante, que de armiño avanza alzando su talante inoportuno; y a paso de fantasma, como deja una barca la estela en el mar, tristemente voy cavando zanja sobre la tierra, para que vayamos a depositar tu bella osamenta rodeada de flores de muchos confines. Mañana pues, nos faltará una tuerca en el cerebro dejando de ser los mismo, pero milímetro a milímetro en la distancia, y segundo a segundo en el tiempo usted será recordado a donde crezca la maleza, hasta en la melaza de los panecillos, brillará como una bandera su recuerdo a cada momento. Tu plasma será la sabia del vegetal, y de la sarna de los cuadrúpedos usted será la cura. No existirá dietólogo que haga bajar un gramo sin invocar tu nombre de la mano de los santos. Y si disputábamos por avaricia ahora el mundo será un territorio con juridicción de dádiva, y el pigmento dará color recién cuando tus ojos se anclen de luz en las moléculas fotónicas, todos los jornales serán migajas si es que tu alma no vela por ellos. El feo será lindo con solo pronuciar tu nombre y el lindo será feo si olvida que usted pasó por este mundo. Voy a producir y hacer malavares, a diario pregonando, de que exista una mantención de tu memoria, y que el campesino haga intrucción al pueblo y este al infinito entero.
Es tu vida lejano reconocimiento, y aunque tremendo debemos aceptar las verdades. Déjame ahora tu corazón en mis manos, que luego será tu sangre protuberancia en una medalla, que de placebo será plenitud eterna compañía. Eres ya una leyenda pues atónitos los llantos se multiplican. Pero aun así los vegetales se tuercen por la brisa, cuando si no por ti, el suelo estaría calvo, como circo sin payasos, ni malabaristas.
4-Joe:
¡Querida Mabel! ¿De madrugada donde la espesa niebla va tapando la debil claridad del alba; que la trae por aquí? Allanado en sobresalto, parcialmente reminicente me predispongo hacia usted: Amiga incondicional del pasado pluscuanperfecto. Por lo que observo, sin que haga falta adivinar, han de ser mis ricos pasteles de batata y dulce de membrillo; displicente, no pretenderá usted recolectar millones de pastelitos que no poseo para empastar las muelas de ese gordo inmundo. Aguarde un momento, que caliento agua y nos servimos unos sagrados mates; siempre para bajar un poco la pastas hace falta líquido de unas ricas infusiones. Mire, ahí tiene al marsupial coala esperando impaciente por usted, pobrecito, húerfano desde que esa bestia descomunal, que pretende alcanzar los quinientos kilos, le comiera a sus padres. Bastago de australia, suertudo, pero ferozmente, arrancado del marsupio de la pobre madre. Siempre esperando por la otra madre postiza argentina; buscando quiza, le endulce usted, con caricias de amor abnegado, y por demás encantador, la propia alma y el manjar del enramado del eucaliptus que son sus caricias encantadoras (adios gracias, que este especie animal, no está en vías de extinción, pues sino que desgracia tendríamos nuevamente). Sepa, que el gordo Ignacio, su más que amigo del alma, de cuatro bocados precisos, se ha comido a sus padres coalas sin dejar migas ni rastros de la existencia; ah, y al poseedor de esta valiosa alfombra también, un oso negro de Alaska que fue atracción del público por decadas, eso si, dejando tirada en la hierva la pobre piel del oso sin nada, tendido el cuero en un lecho de espanto, cual selofán de caramelo, sin el interior del cuerpo que pareciera haber su novio chupado un hueso caracú de puchero de ternerito. Alfombra, tapiz, o estatua, que hoy expongo en la intimidad del hogar. Pues así me embarga la horrible sensación de querer venganza por lo ultrajado por el cuatrero, dominando la razón un impulso inexorable de cortar por lo sano, que parece que lo hubiera desnudado antes de comerlo, pieza completa cual recuerdo del espíritu en pleno, o bien alfombra para el salón de entrada. Ríase si quiere, pero tengo pensado para este próximo carnaval salir disfrasado de oso con el oberol que ha quedado del animal.
Por todo esto me fui quedando absorto, con el corazón latiendo en la punta de los dedos del pie, haciendo mover callos y juanetes. Por eso amiga del alma, del inmediato ayer, que hoy sin escusas se ha transformado en acerrima contrincante (con lo cual ya no se como adjetivarla) defensora del peor y único enemigo que he tenido en mi vida, le advierto que si en esta humilde reserva, muy sagrada por todos, pasa algún otro evento de terror, dejará usted de ser bienvenida con chachara y pastelotes dulces, para ser repelida con aceite pelando, arrojado desde lo alto de las jaulas, cual ha los ingleses en las invaciones del mil ochocientos seis. Recapasite y abandone a ese lacra de persona; enemigo colosal que cambia de tamaño a costilla del bien público, comiendo animales de todos los confines del mundo, puestos aquí en exibición para ser las estrellas y no la noche.
Ande, siéntese conmigo, al lado del caldero, a ver si la convenzo para que preste atención que está siendo colaboradora de una persona muy maligna, por la coyuntura ídolo, que sin explicación coherente, siendo flaco, desea engordar hasta explotar de comida; y fíjese, más luego de cumplido el objetivo, matarse de hambre y regresar al peso primero ¿A usted le parece? Hacer y desandar, tronchar el metal del arte y alizar la estatua de bronce dejando al ídolo chato. Y usted Mabel. Y vos Mabel, dándole amparo logístico y afectivo, con ello haciendo ablandar la coraza del lindo afecto que existe entre nosotros. Siendo que ahora tengo amor entreverado con negado caracter de seguir siendo fieles amigos.
De igual modo, contrariamente a la conciencia enfurecida, que dictamina sentencias que luego de ánimo recentido le imputo, no dejo de admitir que gracias al accionar de lorito la langosta halla desviado el rumbo hacia el lugar equivocado. Vale aclarar que virtud y favor del loro y no de él. Pero, a ver, paremos un momento, hagamos un somero reconocimiento de la heroica intervención de este gordo malhabenido, librando al zoológico de la abobinable plaga, pero hasta ahí nomás, pues el resto es muerte, desolación, gula, incontinencia, depredación, delito, guerra. Sumado al accionar del loro, único, hacedor revolicionario encarnado en ave de dominar el abecedario; de quien hubiese pagado fortuna por tenerlo al servicio del público escencial de esta cuestión de una selva artificial. Estamos de acuerdo en saber que ahora el Gordo, ve un loro, y como el que se quema con leche vé una vaca y llora, sobre las mejillas ruedan litros de lágrimas grandes como botellas de agua mineral. Sus ojos parecen de vidrio polarizado de tanto llorar por ese loro. Insisto. Porque fue Lorito el que logró la hazaña imborrable y no esta bestia enlodada de escremento. Aunque del resto le importa un rábano del que dirán, del que pensarán, o de la propia sentencia que le debería caer sobre el lomo. Se desarma cual torre de palillos de montar dientes por la ausencia del loro. Amaba tanto a ese Lorito; lo que demuestra que capacidad de amor tiene; aunque a la hora de elegir el menú le sale de dentro un diablo espantoso. Ve un loro apostado en un cable de luz y como un niño llora.
Me alaga mucho tu presencia, eres aura de luz dentro de las adyacencias de la insigne reserva, de persona que rompe el molde de la opaca vulgaridad. Ay juna. Lo sé, por lo baboso del momento, he de estar entronisado con el polémico discurso: mujer objeto; aunque en este caso mujer animal. Nos alegras plenamente la vida, Mabel (intrigante mujer, que de yapa del destino, dueña de extensas tierras de siembra que relucen cual flores ¿Cuantos millones han de soñar con ser tu marido? Incluído este que habla y pregona) a nivel que sin bifurcaciones del afecto festejo con entusiasmo tu presencia alagadora, de alegría impecable hasta en horario impensado en que el genio descansa. Vos para mi eres un sostén anímico, pero ahora, refugiando al que depreda la reserva modelo del país, se me configura como la propia soga del ahorcado, sin ser yo culpable de nada. Porfiado de mí, continúo, cual si tuviera entre cejas la guillotina que significa, la proclama de tu voz digitalizada diciendo a voz saturada: ¡El gordo es inocente! Inocente de qué? Ahora mismo y siempre, repudio tal gratitud que vos le hacés, puesto que "esa" tal inocencia, se degrada solita, en miles de toneladas de animales de exibición depocitados en su barriga repudiable. ¡Que ironía siendo él, el mismo cancer en persona, si es que se le puede llamar persona a ese gordo abobinable, se queda con la mujer perfecta, soñada por medio mundo más uno, que soy yo, con abales morales como para tramitar una entrevista con el sumo pontífice! Eh, eh. Aun a pesar del odio instalado, con todo lo inexorable en llamarada de risas burlonas, seeeé perfectamente, que en gran medida, hubiste invitado al irracional, al acampe en tu morada, para así preservar el area de la reserva del horrendo genocida. Simple deducción a tu favor, querida, que agranda en mi aun más la brecha entre la certesa con la duda. Ahora no sabiendo del todo bien que pensar al respecto, más como sentir en adelante.
Y sin darte cuenta, ahora parece muy tarde, que en el fragor de la lucha, de a poco ivas de amorrr impregnando tu corazón, del Ignacio ese; que en aquellos momento estaba en un peso normal, reluciendo cual manzana del edén; y ahí te estrellaste sola en las redes del amor, siendo tonta pues del amorrr es de lo que nadie escapa ¿No cierto que si? Con la fortuna del infortunio en redoblada apuesta, que luego auyentaron la langosta al bosque, salvando la siembra al pie de la cosecha; con lo cual tu afecto creció en gran medida. ¿Por que no te enamoraste del loro mejor? Sin vuelta es de reconocer que con su pájaro han salvado la zona de la depredación de la langosta, donde recién ahora en el bosque brotan hojas y tiernos pastizales. Lo sé, conozco al dedillo, el alcance de tu diversidad bondadosa, protectora y complaciente para todos por igual, no debiéndome extrañar, que sientas tú amor, aprecio infinito por la bestia descomunal, así brindándole protección, encima que se ha anotado un poroto en el tanteador de la disputa ésta: de la plaga famosa. Estoy seguro que cuando lo va a visitar al bosque la regañar de no llevar nada para el postre. Hoy, además, ídolo del pueblo, ídolo del distrito, junto con el extinto loro, dél que él, canalla reprochable, reprooobable y retrógado, explotara su capacidad milagrosa para uso personal.
No asuma tal postura de desconcierto, entienda que estoy metido en una pesadilla tridimencional; vienen los pobres animalitos en busca de comida, y yo sobresaltado les solicito de inmediato que vayan a tener cría; aquí tengo el biberón con lo que les doy de comer a los terneritos de tansania; multiplicarse antes de caer presas de este loco, voraz depredador del parque, que en vez de pensar en alimentarse de manera normal, se ha fijado una meta donde necesita hacer reventar al de al lado. Hubiera preferido que la plaga de langostas me hubiera devorado los animales de la reserva, así por lo menos hubiera sido víctima de la propia naturaleza, que en alguna de esas luego hágase recompensa por lo quitado, más no de este enfermo de misticismo burdo y barato, y escencia de blasfemia para con la existencia del basto planeta; que come de todo, pero ve una sola rata de alcantarilla y sale corriendo cual bandido (ah, porque eso si, la ratas le provocan escosor y no las come) Entonces se me acercan los animales a pedirme comida y clemencia, másss los mando de inmediato a tener familia; que no vayan a desviar esa aaatención del equipaje del instinto, pues entonces si que de a poco se irán extiguiendo, al ritmo en que se agota mi paciencia.
Mabel, déjate de embromar, caramba, deeeje esee vestido de oso, vuelva a colgar la pieza en el nicho, ese traje de animal no es un vestido de noche. ¡Mabelll! Caramba. Eres algo muy importante como para quitar la percha y andar queriendo ponerse el atuendo del oso muerto. Chei...me siento implicado hasta la médula con el afecto que chillaaa, uf, al verte desnuda con tu cuerpo que encandila. Que belleza de mujer, seguro para meterte allí dentro y que el coala crea estar con un pariente directo, su padre quizás, la madre postiza más soñada de todos los reinos. Juro que tengo la mirada en pugna como telescopio erizado hacia vos, aunque ¡Basta! has tocado el límite del pudor establecido y me siento ciego. Y escobilla que sacude, con la varilla encantadora del erotismo sensorial. Hasta es triste verme tan sediento de ti . Lo que sea, como quien dice, cúbrete ya, termina pronto de vestirte para la ocación paternal con el coala. Te lo ruego. Deja esta demostración de lado. Ma siii. Bueno, haga lo que quiera, vea, yo le puse un cierre de relámpado, mejorrr súuubalo que no le salten las looolas y ahí si que caigo de espaldas. En fin con ustedes la señorita Mabel ursus americanus.
Por mi entelequio-primigénica parte existencial, estoy atestado, hasta el borde de la frente con el llano de los cabellos, de negativas judiciales, de noses legales en trampas burocráticas por parte del bendito estado cómplice de éste loco. Negativa suficiente como para colapsar psicologicamente, de insistir, para de nuevo recalcar, una y otras vez con el mismo reclamo judicial, el mismo reclamo judicial para así encarcelar a su maldito novio; el mismo reclamo ante fiscales, y jueces que se esconden debajo del escritorio. Con esto distrayendo la tarea de preservar lo poco que queda en pie. Aunque me desapruebe Mabel: ¿Quiere creer que lo quiero meter preso, pero establecer una simple denuncia me resulta imposible, improbable, absurdo, paraciera inoportuno? Para que lo vayan ha condenar por las desapariciones de sinnúmero de animales, que ya suman una cifra espeluznante, me presento con argumentos sólidos, fotos donde se lo ve agarrando y ametrallando, fusilando, y luego almorzando las presas; y nada solo me miran cual ternerosss ñoquis descangalladosss. Voy de punta en blanco, con el traje reglamentario, corbata, para ganar en atención y respeto, de elgante traje de guardaparque, previamente mandado al laverap más eficiente de la zona, y estando en la institución que sea, no logro conseguir más que respuestas evasivas, de total negación. En fin no entiendo como el país puede amparar a un asesino de animales, que se esconde detrás de un disfraz de cazador legal. Me dicen: Y bueno tiene hambre, mata para comer, caza por necesidad; sin tener en cuenta que esto es una reserva: Mejor haga crecer la población de la fauna, me sugieren los muy orondos. Por mi parte, lo haría exponer ante la sociedad metido en una jaula especial. Tengo una espina clavada en el corazón del odio, lo quisiera meter entre rejas antes que acabe con la vida en la reserva, yyy dejarlo en el calabozo como atracción para el turismo.
Me alegra saber que Ingacio se ha mudado del fondo de su casa al raquítico bosque; de aire viciados de polvo de langostas, de ambiente lúgubre, tenebroso. No sé que haremos cuando acabe de cormerse la plaga, son tres toneladas de insectos, pero ya se ha comido una tonelada en solo siete días; y además no para de saquear la reserva pues se queda con hambre. Tiene que sentarse en un tanque de agua primero, y arrastrarse por la hierva para limiarse el traste, pues los brazos apenas si llegan a la mitad de la cintura. Esto es un zoológico al servicio de visitantes que pagan por ver algo digno; que vienen de muy lejos a disfrutar de la fauna mía. Incluso que tengo pavura de pensar que pueda comerse algún desprevenido turista. Mabel, no entiendo como le puede agradar ese hombre, que corrompe el ecosistema con solamente el plato hondo de porcelana, donde suele hundir en la holla yyy poner la sopa cuatrocientas veces al día. Yyyy...Pacientamente mientras deglute espera a que el cielo haga lloviznar para darse una ducha, pues no se puede mover ¿Quiere que le haga saber la cantidad de animales, algunos en vía de extinción, que esta cosa ha llevado adelante para incar el diente? uhuuu...En cada día que pasa, en tímido letargo, escucho el machaque del mortero donde aplasta el condimento que luego sirve de adobo. Ocho leones, quince gacelas, un girafa preñada, diesisiete ñanduces, ciento sesenta liebres, cuatrocientos conejos, sesenta cabras, tres bueyes, dos búfalos, trece zorros, nueve vacas de competición, sinnumero de perros y gatos, el gallinero completo traído del asia, seis delfines adiestrados ¿Quiere que le siga contando? Ehhh. Y ahora con esa actitud de muñeco triste, de parque de diversiones que ha quebrado, empiece a entender la gravedad del problema, voy a traerle de la tetera, el mismo té de tilo que uso para calmar los nervios. La justicia está de su lado, alguna formula tiene para que le permitan hacer lo que quiere, ultimamente estoy cautivo que si salgo al pueblo, al regresar encuentro la mitad de la fauna pronta a ser manufactura. Aquí hay abundancia pero son para que el pueblo los admire, en su paz, ennn su estampaaa, en la forma de vivir y no de ser comidos, en saber de donde son y con ello conocer el mundo.
Oiga, un momento, que allí viene, escóndase allí dentro, pronto, que así vestida puede ser víctima de su apetito insasiable. Esta visita traera aparejado alguna baja importante en la reserva; que algunos animalitos han de desaparecer. Dhdd ¿Que sentido tiene que luego del milagro conseguido, ahora se vea desvastado el distrito por el propio heroe? Es la descarga de un rayo de ira que el destino aplica a este zoológico de animales libres; ah, estoy colmado de impotencia que jamás dejará estar intacta la conciencia. Uf. Debería enfocar la cruz de la mira en el propio corazón; vaya intriga, se ha detenido junto al area donde habita el rinoceronte; debe de envidiar su confort y hacérsele agua a la boca. Epa. Pero atención es un rinoceronte en vías de extinción. Nooo. Que le dije, la langosta no lo alimenta, apenas si tiene un sabor disimulado a trigo salado, de goloso quiere comerse a la bestia seguro. Es incríble anda semidesnudo, con un taparrabos y una blusa suya enroscada al cuello solamente.
Vos Mabel legitimaste a este monstruo con tu venia, al amparo cariñoso que debiera ser pelotón de fusilamiento. Me parte la cabeza pensar que logre secuestrar el rinoceronte blanco macho traído de la isla de Sumatra; acaso el último de su especie en veinte millones de años; encima a la espera de cruzarlo con una rinoseronte negra de dos cuernos, que habita en China; o sea que este ropero engullidor en su accionar acaba con una fauna prehistorica sin que haya gobierno que haga nada, y para rebatir el implacable destino en su constante debenir, la justicia nos deja dispensos de respuestas negativas, en germinado plafón de tiernas palmadas deseando suerte. Vea Mabel al desenfrenado, así se convence, vea ésta voraz secuencia de acontecimientos, juro que ni en película de ficción vi algo semejante, desgracia, ha montado el rinoseronte macho, y lucha por sostenerse de los sacudones del animal encolerizado, en cada pozo los rollos que le cuelgan resuenan en mi vista cual erizo de lomo de un gato acorralado.
Lo que la langosta no logra saciar su hambre, el último rinoceronte que queda en el planeta, irá a engalanar su panza de eruptos de volcán. Voy a encarcelar al demonio que allá, cual vaquero del oeste, va montado sobre un tesoro del mundo, hoy, deizmado por un representante de la especie inteligente; sentado sobre el lomo con doble techo de una carpa naranjada puesto como taparabos, accesorio transformado en prenda que seguro usted le hubo suministrado. Ah...Y si la suerte permite alzarme de nuevo con el rinoceronte, lo primero será desinfectar el lomo pincelado del sudor asqueroso de ese gordo abobinable; más luego, a exportar de inmediato al macho animal, tesoro de la humanidad, donde yace la hembra exclusiva esperando, la bendita reproducción antes de la extinsión definitiva.
Cual celular que se apaga por falta de uso para ahorrar energía, mis párpados tapan la escena para no saber lo que sucede. Sasss. Espere un momento Mabel, no vaya. Quedese o bien deje al coala en la cucha.
Rayada de amor, y vestida de oso, corre detrás del príncipe. Sin darse cuenta que quisás no, sino seguramente, cual instrumento pequeño por falta de amplificación, la tragará la orquesta. Será del mortificado, por obseción de hambre, lo que un pétalo en el remolino de una tormenta tropical; una frutilla de oferta que encuentra un diente flojo. Una moneda de oro tirada en la ruta de la indigencia. Uh. Allí corre detrás de un amor, a la cruz vacía que dejara Cristo, con la ávidez del fuego que logra en cenizas una paz duradera e infinita.
UY uy uy. Nada de lo que digo es exagerado, sabido es, que ésta aventura en danza no es algo escrito que dios tenga para ofrecernos, que todo lo que rodea a esta gente es pesadilla material o dura, pues el gordo Ignacio...Uy nooo. Ha sujetado a Mabel por las patas, con un largo lazo de soga de arriero. Bha. Y arrastrándola brutalmente como lata en limucina de casamiento, al galopar del rinoceronte arrastrando un bulto, cual paracaídas que frena un avión aterrizado. Alli va, La Mabel, fatalmente vestida de oso, misma presa que fatalmente hubo terminado en la barriga folclórica de ese ser abobinable. Y aquí mira el coala hundirse en el horizonte que sus ojos permiten, a su enorme padre, cual compañero que cuelga del árbol en trampa mortal. Oh, vuelva coala, lo irán a comer, vuelva. Allí va detrás de su amor postizo, otro tesoro de la humanidad. Yhaaa. La interna de una, en el bosque tétrico, de seguro para comerla, confundido creyendo que es un otro oso gigante ¡Riquísimo...maldigo lo riquísimo! Por todos los santos. Ojala que antes de querer meterla en la olla hirviendo, le quite el atuendo peludo que lleva puesto. O bien escuche los gritos desesperados pidiendo auxilio; bha...cosa que dudo pues que, con los golpazos que va dando, más las piedras machucando el cuerpo, y lo largo del camino encima, habrá de llegar exauta o agonizante, que ni con milagrosa suerte ha de poder asomar la boca para soltar el socorro. Que ni volantazo del destino ha de enderzar la tragedia. Y me temo que en la carpinteria del sepulturero estará esperando el nuevo hogar de la famosa Mabel Ursu Americanus.

5-Joe:
Padre: Yo Joe San Luis Espineto le confieso que no estoy precisamente endeudado con el fondo monetario internacional, pero tengo un bloque atorado en el alma larguísimo como el muro de china, de problemas extras a lo que la vida misma depara, que se juntan con las amenazas permanentes de perder hasta las bacterias del queso azul; que la única recompensa es que al tener menos animales me sobra alimento balanceado. Diga que con esto de los celulares uno puede hablar solo y no pasar por loco como antiguamente. Padre, por fuerza mayor, es que éste tema me apasiona, que si por mi solito fuera, haría como el avestruz y metería la cabeza dentro de un hoyo hasta saber que el gordo ha alcanzado los quinientos kilos. Y si dios quiere y lo permite, no bien Ignacio me devuelva el rinoceronte macho que usa de taxi, iniciamos el plan de gestación de inmediato. ¿Ha visto que usa al rinoceronte para arrastrar un carro?
Cuidado Padre Fulgencio, le advierto que ese oso no es el mismo que estuvo en la catedral, no insista en querer descubrir una verdad inexistente, esa osa es otra del que participara del casamiento; es otra recién traído de Alaska, no se exponga al peligro que ignoro si es brava o que tan dócil y manza. Además es hembra, mientras que el otro, que según baticinan los médicos, lo tiene Mabel puesto quedando para siempre vestida de oso macho. No me mire con esa cara, ni se persigne en vano; cuando las cosas son como debieran no debemos intentar disfrazarlas con excusas o mentiras. Asi que usted, cabeza de sochantre, aun con el "si acepto" de la damnificada, pensaba que había casado al gordo con un oso de la reserva. Pues, otra es la realidad, alejada de fraudes, sin descartar futuras nulidades. Concorde con la documentación se casaron los Poncini, la señora Mabel, a quien le quedara el cuero del oso adherido, que parece un oso amanerado que habla solo lo necesario; habrá que esperar entonces hasta que el destino pestilente diga basta de absurdo vivir. Entonces me han traído esta osa como reemplazo del desaparecido que Mabel tiene puesto; por ello le advierto que tenga cuidado.
Estamos apoltronados haciendo una fila torcida, para alcanzar esas ventanillas donde emergen todo tipo de leyendas, y así poder entender el nuevo destino que impera. Mabel es ahora un oso macho, Ursus Americanus. Nuestra capacidad de comprensión se halla aturdida, mientras tanto que la historia se va imponiendo con argumento con exeso de fantasía, y con todo, ellos duermen calentitos y felices, mientras que el resto se desvela en interrogantes. Padre créame. Sin darse por enterado usted enlazó en matrimonio al gordo Ignacio y la vestia peluda de Mabel. Pasó que Mabel (que por fortuna aun está con vida) teniendo el disfraz de oso puesto, fue arrastrada brutalmente, habiéndose lastimó tantísimo todo el cuerpo, que la propia sangre se pegó con el cuero del animal, quedando agarrado en única pieza, que no hay médico o cirujano que la pueda despegar, ahora por providencia viviendo la pobre, a la vera del matrimonio con el atuendo adherido, que quien sabe si por musgo infecto se despega, o por siempre queda con la especie tapando tantísima belleza femenina. No obstante, enamorada de Ignacio, y él también de ella, haciendo frente al fenómeno de contranatura cual diptongo sin haches, se propusieron casamiento mutuamente, y ambos sin dudarlo aceptaron de buenísima gana. Quizá, en una de esas, con los arrumacos logren quebrar la crosta y despegar la piel peluda del Ursus Americanus. Pues la vida tiene estás cosas que a unos les dá mucho y a otros apenas como para ir tirando, patético o absurdo a lo que sea, nos adaptamos, y al fin de cuentas somos felices y eso es lo que finalmente trasciende. Yo le mandé decir por una persona amiga que a lo mejor sumergida en agua por mucha horas, en secciones de varios días, logren hablandar la cáscara y despegar el cuero, e incluso me ofrecí a que utilicen la pileta olímpica, o estanque, vacío de peces, pues el marido me ha devorado a todos los reptiles, incluído, valiosos delfines adistrados.
Por todos los santo, tenga cuidado, Padre Fulgencio, está en un error, convénzace. Usted hubo casado, en sagrado matrimonio, a la propia Mabel Marcia Amalia Azucena Quereida, vestida de oso, con divino vestido blanco de novia, y al gordo Ignacio Poncini, emperifollado con gigante camisola azul, con el semblante coloreado en rubor de cutis rosa bebe. Así que usted pensaba que el oso era verdadero y que había dejado a Mabel por un animal. No, es ella misma, soy testigo fiel, que estaba por demás enamorada; pero lo que si, nunca pensé que él iba a aceptar un casamiento en esas condiciones. Mire si nunca sé lo pueda sacar y tiene que vivir así como un oso. Por fortuna: Ella sale poco y a él se lo ve despreocupado.
Y yo ahora haciendo recuento de lo recibido, que ni lista dejan, ni catálogo tampoco, y tratando de adjudicarles un nombre que luego anoto; a la osa le puse Moly. Aparte de la osa Moly, han dejado otros bicharracos, de amplia variedad que debo clasificar. Ah, incluía aquella rinoceronte, de china, que llamaremos Leticia, primera en el inventario, es una reliquia de obvacionar, tiene treinta años, pero su especie, igual que la del otro confiscado por el gordo, datan de más de veinte millones de años, así que veremos como hago para que me devuelva al que tira el carro, a usted le parece. Oculto en ese destino de gordo de bartolear la suerte, va el imbécil sumando en el raconto reseñas pueriles, y anégdotas que saben a embustes. Es incomprensible entender el por qué Ignacio Poncini hace esos malabares con su persona; se escuchan los eruptos hasta en la panamerica, y ahora encima aseguran que le salen de dentro de la panza, bichos, duendes y demonios; no entiendo por que mejor trabaja en silencio y que sea la obra la que hable por él. Quiere demostrar lo mucho que puede hacer el humano en cada día de trabajo; que si esa gran capacidad es aplicada en favor del mal es mucho el daño que se puede infingir; acostumbra decir cual eminencia: A mi me dan lástima los niños sin ortodoncia, entrando en la adolecencia con los dientes torcidos; o los tullidos sin bastón de la ortopedia. A usted le parece; hubo un momento en que quería desafiarlo a un duelo mortal, aunque al ver que traen tantos animales y la fauna aun con todo se mantiene, recapacité decidiendo adaptarme al concierto anarquista. Ignacio es un hombre avezado en muchas cuestiones, estando gordo, hubo cruzado a nado el Rio de la plata, y antes, con tabla impulsada con vela cruzado el Atlántico hasta llegar al Africa, más no se qué enorme cantidad de kilómetros caminado en pos de una promesa, más en bicicleta recorrió toda América, y cruzado en barco pedaleó sobre África y Europa. Igualmente con todo lo lindo del curriculúm vitae, es gente de no tener como modelo a imitar.
Hasta que al final se manducó las tres toneladas de langotas no más, deglutidas en empecinado atragatón, con variadas recetas. Pero siempre, infaltable, con boloñesas y estofados de mis queridos animalitos. Aseguran que el gordo Ignacio se mandó un eruto de volcán de donde salieron enjambre de langosta fluoresentes que emanan radioactividad; la que nos faltaba. Esta gente es como aspirar hollin ediondo de un ambiente caldeado, caminar descalzo en una sola linea sobre un suelo de espinas.
Pero no obstante, como aun desea alcanzar por fin los quinientos kilos, promete para ello aparte de mandarse las tres tonelas, comerse también todo el ganado de la señora Mabel, hasta la última pieza de bofe. Y una vez, habiéndose ya comido todo, incluídos mis pobre animalitos, irá a regresar de nuevo a ser flaco: primero cabando y cabando un pozo gigante, del tamaño de la finca de la señora Mabel, menos un lugar donde irán a construír, hecha por él mismo, la nueva vivienda, para así luego crear un lago artificial, casi grande como un océano pequeño. Todo esto al compás de matarse de hambre; pero eso si, como para trasladar la tierra al bosque, utilizando al pobre rinoceronte que llevó de la reserva para arrastrar carros tras carros repletos; después sembrar peces y comer liviano. Más con ello captar público de la reserva, para que vayan a acampar allí en el bosque, a varios metros del nivel del rio. Que loco, hoy me quita los animales y mañana directamente al público. Y para llenar la laguna de agua potable, Ignacio calcula que en la inundación próxima al finalizar, que azote la ciudad, hará desviar el sobrante del rio para llenar esa dichoso espejo de agua.
Y ese estruendo, por dios, que sucede ¡Padre mire allí sobre la entrada una nube de mariposas!
Es el Ignacio ese, que alli dobla la esquina, tirado un carro por el rinoceronte. Vea. Les he dado un pedal de paciencia ahora teniendo extinto el humor como para hablar con quien tanto odio, asi que padre, le pido encarecidamente interceda por mi, y le solicite al gordo que se mantenga a raya, ahí veo que baja de la mano con su señora, con el carro en la playa mal estacionado. A ver si se lo roban al rinconciente: ¡Hola Mabel, aquí estamos! ¡Vea que hice traer a la hembra rinoceronte para la tan necesaria reproducción! ¡Se llama Leticia! Mejor, mande buscar un caballo de la hacienda para tirar el carro para la vuelta; padre, le ruego intervenga, prefiero solamente hablar con Mabel.
Vea trepa al carro, baja del carro, sube al carro, baja del carro, ata el vehiculo al pilar de la luz con conexión trifásica de alto voltaje: ¡Y del ocico, con alambre¿ Y tenaza maldita, sujeta al rinoceronte, que por ahí lo puede lastimar al pobre. Tendríamos que hacerlo aparecer en televisión para que vean como trata al tesoro de la humanidad. Le pido al cielo, la iglesia, y a un trébol de cuatro hojas, que por favor me traigan suerte en esta nueva gesta de tener que enfrentar a estos tumberos. Chachiporra en mi cuerpo sacuden esta charlas donde requieren de mi buena onda, padre mejor pregunte usted, ah, y póngalo al tanto de que tiene que dejar al rinoceronte para poder aparearlos, y que por fin deje preñada la hembra.
Estoy atrasado, aunque mis orejas se tuercen en pantallas gigante por saber lo que dicen. Mejor no, aprovecho el intervalo, para con el inventario mio clasificar los animales recién traídos: Moly Americanus, un canguro, que he de llamar El australiano; diez nutrias. A ver una avestruz, le pongo de nombre Pimpollo; que si la ve Ignacio me la come al espiedo. Tres zorros, que los puse en esa jaula ¿La jirafa, trajeron otra jirafa? Por fin un jirafa. Ah si, es cachorra, habré de llamarla Suly. Siempre lo imagino, de la otra jirafa, que no me puedo sacar la idea de la cabeza, del largo del cuello hervido, cortando fetas con la fiambrera en pos de unos sanwiches gigantes.
Estoy escuchando lo que hablan, porque este gordo aparte de los eruptos, tiene un vozarrón que llega hasta la Antártida. Que caradura confiansudo. Prefiere llevarse a la rinoceronte Leticia para que viva en la chacra hasta dar a luz; habrá que ceder. Siempre lo mismo, opta por lo que le conviene, o lo que encaprichado desea; habrá que ceder. Y bueno prefiero sea como él dice, pero que vayamos avanzando en el buen sentido. Es metido, más sin perdida de tiempo ya tiene a Leticia atada al final del carro ¡Que locura! Me siento cual abandonado sin servicio de cable, o como estrella que la tienen de aquí para allá, de constelación en constelación. Por lo que escucho quiere ya que Mabel se sumerja en el estanque que por poco la rebolea como un bulto.
Si Mabel logra quitarse el oso de encima, lejos estará el cutis de estar tostado por el sol, más ese blanco en el letargo, quedará ahora como un vidrio transparente. Será un tratamiento que dure muchas horas, en sesiones de bastantes días, un bálsamo para mis destrozados sentidos. Luego sigo incluyendo en la lista los animales nuevos.
Padre Fulgencio, le agradesco lo servicios de embajador, disculpe usted tantísima cobardía, es que prefiero mantener los lazos amistoso con Mabel, antes de entrar en discusiones y que se pudra todo. Mire se está desnudando, le queda lindo ese vestido a flores, bha, aunque no se para que sé viste si igual no se ve nada. Che...Esa señora no pretenderá ponerse una bikini sobre la piel del oso, es absurdo. Dígale que evite los atuendos que es preferible que a lo mejor los pelos absorven humedad del agua, que si total un oso desnudo está exento de censura; sin razones para sentirse coívida; qué entre la mirada de animales carentes de asombro por los genitales, el pensar de un eclesiástico que anida la mente con la iglesia, el confecionario, la opinión del marido que conoce la trama mejor que ninguno, más la mía que estoy metido en un meollo y no me importa un comino, sobran razonable de no tener pudor o verguenza.
Vaya situación, observo que la osa Moly está briosa, muy pendiente de Mabel, cual fan de idolatrar la estrella con el ídolo ha por centímetros, la observo a Moly de ímpetu advenedizo, muy enamorada de aquel semejante.
¡Mabel! Le advierto que la en la parte del estanque, que apunta hacia el bosque es hondo; será imposible que haga pie; mide dos metros de profundo, habiendo como unas rejas donde se refugiaban los delfines que se puede enganchar; hubíquese de espalda a su rancho. Aunque mejor, padre Fulgencio, dígale que se corra a este lado de la pileta (A mi me asiste la bronca, teniendo aun profundo resquemor y resentemiento, pero desde aquí les mando una sonrisa para que no sospechen de mi lasciva perolata)¡Padre! No tengo un bañero salvavidas al servicio de la reserva, así que mejor estece cerca haber si se nos ahoga.
Uia, aquí vino el coala de visita, para ver de cerca a su madrastra nadar, Uy, que lindo trajeron un escorpión y otros bichos, unos reptiles pequeñitos que ahora no recuerdo de que parte del mundo son. Cuanto nombres para poner tenemos. No bien me desocupe los llevo a la pecera. Debería estar supervisando los vidrios del acuario, antes que mirar tanta película..alavado sea el sacerdote que tanta ayuda nos brinda.
Hace calor y el agua está aun tibia del sofocante día, es un agua bien mojada que lentamente ojala vaya desprendiendo las heridas injustas y disparatadas, del atormentado pasado, entonces de nuevo la alegría irá en los labios. Mabel hace buches con el agua haciendo soltar el líquido cual si fuera una fuente apostada en la avenida libertador. Y la osa Moly que continúa mirando lasciva que parece un niño a los pies de un precipicio; ante tanta exitación que le observo, tengo el exótico presentimiento, y fundada premonición que en cualquier momento la osa rompe cadenas y se tira al agua, y ha upa se lleva al oso al bosque.
Uh, uh, uh. Que te dije monseñor, allí va la osa Moly al agua, que está más enamorada de lo que pensaba, que en sustrato de lotería piensa que la Mabel es su premio mayor; enardecida parece surcar los mares en busca de su media naranja, que más que naranja es la mitad de una berenjena descomunal.
Por todos los santos, que ven mis ojos, aterrados, saliendo del agua la aleta de un tiburón, blanco, de gran porte. Un tiburón blanco como de cuatro metros y ciento ochenta kilos. Por estar tan ocupado no lo he visto, me lo comí. Socorro padre Fulgencio avise a Mabel que salga del agua urgentemente. Lejos de somartizar estos es estar sometido al espanto, a trémulos sustos que guapean entre adversidades tremebundas.
Y allí chapusea Mabel hasta la inexistente escalera, que alusina debe estar con la orientación de su antojo, de una piscina pensada para delfines sin piernas. Más detrás, con pisadas sin huellas, la osa Moly no quiere dejar escapa al amor de su vida; que ni la crosta despegada o el éxito de la providencia han de poder safar de los mordiscos del escuálido. Somos pasajero de una instancia patética, sin tiempo para reniego, solamente de beber la saliva y tragar el espantoso escalofrío. Y yo que no sé más que de ecología, ingnorando como se nada, ni tan siquiera flotar puedo; soy impotente testigo cobarde. Juro que no sabía.
El tiburón muerde a Moly en una pata. Uy, podre desdichada, que yo pensaba que pudiera andar en una bicicletita en miniatura; desgracia, hay sangre en la pileta, que el traje de Mabel se ha de apoltronar también por fuera. Y germinado en trago de dolor el rosto de Moly denota un infinito desconcierto, maldito y testarudo el tiburón no sabe con cual oso quedarse.
Ignacio desprevenido, ocupado en otra cosa, ahora sujeta con pinza en mano y alambre de fardo la rinoceronte Leticia, al final del carro. Ueo. Aunque de pronto, por fin observa lo que sucede. Y rapidamente, alzando el medallón del corazón del loro al cielo, decidido asume una postura de salvataje arrojándose al agua en busca del mercenario tiburón. Lejos está este entramado de parecer una comedia, pero con pinza en mano, igual no para hasta alcanzar al escuálido, su accionar desesperado denota imagen de súplica, que para nada tolera que su esposa sea también devorada. Toda esa energía valiente que se desperdicia lo aleja de los quinientos kilos. Pero esto no es una tinaja sino un piletón de doscientos mil litros.
Bueno ahora agarra al tiburón bravo. ¡Que hace bestia cruel! Entre que sujeta al gigantes pez le arranca con la pinza las ileras de los triángulares dientes ¡Bestia! No ve que está recién traído para la atracción del público, no es malo lo hace por instinto ¡Animal! Juro que no sabía que el tiburón estaba allí dentro, pero ojala que se lo coma a él. No obstante con buena saña hacia Mabel presencio cachondo esta batalla de tipo odontólogo del reino animal. Ignacio con su accionar enfurecido, quitando quizás los últimos dientes, hace posible un destino donde el padre Fulgencio ayuda a los osos a salir del estanque.
Y mientras tristemente Mabel y Fulgencio aplican un torniquete en la pata de Moly, en que el tiburón enojado le amputara medio pie, de lejos la rinoceronte Leticia, atada al final del carro, preocupada parecieran entender lo que sucede. Una vez entrada la venganza del gordo sobre el último diente que extrae, con satisfacción pareciera, tropieza y cae el padre Fulgencio al estanque, mientras Mabel y la osa Moly, tan enamorada, huyen hacia la carreta.
Ahora Ignacio trata de volver sobre el padre para ayudarlo que el tiburón lo chupa hasta entrar las piernas hasta la mitad de la cintura. Pero el escuálido nada furioso en círculo bordeando las orilla, hasta dar tres vueltas completas, interminables, donde por la providencia la zotana tapa la visión del escuálido, e Ignacio aprovecha intentando hacer una especie de zancadilla imposible, que finalmente debiene en un acertado tackle; donde el gordo embuelbe nuevamente al pescado con los brazos de robot; más al instante tomando fuertemente de las manos, arranca al religioso, de la propia panza del enemigo.
Esto héroes no son gérmenes, ni renacuajos, estamos hablando de gigantes peces de leyendas mitológicas, de gordos trotamundos que sobrepasan la estampa de un sumo, de esclesiásticos que brindan misa en las catedrales más importantes del mundo.
Y como si esto fuera efecto de la presvicia de un beodo, el Ignacio, pronto a ser martir como el lorito, saca al tiburón de la pileta, y alzándolo por más que se contorsione, cual policía lo lleva al carro, donde Mabel espera ansiosa; deposita al tiburón en la cajuela y con soga lo amordaza cual matambre, que ya no puede emitir movimiento; más haciendo esa venia que tocada la frente la mano se alza al cielo en un instante; habiendo fracasado en el intento de despegar el cuero del oso del cuerpo, con la esposa ahora un tanto relajada del sobresalto, y toda la cría encima: encabezada por el rinoceronte que empieza a arrastrar el carro, la Moly seriamente lastimada, pero feliz de estar al lado de su oso amado, el tiburón amordazado, el coala y Leticia cual estela de un barco, van con su nueva familia perdiéndose de mi vista por el camino que conduce de nuevo al hogar de los Poncini.
Padre Fulgencio ¡Que momento! Juro que no sabía; me hubieron dejado la partida cual container de contrabandistas. No se enoje. La justicia es un barco que flota a la deriba, y la suerte una frisa que muchas veces elige a cuenta gotas que rostros habrá de acariciar, sin duda esto ha sido una mezcla de variados impoderables que finalmente dejaron la estancia en el presente necesario cual destino ocasional, a grandes rasgos sin factores adversos que lamentar. Mientras usted regresa al pueblo yo con el ánimo de siempre voy a seguir inventariando a los animales nuevos, no vaya a ser que tengamos arañas venenosas escondidas entre las jaulas. Y donde está el padre...maldición se ha ido el padre Fulgencio ofendido esta vez ¿Que es esto que flota y brilla ante mi vista de ojos extrañados? Caramba, es una langostas luminosa con radioatividad y los colores de una mariposa, que aun con vida nada sobre la superficie del agua; la voy a concervar cual si fuera un tesoro de la humanidad. Venga preciosa. Juro que no sabia.

6-Mabel:
Quisiera estar en un mundo de gigantes y ser yo un osito de peluche, pero no, lo primero es saludar y después pedir permiso. Buenos tardes padre Fulgencio ¿No podría usted hacer venir al cura Dalmacio? No. Si se me permite este desahogo que en si se trata de un deshalago en forma de reprimenda ¿Hombre religioso, ha quien todos obligados de perplejidad llamamos padre, que pasa hoy día con el cura Dalmacio? Permítame que le diga, muchacho de pelar nueces con la mandíbula, ser abstraído cual hermético termotanque de retener la sonrisa ¿Es que todo le resbala por la indiferencia? Sepa que hoy más que nunca necesito atención pormenorizada, sin ser fortuna pretendo retomar aquella costumbre que asuma la confesión el cura Dalmacio, que esto nuevo que tengo es algo para que escuche él, con la oreja del director del coro que siempre supo consolarme de los traspieses; con todo no poseo demasiadas posibilidades de anotar en el libro de quejas, que ni plátanos puedo desojar sin hacer puré de enfermo; pero con usted se torna muy dificíl desinhibirse y soltar confesiones que en la lengua explotan vivaces ¿Se dá cuenta de lo trascendental de un secreto? Si, se dá cuenta, pues se sacude como un señorito. Teológicas verdades redundan cual enjambre de premisas que las religiones pretende a los hombres tener ocupados en diferentes roles, amalgamados de amor, y con ello mejorar las sociedades. De pavura Ilusionada pensaba que hoy al fín Dalmacio iría a tomarme la confesión, que se me sube como la leche que hirve el apetito del afán por Dalmacio; pasa que usted joven, con ese aspecto tan desaliñado, peregrino de pausa prudente, de aristas ególatras que inhibe los afanes verbales de hacer reaccionar al cielo en nuestro portentoso resguardo. Por todos los santos como se ha borrado Dalmacio; debe ser pues los gobiernos funsionan mejor cuando el poder lo ejerce una sola persona. Con todo evito dejar de reconocer, en este impulsivo pero justo reclamo, que usted padre, aunque interacalando los pasos del padrenuestro de manera caótica, presidiste la boda con mi marido actual en total suficiencia de tus cabales. No me haga sentir un ogro, que de energúmena tengo cero pisca; preste la debida atención, mijo, que es hora de trabajar. Redoblada de infinita verguenza maldigo al cielo por mantenerme escabullida en la vereda enfrentada de un espléndido cuento. Y así andamos con mi marido paralelos de voluminosidad, que al presentarnos ante terceros es como la irrupción de una gran algaravía, de un tamaño fiable de hacer la venia.
Padre Fulgencio, de desértico catedralicio mi carácter está mustio y ajado, pues desde que lo pintorezco de mi oso untado es la realidad permanente, solamente usted se deja ver en la iglesia, resultando una hazaña, anque milagro también, mirar de frente a otro sacerdote que no seas vos, Rolling Stone con guitarra de energía alterna sin cuerdas ¿Será que les dá verguenza ser parte de una sustancialidad tan popularizada? Jamás supuse llegar a reprocharle nada a la iglesia, ni que para el bateo nuestro de cada día, haya que esperar casi media hora sentada a la puerta cual un mendigo en carnavales; y otro tanto dentro, entumecida y anhelante, que el propio confesor finalice de trapear, que remite a cuidacoches, como de compromiso y con las ganas del deprimido, los diminutos ácaros sueltos y aterrizados, que del aire son dueños; y de paso le cuento, que no me extrañaría que De los ácaros hallan aparecido en un santiamén todos los insectos, más después Adán y Eva con alas, que luego colgaron en algún perchero, seguramente un rama. Opina Dalmacio de mi, pues me conoce mejor que ninguno, que entre lo que hago y lo que pienso dá lo mismo pues soy de fíar; mientras a muchos tontos pido por favor para caminar derecho, a otros tarados les doy las gracias por nada. Aunque ahora debo anudar la lengua de lo hecho en el sentido contrario al bien. Fíjate pibe, después que finalice de soltar el sinhueso, enterrándome hasta el caracú, de hacer revizar la limpieza que habrá de haber un montón de pelos de propina.
Compréndase, entiéndase, y anótese, para recién luego fijar sentencia cruel, que resulta ser muy complicado amar a una persona en tren de transformismo, pues la visión de los sentidos debe acomodarse permanentemente a nuevos parámetros perceptivos, de los cuales uno ignora el efecto posterior, de saber para donde irán a dispararse los sentimientos que anidan nuevos sabores muchas veces agrios, con posibles focos de traumatismo; entonces el amor que nace de una imagen permne queda expuesto al suspenso agudo cual diente flojo. Eso si, como para hacer honor a la verdad y bajar un cambio la motoneta, debo descontar del precio final que fue accidente culposo y no yerro de mi marido, donde yo, por entrometida, fuí arrebatada de la vertical enlazada de las patas, pensando el Ignacio en pleno coto de caza, que se trataba de furibundo ataque salvaje de verídico oso. Pues arrastrada por mi marido en tremenda jineteada dando tumbos quedé enchastrada de sangre, tendida chorreando a borbotones plasma en el interior del traje, en ensalada de cuerpo, alma, y cuero; cuyo líquido, ante la ausencia de asistencia médica, como trágico pegamento fue facilitando la adherencia del atuendo a mi yo demolido por los golpes. A cambio de males aun no logro quitarme la sensación de despecho, que brotando en la mente va creciendo al vacio maldiciendo en intríngulis de arquetipos enfrentados la injustificada tristeza en andanada de ésta carcel infecta, en un ser constituído en mitades, puesto que esto no se trata de un diasfraz sino de algo adherido por siempre.
Pero muchacho, por un agujerito del panel tablado veo que al segundo de a poco te vas quedando dormido, que me parece mellisos castigos; ni atisbo de piedad vislumbro de tus ojos, de rostro tumbado como de recién amanecido, luego del planeta girar abrupto ofreciendo solo un suspiro nocturno, no se me quede dormido hombre, preste atención y escuche, que ya verá tengo algo digno de saberse, que quizás lejos de librarme de pecado me sumerga en un rezar cuantioso y permanente; bueno bien, ahora si tiene al as de espada en el rostro ¿No será usted monagillo debenido en cura por falta de presupuesto? Aficionado religioso de estirar la oreja por compromiso, tu perplejidad de pichicho travieso despertado de un exabrupto, cual espejo inflexible parece la imagen de un oso con espina clavada en la pata; en cambio el mío puesto murió joven mirando el paisaje sin darse por enterado; con ahora el rostro típico de ursus americanus chupado cual si fuera de cartapesta, por mujer llena de flacura, muy acongojada queriendo escapar, con rostro precioso que nadie mira, pues la verdad es espeso reverso de otro capítulo tétrico de gérmenes y de bacterias; concidero al cuero del oso la tulipa de una lámpara y yo el filamento que arde bizarro.
La historia en si lleva signos de misterioso valor. No lo creo, pero un poco titubeo, pues al haber tantos personajes vestidos de algún animal, a lo mejor el protagonista nuestro sea un cualunque pájarraco más de tantos miles de disfrazados, igual le insisto, además de desearlo, lo considero como algo bastante cierto, por como se fueron dando las cosas, muy factible como la teoría de los ácaros; enorme pájaro que he visto ostensible, un loro del tamaño de una persona, que para mi gusto real, con indicios de venir de muy lejos, aunque con un halo resplandeciente de divinidad; y entonces ahora percivo distinto, que ningún prototipo de esos que andan con la moda me parece exagerado. Fue un acontecimiento o efemeride que he vivenciado patente cual la realidad descalza, que lo verde del loro lo es tanto como el pasto artificial de una boutique con vidirera de campo de golf, diciéndome con voz metálica el voluminoso pájaro amigo, lleno de luminosidad propia del color del helado de pistacho: Que luche por escapar dejando de confiar en esos baños tibios de inmersión, que jamás darán el resultado esperado; a cambio haciendo puntualmente lo que él diga, por un lado, maldades pero solamente a mi marido, como para no extender el mal sobre otros inocentes (más no travesuras de niños) que por beneficio propio, luego me causarán mucha hilaridad y por ende fricción; y aparte, como algo igual de importante, bajar de peso, lo suficiente para que entre la costra ligada al núcleo más el samarrear de las carcajadas que tira para afuera, seguramente en algún momento se desprenda el traje. Obviando suspicacias de justificar mis malicias ya concretadas, sobrada esperanza tengo que del reír nervioso la cáscara en acarreo permanente se resquebraje de la piel de fondo. Compréndame por dios, no veo la hora de salir de aquí dentro, estoy en decadencia conmigo misma que ya no deseo nada bueno. De resonada estridencia la esperanza tengo, venida con fervor merced de los consejos del loro, sintiendo ánimo y fuerza de enfrentar las faltas ético morales, de lo espeluznante que ya hice y trenzada a futuro sigo tramando.
Y entonces advertido escuche, si resistir puede su alma el redoblar de campanas del averno, que mi voz gritada se ahoga en aturdimiento estéreo, sin poder esperar un segundo más en confesar mis pecados: Amasé tallarines de la dimensión de fajas, y mientras elongaba en la mesada, carente de apreciación tramé poner viruta pintada de blanco en vez de queso rallado; más luego usando témpera de escuela y virulana, lo hice; más deshecha de la risa lo realizaba temblando de susto; que eso también favorece el resquebrajamiento. Como para tenerlo algo inhibido, quizás al cincuenta porciento de su babosa capacidad, he colocado, y esto si que lo hice enibida en tos, que como me he reído vamos en popa con el viento de amigo, un clavo de andamio en la montura del rinoceronte resultando cual si lo hubiera picado una abispita. Hasta hube recurrido a un brujo para que lo hechize fulero, y delirando vaya a querer arrojarse al vacío; inclusive enfrentando yo la anuencia de un posterior expolio. La autocrítica recide en que por mi culpa me encuentro moligerando la vida desde detrás de un ursus amaricanus, donde estallan libertinos mis exabruptos inmorales a la pura conciencia del razocinio. No hace tanto que nos casamos con la anuencia de tu investidura, e igual como para que la costumbre puntual se esfume degradada por la corrosión del sobrepeso, muy sin querer unto la piel del oso con pipetas para auyentar las pulgas, y nada le sucede a Ignacio fuera de la misma calentura. Lo sé con el marido ya casi pesando la media tonelada, no dá mucho de ligar la forma de amar con el contenido del sentimiento, con yo dentro con las cosquillas que los pecadores tienen, muerta de risa con el oso que tiembla electrizado, que risueña de picardías me siento entumecida de abdominales duros, bañada de transpiración, miedosa de hacerme encima y que el traje se torne bufonescos, adios gracias los ovarios respiran por los pliegos de un dobladillo; lo que hago lo hago, después de hacerlo mi río mucho, y finalmente me arrepiento por completo. El lunes pasado, pelé un cable conectado a la red de alta tensión, y lo puse sobre mi aislante barbija del mentón, y cuando al momento de besarme sus labios quedaron electrocutados, él lo interpretó como cosquilla cual síntoma del afecto. El miércoles yo misma enceré los escalones más altos de la ancha escalera para que resbale y se venga en avalancha cual alúd al piso de cerámica, y firme como contenedor descendió raudo como si fuera asfalto gris. Y que otra cosa queda, fabricar un arca con un corcho de tapón y que se vaya a pique en el océano Atlántico; que entonces muera incinerado al incendiarse la casa?
Padre Fulgencio, cambiando el ángulo de la información, cual si usted fuera a orinar frente a un mingitorio, que bella cruz alegre le sale, de un crucifijo seguramente de oro, colgando de la sotana cual lengua de perro sediento; encandila como para vivir rezando y nunca dejar de ser devoto, con cristo que irá a salir de paseo. Ah, me olvidaba, mire lo que tengo aquí entre mis pezunas cual pinza de panadero, que recién encontré tirado dentro del confesionario, un alfajor en un par de ostias, con relleno de mermelada de árandanos. Ah, pero como quisiera con estas pezuñas aun pegajosas rascarme de tanta picazón, que para el mundo externo es un arma de arañar terrible, que es justamente lo que más desearía, rascarme los kilómetros de cáscara de norte a sur de mi cuerpo somatizado. Si el amor es una trampa donde uno queda chupado, debo estar muy enamorada pues eso es lo que me acontece. Lo sigo amando a mi marido pero ahora después de conocer a ese loro, de una manera muy enfermiza, capaz de poner cáscaras de banana en el acantilado, más luego de un soplido final, reir y reir hasta llorar de la risa y tiritar cual un chicharra. Quiero escapar para terminar de continuar risueña de espasmo rebotando en maldades que ya me dá verguenza. Ya estoy a dieta y haciendo esa seguidilla de inhiquidades en hacerle caso al loro, y al compás en que Ignacio llegue por fin al peso ideal yo voy haciendo lo mismo pero a la inversa. En fin, ojala me quede algo de lo que fui. Gracias al loro, ángel vendito, que cuando esté libre juramos volver a encontrarnos, confío que sus consejos darán resultado. Si logro despegar del atuendo, mi meta, al momento de la coronación de Ignacio, será salir de alli y habiendo por fin zafado, no huir de inmediato sino oculta quedarme escondida en la reserva. Más luego de mucho comer pasteles tratar de volver a ser quien fui, o era antes del accidente. No tengo otra finalidad que luego rendir cuentas a quien sea pero desde un lugar normal, que ni mira de exéntricismo haya cerca. Odio ser ese modelo que está imponiendo la moda de andar vestidos de animales. Últimamente hemos adoptado un bebe de la calle, abandonado, para que lo críen en la granja, más lo he visto pasar gateando metido en trajecito de becerro real y me colapso el sistema, toque fondo.
Falta nada para que mi marido en autoprenda impuesta de alcanzar la nunca pamplina de quinientos kilos, me termine de comer las últimas vacas y novillos, y mi estancia ser un alpiste Mabel el delgado anden desierto, más presto cabar un pozo de las hectáreas del predio volviendo a ser flaco; embuída en zozobra mastico el aire alentando las entrañas de seguir afrontando la dieta con valentía, confiando mucho en los vaticinios del loro guía. Poder escapar hecha un escarbadiente es lo que más deseo, y ya claro que desde luego si vomito no sale nada. No pienso escapar y andar de vacaciones por los hoteles, pero si quedarme y mantenerlo a raya, de patético convecimiento debo salir al gran placer de estar de vuelta en una reposera con el sol expectante, de la cabeza a los pies bañandome de nuevo de bronceado espectacular, y después explicar y explicar, que sabré emplear el entendimiento en favor de una exelente exposición o alegato; que más bien se trata de no aguantar tanto sobrepeso. Y si amerita vaticinar un desenlace de abandono está equivocado, pues cuando me recupere pienso persistir a su lado, en la segunda etapa del experimento, que hasta le permito que cabe el pozo gigante, de adelgazando crear la inmensa laguna artificial; ah, eso si, siempre y cuando, aunque menos gordo se mantenga alejado. Uno se enamora así como si no fueramos de carne y huesos, y luego el sufrimiento es a pesar de los vaticinios, una sorpresa que pone en duda aquello ilusorio que supo transplantar la soledad, donde ahora deriva una catastrofe. Por ello ustedes hacen jurar amor eterno a pesar de los avatares ¿Pues como hace el tullido para solventarse sin ayuda, quien asume esa carga sino el propio conyuge?
Con retardo veo mis pertenencias desaparecer cual la manifestación de un castigo divino, bha, solamente la cartera con las tarjetas ¿Donde habré dejado el bolso cófrade que luego de mi es lo que más cuído? Tiene que ver padre Fulgencio me regalaron una cartera, mezcla de bolso y heladera de picnik, de leopardo genuino, para que haga juego con el traje de oso, y ay no, que después de dios es lo menos quisiera perder. El dinero no me importa tanto como las llaves de la cuatro por cuatro donde quedara la osa Moli esperando encerrada, y el celular con todos mis contactos. Los amigos son como unos retardadados, que no sé, piensa que estoy muy tranquila aqui dentro, con la cautela del tímido será, despertando en mi, por la indiferencia cobarde o pusilanime, odio, que aborrezco la vida con esa abismal distancia que nos separa que impide rasgarle sentido a la existencia. Pues esta máscara, lejos de académico istrionismo, es imperturbable momia incapáz de expresar sentimientos, y entonces aprovechan a rehusar animarse a enfrentar el riesgo de preguntar como me siento, que con observar el paquete sería suficiente, que no hace falta irse para tomar distancia en un darse cuenta del terrible destino; pues la impericia, la torpeza, es mi fragua de donde hago reír sin receta. Y siendo irremediablemente así, con más razón debo encontrar una salida. Y los que se animan a quedarse esperando algo de mi, son gente pobre que hacen de acuerdo al presupuesto de la billetera. Siento la aspiración de reclutarme en un circo. Somos el pizarrón y la cursiva copiando una historia donde lo importante es ser perseverantes con la burla. Ahora haciendo desmanes y riendo con el dolor ajeno me avivo que somo todos perversos, que es un tónico para el el alma en dacadencia, por eso cuesta horrores ser ecuánime, pues ser bueno es ser estúpido, nadie es desinteresado como para abandonar los hábitos de gozar con el sufrimento ajeno y rejuvenecer por ejemplo. Desde la ignorancia ha tener la cultura del saber confirmado hay una cadena de disparates donde todos somos concientes que en la posta hay una burrada, pero igual debemos seguir adelante pues la vida no espera como el educando, y de ese remolino que se forma es de donde perdura lo infame. Todo el tiempo soy un yunque, lo opuesto a estar hechizada, lo contrario a un embrujo, que no existe otra cosa que la resistencia al martirio, que tampoco es esotérismo el calor, ni subjetivismo son los cuarenta kilos de cuero con pelos y pezuñas; estoy obligada a levantar el brazo y sentir que las costillas se arquean en sentido opuesto, que pronto he de quedar cual espantapájaro en la funda de origen. En mi caso hace concurrir una apariencia de un vergel de persona, que vive feliz estando disfrazada, imagen de fortaleza exterior que impide sondear lo débil, que yace oculto entre paredes, palpitando cual corazón infartado cada segundo de vida, buscando una solución que nunca llega, aunque más no sea una salida al mar muerto que resulte una porción de esperanza, sin escurrirse jamás el gran esfuerzo de dar vueltas sobre milanesa, de querer esclarecer la noche con chispas, con el resplandor permanente del estertor en la perturbación desesperada, pues dicha oscuridad es una atadura firme del ente que lucha vivaz, y que encima se burla del perimido de querer encontrar una salida que es un buzón de ancha boca alambrado de púas. Y en episodios grotescos se va consumiento esta novela que por monentos se inclina hacia lo tragicómico, y nunca has de poder evadir la intriga de saber como sigue el aguante obligado en la garita animal, de esta carcel inamovible en el fuentón de granito. Y el amor que aun siento, con todo lo adverso de acomodarse a un ser tan diferente al del comienzo, que debo suponer por estaba obnuvilada, aun sigue adelante siendo cariñoso y con deseos de luchar por un hogar digno. Pasa que de un ser tan expansivo que no solo ocupa espacio sino el aire, que hace estremecer el hogar cuando camina, que si se tropieza parece un cataclismo, que cuando cierra una puerta una cienaga salpicando esquirlas. Yo amo a mi marido hasta lo infinito y sin embargo es necesario estar remarcarndo la bronca con el punzón de la nulidad; la imprudencia de aborreser se hizo intríseco el afecto hasta ser aspas con filo de subtraer de la alegría el color imperecedero.
Oia, estoy sintiendo que mi cuerpo rota separado del atuendo, que no hay lugar para polemizar conmigo misma. Padre, estoy ante una realidad turgente y divina; si claro, tiene que ser así, el cuero se ha despegado por completo de la cáscara; con la humedad que antes era parte del conjunto desplazándose como maripozas hacia nueva flor, y allí es que elogio en el fondo de mis pieses un espejismo de agua sucia. Asoma mi alegria de la brisa que percibo correr por entre los recodos del disfraz. Y ante el balbucear de mis primeras emociones escucho sonidos muy diferentes que absorven el silencio de la catedral cual fondo negro, con mis orejas atentas que tienen oídos sónicos plagados de jolgorio, pues escuchar logro alegre el rocío que aun se desintegra. Mi cuerpo se ha despegado del atuendo, soy libre al fin de ataduras. Ayúdame joven Fulgencio, fíame de tu atención, pon serio empeño cual bombero, derriba el ahora que te vuelve pudoroso dando brincos sobre el eje de tu moralidad, mira fijo otro punto que desnuda por dentro estoy pintada de tanino, con los ángeles socios del loro que me cubren de inmortalidad, cierra tus ojos en un santiamén si lo prefieres pero bájame pronto ya el cierre de relámpago, del portón del paraíso terrenal que allí vamos, no te quedes patitieso malcriado muchacho, insiste testarudo de tirar del presinto para abajo, de nuevo estoy naciendo, de nuevo. Puedo contraer mis brazos y el traje se queda quieto, y apenas levantar mis piernas mientras las patas ni mú. Basta de hilvanar amargura, quiero dejar de permanecer aquí dentro. Tengo una idea potente, pero dios, necesitaría encontrar la cartera ya, para así poder abrir la camioneta y en mi lugar colocar dentro del traje a la domesticada Moli, osa inteligente adiestrada como para enhebrar agujas que juro ha de poder imitarme pareciendo de una persona su conducta; y aparte, gracias a la suerte, es bastante menuda y traviesa que estoy porfiada que le ha de calzar como un guante. Claro está, desde ahora con nueva apariencia me haré pasar por otra persona, y bendita suerte Fulgencio nadie se habrá de dar cuenta, ni siquiera mi angurriento marido con ese afán de batir récores ¿Como dice Fulgencio, que me ponga de alias Rita, o es que escucho una voz de ultratumba? Si, entonces me he de llamar Rita. No hacen falta más estímulo de seguir musitando vanas posibilidades de salvación, ni de reír por banales motivos de hacer maldades, es un hecho que el traje se ha despegado, y que en adelante solo gozaremos de la risa espontanea clara y limpia. Al diablo con la estética de una bella señora, ya no me importa más ser bonita, pero eso si, deseo estar vestida de algo que me cubra; ande muchacho, pleace, quite de la vitrina el manto de la cruz que voy hacer un pareo. Uy apareció la cartera; bueno entonces Fulgencio sea conciso y determinante, que la Linux está en la puerta, vaya por la osa enseguida. Gracias señor loro, adonde quieras que te encuentres eres monumental, y ya verás ángel de la diestra de jehová como con mi nueva apariencia de escúalida mujer Rita, he de drenar las dudas con el Ignacio marido perseverante y relajado de continuar firme con sus proezas. La ostentación de mi flacura será deleite en los primeros pasos de la libertad, estoy embelezada de imaginarme en la gloria.


7-Ignacio:

Joven, quisiera que antes de pasar al salón, me permita que pege un cartel, ofreciendo recompensa por el animal extraviado. Pero mire allí, esos hombres con capuchas triangulares, que a expensa del amedrento, derriban la imagen santa, del Luján querido y emblemático; que vive en paz radical; confirmando que se trata de una desaparición y no de un extravío. Cuatro gatos locos, vestidos mitad con botas de goma y señoras barcas de bajo calado, y el resto, largas camisolas que subyacen del aberno, ornamentados cual los deshonrosos segregacionistas del kukus clan. Firmes y amenazantes, por hoy calmados en su sed de venganza, más luego sin empacho vendrá la insaciabilidad carca nuevamente, pues descarriada del bien, la moral descarrilada tienen, confirmando que la hicieron polvo de estrellas en la timba, con quebranto y opulencia, que seguramente la hubieron arrojado al mar desde sus antros cuchitriles; a nuestra linda osa Moly me refiero. Fíjese, con dos por persona, portando antorchas a plena luz del día, como para lindero de recalcar con torno: obediencia debida; y de paso como siempre intimidar al conjunto que convive en armonía. Fácil de adivinar de quien se trata. Son la brocha gorda del suplicio, que embadurna de flema santilly en el espectro del calvario, aunque simpre desvergonzados necesitan de anotarse más lecciones a terceros con dolor crónico.
Mi esposa a dejado de hablar, quebrada el alma de pavura. Y sus últimas palabras fueron triste decisión: Dejemos el sexo de lado.
Habló veinte minutos antes de callar para siempre, pero sus palabras finales fueron, triste desición; dejar de hacer el amor, que tan poco nos costaba.
Adoptemos a una viejecilla arruinada en situación de calle. ¡Pronto, me dijo, la mujer es una desalojada y sin pensionamiento alguno; será quien hable por mi y ampare mi lengua, pues mi luto será un manantial de dejar pasar el tiempo en insondable silencio. Y primero disfónica más luego enseguida enmudeció. Habrá que hacer el amor con la viejecita, pensé; pero no, se trata de cuidarla y evitar que en la resbalada de la supervivencia vaya a alcanzar el raquitismo propio de la pobreza aguda.
Ensamblador, joven hermoso, no se mortifique, mejor vayamos a lo nuestro e ignoremos la patota que en piquete de derecha yace irrevocable. La naturaleza humana, con sus muchas variables negativas, se expresa ahora en nombre de la represión, que sin onorarios lucha contra un tipo de diversidad cultural de tipo metafísico hevy metal. Aunque quizás sea el polémico discurso subyasente, el que azoma amenazante de mis aventuras, aquello que tanto recato despierta, hasta el límite contrario a lo parapsicológico, de alzar una manopla de bronce y despedazar el rostro panfilo tangible del cautivo. Y todo ese despliege amoral, es puesto que el discurso integral de un obeso irreverente, mete de cuajo al abulico en un incómodo berenjenal de las sinrazones, de donde luego se sale uno entusiasta, en un modo peculiar de anexar a la mente, dialécticas complicadas, que así mismo alimentan la inteligencia. Por ende haciéndose alarde de un cacho de alegoría acerca del bien transgresor sobre el somero estadio de la apatía absoluta. Y estos burócratas, son un claro ejemplo, de como se pueden romper los cinturones de seguridad del cómodo sillón y alistarse con cuestiones que el ostransismo solo redime en pecado. Sé que ellos argumentan la depredación en la reserva como un crimen tremendo. Sumando además argumentos fantasiosos donde se me imputan poderes mágicos, horrendos y radiactivos, en lo concerniente a que de mi barriga salen cosas que infectan al mundo. Estoy desprovistos de deseos de pelear haciendo un desvio de lo que tanta responsabilidad la prueba me demanda, que me sobrecarga de deber ser, más que los kilos inclusive. Que indignación resulta escuchar chimentos de tan mentada impregnación, que afirman que de mis eruptos salen rarezas, que sin ser vomitos con la cabeza abajo, son erupciones tremebundas de ofrecimiento peligroso. Dicen que en el último evento de este tipo, he eruptado cien ojos que tenían vida y que podían mirar, siendo que un tuerto se ha colocado uno, y que hasta hoy tiene poderes de hacer ver mujeres desnudas, que desfilan antes su andar agónico pero en sueños exitados. Pero que eso lindo de desprendido favor, lleva el rancio disgusto de padecer de energía radioactiva que supera los niveles tolerables, provocando la agonía del tuerto y el posible contagio a terceros. Además cuentan, y aducen, como para qué asustados regresen a los buses y pagen, que en otro efluvio salieron dientes de animales a la vereda, y que ivan formándose en unión espontanea, mandívulas de molde, que mordía al peaton aterrado; historia falaz en detrimento de la inocencia del desprevenido transeunte, que prefiere abaratar la inflación caminando largos trayectos. U otra que dá cuenta que, a mi paso, también hubieron huesos de diferentes tamaños y orígenes de especie que hacían rompecabezas de esqueletos traviesos que atemorizaron a los pasajeros de la pesadilla. Ellos aprovechan a mentir pues la gente compra historietas para entrenerse; pero más luego ese chisme cala hondo hasta hacerse verdad absoluta y funeral, que enturvia la alegría y el buen pasar. Por esto digo, que a lo mejor sea preferible formar parte de los inadaptados no renobables, que de a poco vamos extinguiéndonos como el petróleo, y no de los diáfanos que pretenden que vivamos como en un burbuja de pescado, exentos de prendas. Como ha subido el agua es un espanto. Zócalos y puertas del pueblo están pudriéndose. Lástima que estos intrusos no se apolillan como la madera. Hasta la catedral está pasada por agua. Démonos prisa. Hagamos acto de indiferencia. Para risa del enemigo que balconea: Tuve que bajar la barranca rodando, arrollado como una alfombra, y al llegar abajo me frenó la marea quer si no caía al Luján. Aun escucho sus carcajadas, como el recaliento global que hace crecer las aguas sin importarle las escolleras; de estampa enorme tengo el orgullo perimido pero no obstante debo despejar la intriga que intriseca me fastidia el sueño.
Por fortuna la fábrica esta bastante al resguardo del repunte; escalones mediante venimos zafando de matar los cayos de un resfriado. Una fábrica en penumbras, digo, rareza poco habitual, ha de ser por los cortocircuitos, aunque las persianas cerradas dan a pensar en un periodo de bancarrota. Es medio día y hay mucho sol. Antes de salir de casa eran las doce pasadas, no puede ser; debería estar el comedor repleto de obreros almorzando, y no de oscuro total, usted debe ser el único caído del catre que trabaja. Por la barriga hace rato que no puedo ver mis pies por adonde caminan, y así en penumbras, es como si estuviera ciego. Usted mejor haga de guía, y cuando lleguemos a la balanza, coloque una valla de acero que haga de bastón. Luego corra la pesa grande a cuatrocientos, y la otra en ochenta, noventa. Yo creo que no llego, pero igual necesito saber cuanto me falta, los últimos kilos son los más difíciles.
¿Quiere probar un sándwich de paquidermo? Está bueno, bueno de verdad. Estando de caza en el extinto bosque, he encontrado tirado un elefante de la reserva, que murió de viejo, pero así y todo me temo que me faltan veinte kilos. Esto con huevos duro y papas fritas de paquete es maravilloso. Debería, para arrimar mejor en el peso, haber comido el cuero entero, pero en cambio hicimos un vestuario, disfraz que como festejo pienso estrenarlo con los quinientos kilos reales. El traje del elefante digo. Seré un mito, de obtener el privilegio de quedar sellado en leyendas, aunque no bien alcanzado el récord, sin entretelones deberé comenzar la dieta, y no ha de faltar mucho para ello; solamante cuando esté flaco es que se cerrará el circulo. Adelgazar como un rayo, bajar bruscamente de peso, sumando otro baluarte en cofre de anegdotas. Más, la zanja gigante, en la mente elaborada, que luego haré a pala, cavando dedonadamente, con pico, esfuerzo y esmero, que con la ayuda de Dios, considero luego llenaremos, al son de la marea que surja de la última exalación. Aclarando, que no es deseo de fama lo que me impulsa hacer esto, sino una amplia actitud de aventura, con el interesante afán de crear un punto de reflexión hacia mis seguidores. Y ya ve que no todo es un remanso, también tengo mis retractores suspirando al pies de la picota.
Pasa que con los años, y aunque por demás ágil, entre nos, le confieso que me cuesta mover la osamenta. Ah.Y hablando de osa, quedó por decirle, que recuerdo ahora: pensaba y decía bromeando a mi señora, si me llegasen a faltar los kilos necesarios que pretendo, aunque me cueste el matrimonio, me deberé de comer a tu mascota tan adorada; que es esa osa Moly, que ojala aparezca, siendo todo un tremendo mal entendido; oriunda de la reserva, que creía estar viviendo con su príncipe azul, que es mi señora Mabel con el traje de oso adherido. Me dá bronca que usen a terceros para hacerme sufrir, porque no me matan a mi directamente. Jamás la hubiese comido. Espero que Mabel no sospeche que miento por haberla devorado.
Fue mi señora, que en su contratiempo de quedar con el atuendo de oso impuso la moda de que las gente del pueblo vayan a andar por la vida disfrazados de algún animal, aun fuera de la fecha de los corzo, y como que esto siga imponiéndose todo el país andará vestido de animales. Hoy la producción de carteras de la zona, ha disminuído muchísimo, puesto que el cuero se usa para trajes de vaca. Solo que mientras todos descansan ella sigue con el hermético traje de oso a cuesta. Una situación injusta, donde quizás ella esté pagando por las actitudes de su angurriento marido, o sea yo en mi actitud depredadora, que va costando tener que llorar y andar pegando carteles en los árboles ofreciendo recompensa. Y a parte, hay muchos lugareños que se visten de pájaros, gracias a mi loro, de quien todavía no le he contado, pero que gracias a él, se instauraron las primeras manifestaciones de este tipo de costumbre pintoresca. Ah, lo sabe, bien entonces, uno más que la sabe. Movimiento paracultural, que acompañado por el pueblo se expresa cual espejismo de los heroes. Cuando recién esté sobre la plataforma, he de desnudarme, aunque, el medallón de Lorito preferiría dejarlo en el cogote, que si bien emocionalmente es una parte de mi cuerpo y de mi alma, no debería computarse el peso real, pues el resto es todo grandeza, aquí yace la gloria de ese prócer que auyentara la plaga, imposible de olvidar. Y es por esto que debo sobrepasar los quinientos kilos, para hacer promedio exacto. Tengo algo de miedo que para entonces el traje de paquidermo me quede apretado. Éste medallón es una parte de mi vida, que quizás me adose volumen de persona, pero no soy yo, sino él, el propio grande Lorito, que computa sus kilates aparte de mi. Estoy en ayunas con un sanwichito de éstos solamente, pero de haber comido seriamente, más el medallón debería pegar en el travesaño a los quinientos kilos, las reglas las fijo yo, de nada vale el autoengaño. Sé perfectamente que no llego, que estoy a pasitos, ensayando para dentro de muy poco. Luego vendrá el descenso, que será pasar hambre, apetito todo el día, languidez al por mayor. No veo la hora de comenzar a cavar el hoyo donde luego de terminado la primera inundación que llegue irá hacer existir una laguna gigante. Que calculo yo, llevará por nombre, el nombre de la osa desaparecida: laguna Moli. Y en ella iremos a depositar al tiburón sin dientes; que hoy sobrevive todo doblado el pobre, apostado en una pileta de lona, que cuando se endereza tenemos que hidratarle la cola, y que vive sin aleta, víctima de una sopa por demás exquisita. Que luego será confundido con el monstruo de la laguna. Con todo y pena, seremos felices. Y mi esposa que en verano irá a permanecer en la laguna hasta que se le despegue el traje de oso Ursus Americanus, y aparte el calor que tiene mi pobre santa, que la tiene estupefacta y sin ánimo para conversar; bha muda, que no quiere hablar directamente. Hemos dejado el sexo de lado, pero ultimamente me besa en la boca que sabe a placebo de mermelada de papaya. Tengo entendido que si logro el récord de los quinientos kilos, en estado óptimo y atlético, la municipalidad de Luján desea acompañar la segunda parte de la gesta, haciendo frente al plan de adelgazamiento, de la inducida anorexia, cavando yo un trillón de paladas de tierra, colaborando ellos como soporte, utilizándose las topadoras, pues, en trecientos sesenta días, que sería el tiempo establecido para la segunda etapa, de regresar a mis setenta y nueve kilos naturales, será imposible que yo solo, y mis dos rinocerontes arrastrando diferentes carros, para colmo ella preniada del nuestro rinoceronte, aunque deberá trabajar también, vayamos a poder cavar y arrastrar el pozazo del tamaño de la laguna de mar chiquita, de una profundidad promedio de metro y medio. Hemos de crear un paraíso, con aquella dichosa laguna, para el público de la reserva, para el bendito pueblo de Luján, dejándolo a salvo, de aquella inundación que azota al distrito permanentemente, también, para nuestro Buenos Aires querido, ahora orgulloso de su nueva laguna, inmenso espejo de agua dulce de rio. Participando con los turistas, que tengan a bien acercarse, con sus kayack, con las velas y los gomones de a motor fuera de borda. Y entre todo ese caudal de riqueza humana y animal, el amado tiburón, manzo, amigable. Por poco un delfín de película, pero no un monstruo malo, divertido, bueno cual renacuajo de charco, buena persona pues es casi uno más de los nuestros. Y no una bestia depravada como el guarda parque Joe San Luis Espineto; de quien estoy seguro que sería el jefe de este grupo nazi de estilo yanqui. Aunque a decir verdad, en aquella oportunidad, Mabel me había persuadido que él, en su maldita función de cuidador de la reserva, ignoraba que el tiburón estaba allí para comernos, le creo pues estaba acompañado del padre Fulgencio, y es raro que vaya hacer eso, no obstante tengo mis serias dudas, sabido es que al maldito le importa un rábano el que dirán, a menos que sea la opinión de otro zángano igual, de inconsciente depravado hasta en el alma... Vaya, disculpe, sé que usted no sabe de éstos entretelones, pero este sujeto nos invitó a dar un chapuzón en su pileta, como para que a mi esposa se le despege el traje, y tenía un tiburón escondido.

Bueno lazarillo y amigazo tenga a bien arrimar la muralla, que al fin estando al pie de la balanza, debo despejar toda duda del misterio, ha llegado la hora del momento del despegue, sepamos del balastro el informe implacable, donde los volúmenes de cantidad son verificados con meridiana exactitud, no pudiendo nadie escapar del veredicto de la balanza justiciera; pues balanza que marca cualquier cosa dá motivo para las guerras.
Espero que no haya damas obreras mirando, allí escondidas entre las auto partes de los coches, contabilizándome cada pliego de la obesidad. Epa, que ven mis ojos, en sacudida de sueño realizado, por fin he alcanzado los quinientos kilos, aleluya, faltan solo algunos poco gramos. Que suenen los trombones: Estoy al pie del éxito, con un irrisorio esfuerzo de pelar una pera será suficiente. Ha cenar fuerte hoy y mañana, más pasado, vuelvo a ver que sucede, espero que para entonces, hayan reparado la luminaria.
De firme reputación del reinado nuestro, aun el freezer reluce de cortes sabrosos, bha, poco, no se crea que mucho. Con creces tranquilo con manducar fuerte hoy, en lo que reste del día, que prometo no han de quedar ni los piolines, y cálculo que mañana al desayuno con regia parrillada, horma de queso, por fin voy a lograr la tan deseada hazaña de los quinientos kilos, y algo más de miguitas de responsable yapa, con medallón y alegría puestos.
Oh, insigne medallón de mi amado lorito, arrebatado el pecho de emoción al pie de la meta fijada tengo, derrochando latidos de fe con cobertura de orgullo suelto, en la oscuridad de la fábrica envuelta de oscuro profundo que nos aprieta y embuelve; recalando la mirada entre el fulgor de un achaco de luz decaída, donde brillante subyace el puntaje prometido, dando aliento a mi alma testaruda llegamos a la cumbre más pesada. Joven lindo, alcanza a este viejo realizado en nube de algodones, la bata, que tengo que ocultar mis partes impúdicas, prenda de vestir que es casi grande como el telón de la comedia francesa.
No existe otro animal mas que el humano, que pueda y logre, jugar con su cuerpo haciendo que cambie tanto en el sentido de su voluntad. Voy a llorar tanto, que he de rebalsar la copa hasta mojar la base. Oh, medalla poderosa, has que la fe que puse ayer sea sensata alegría eterna, y que mis kilos toneladas de amor en la recámara del dar. Usted Lorito fue entre Mabel y yo, esa flecha que atraviesa el corazón de los enamorados. Sepa que el amor de los ausentes es también fuerza de inspiración donde el amor permanece.
A la flauta, este mi medallón, suelta luz que ilumina la fábrica de repente, cual sí el sol se entrometiera. Y de tan inspirado creo ver entre los rayos, un coro de ángeles y animales, que juntos festejamos, por algunos gramos, mis quinientos kilos. Usted amigo mio, que sonríe cómplice con la sonata, podría explicar que sucede?
¿Que? Que han venido, el intendente, la gobernadora, y una comisión del libro Guiness de los récord? Que ya estoy nominado, que esto es una fiesta sorpresa de la bendita consagración. Gracias por el batir de palmas en pos de una cerrada ovación. Ahí veo al gobernador del Chaco vestido de cuervo que vitorea con las alas. Y tanta gente del pueblo aclamando con matracas y serpentinas, y espuma de carnaval de vívido merengue. Y estallan bengalas y la gente ríe reconociendo algo inmenso en el homenaje. Y una torta con crema en mesada de ruedas con rayos. Están todos mis seres queridos; solo faltando Moli, que empaña el círculo intimo; aunque para nada a la multitud de hinchas del gordo Ignacio Poncini,uhji, campeón que aparte desafía los albores de la inundación. Veo la rinoceronte Leticia que por fin descansa del carro auxiliar, y el macho con una corona de rey, más corneta de plástico, que hace sonar cual un himno bipolar, al ritmo de la respiración pausada.
Si la crecida no lo impide, preparen la capacidad de asombro, que mañana mismo comenzamos con los primeros viajes con repletos los carros de tierra hasta el zenit, desde nuestra chacra rumbo hacia el inmaculado bosque, que será el Aconcagua sembrado de plantines.
La mayoría de la concurrencia instauran con sus trajes de animales una fauna que remite a la globalización de la existencia, algunos en peluche suave, otros en plumas de en serio, igual que Mabel; con ropa encima, para no parecer crotos emplumados, o simplemente, peludos desnudos sin pudor ni escamas. No es acaso un récord tanta gente disfrazada fuera del carnaval? Otro récord aparte de mis quinientos kilos? Aquí Rita ayudada de Mabel, me arriman al proscenio de la balanza, mi traje de elefante, recién sacado de la tintorería ¿Que mejor ocación para estrenarlo? Y ahora yo que estaré acorde con ustedes para acompañar a mi querida concurrencia; y a Mabel, que cual ejemplo a destacar, escuchen, a sacado de la intemperie cruel a esta viejesita, que hoy vive con nosotros cual una más de la familia, infinitas gracias ángeles mios, estaré vestido de elefante en breve, parado en dos patas firmando autógrafos, también aplaudiendo la fiesta de todos dispuesto a ser fotografiado.

Es un tremendo vaiven de las emociones ver tantos falsos animales, y allí veo un grupo vestidos de langostas también, feliz de que allí esten en representación de tantas que he comido al pie de un sentimiento iracible. Ya siento estas orejas como parte de mi cuerpo. Gracias también por esta típica corona de laureles, símbolos del vencedor. Solo que ésta es una de velatorio. Tengo actitud de colosal agradecimiento y brindo, con esta botella enorme de champán, por la salud del pueblo y el bienestar del mundo. Hoy no, pero mañana prometo comenzar a adelgazar. Siento en mis brazos la fuerza de la fauna devorada, que voy a lograr convencer a mi voluntad hasta lo insólito, sacando de un bocado el pozo de un océano, y arrastrar el sobrante hasta crear un monumento donde un farol de niebla habrá de acariciar la luna con sus fotones.
Por prudencia, pido, demos por finalizado, éste para mi, hermoso evento que colma de orgullo mi ser, premio de la coronación del más gordo del Mundo. Que no vaya a ser que el rio que invade, por desventura no se ande con chiquitas, hundiendo la ciudad y haciendo reemplazo del aire por líquido, y así nos sumirá en hablar maldiciones soltando efervecencia. Gracias amigos por el reconocimiento sincero. Hoy nos aporrea el viento sudeste con corolario establecido hasta que la posta de otro viento haga reemplazo, haciendo cambiar los pronósticos como las paradoja todas; que una y otra vez vuelven sobre lo mismo y a empezar de nuevo; de quedar flotando únicamente las hojas y las jangadas con hacia la dirección a la desembocadura. Pero al salir vean con recelo aquella agrupación unitaria, que avispados de la nuestra desconcentración, van apagando sus antorchas en el rio, queriendo intimidar con la imagen del vapor que abrupto sucumbe al humo, además el estridente chasquido del deseso de la llama; que se va tallando un mensaje que subyase violento con promesas de ira, allí muy panchos flotando en barcas de clubes privados, con carteles que argumentan disparates: ¡Sepan que yo no cazé de un disparo, al elefante que llevo puesto! ¡Murió de viejo! Entonces temo que las aguas lastimadas nos tapen antes de lo previsto, pues el viento ha de soplar en un sola dirección, ofendido por el desagravio, con la fuerza de un tsunamis rioplatenses, pues dios mira, escucha, y se expresa por medio de la naturaleza militante de su partido.

8-Joe:
Estimada señorita Rita, por favor, tenga a bien aguardar ser atendida, mejor vaya para la zona de las jaulas y entreténgase en darle de comer a los animalitos, enseguida la llamamos; necesito estar a solas con el padre Fulgencio, que debo derimir cuestiones muy importantes; que a lo mejor atañen a nuestro futuro destino ¿Que, que los camioneros se han robado los fardos de alfafa? La que nos faltaba, bueno depués hago inspección ocular, entonces simplemente aguarde allí fuera. Padre Fulgencio, la tengo en la ganchera. Está mujer pareciera estar afectada de radioactividad que tiembla cual una chicharra. Aunque a decir verdad, no son pozoña, ni en balde, ni exagerados, esos chascarrillos que corren sobre los efluvios estomacales del gordo Ignacio. Este hombre erupta cual espeluznante volcán en celo, donde los jugos gástricos vendrían a ser la lava, que fusionados con los ácidos úricos le dan virtudes nucleares a esa infección que emerge furibunda del estómago; múltiples desechos que emanan invasivos de esa panza con forma de montaña, adquieren un poder extra gracias al centro de gravedad que anida en su alma, que estableciendo una lucha feroz con la gravedad del planeta, en guerra intrincada de atracciones cruzadas, en empatía con los magnetismos propios, imprimen dicho eter estómacal de morfología intrincada, que de garabato a hechuras múltiples crean seres en exentricidades bautizados vida; la propia atmósfera recibe esa energía densa, libre de veneno, que no hace daño a terceros, pero que si salpica el paisaje de ingente disgusto; hasta`pudiendo forjar del horizonte la extensa linea recta; que él metaboliza alegremente y entre todos esos factores transforman en insectos o cosas puntuales. Y fíjese que loco, luego expuestos al fuego, hechos llamas radioactivas, curiosamente, por suerte, una a favor, no intoxican al chef de turno, ni a los comensales, que no quedan las comidas para nada de pérfida contaminación. Por ello estaría bueno que hagamos fabricar un globo, con sonda en la panza, a propulsión a eruptos, y mandarlo de una para la estratósfera.
Yo prismáticos mediante, es como si estuviera de copiloto de Ignacio, por medio de la telepatía, tratando de convencerlo que deje a la hembra rinoceronte descansar un poco del carro, que está a punto de dar a luz, nada menos que a un tercer tesoro de la humanidad, con decir que si muere aumentará el riesgo país; o de los tapetes de las damas rozadas saldrán cruces verdes que nos ciegarán los ojos; que pareciera que de ese ínfimo número tres no podemos pasar adelante, pues de seguro antes sucede algún evento malo que lo impide. Es un chanta pufi, un farolero, sobre un montoncito de tosca dura, donde instalaron una tienda de campaña, con un par de bidones con gasoil, hizo colgar un pasacalle que dice: El campamento de las topadoras. ¿Viste? Con la laguna ya casi terminada igual pesa trecienos kilos, no está pudiendo cumplir con las promesas de la campaña. Mejor cierro la cortina que no puedo observa maltrato animal sin sufrir muchísima indigación. Gente pobre de la zona se acerca a querer comer, hay otros animales al asador. Ya no sé bien cuales son los míos, o los que él compra a mis distribuidores. Mejor voy a cerrar las persianas también a si no veo nada, y hasta mañana no las abriré.
Oh, allí veo al carro que arrastra la desdichada Leticia, que rebalza de tierra, humeda de la lluvia, con las ruedas que parecen pantuflas. Cuando por fin la inundación el pozo llene, de renovado paisaje, me ha de quedar el lago sobre el límite de la reserva, vamos a tener que alambrar nuevamente pero con cerco de mayor altura. Esta gente son todos gastos extras. Ahora él mismo compra, a mis agentes federales, los animales que luego manduca a mandíbula batiente, aun a expensas de estar a dieta, siempre generoso con el bien ageno, comen juntos entreverado con la población de carenciados, en holla popular donde cada vez asisten más saparrastrosos. Volvamos a lo nuestro, que ésto retorcido igual da paño para recortar y recordar a cada momento. ¡Eh! ¿Que ocurre con ese estruendo? Como en trifulca callejera los choferes se disipan, y disparan de al lado del gordo Ignacio. Que le dije Fulgencio, a eruptado nuevamente, que sin ser granizo de caracoles, del cielo caen un montonazo de piedras de gullo. Ah, basta de mirar porquería, a esta película ya la vi.
Usted me cuenta que finalmente no es sacerdote, sino un simple monagillo, y que la carrera "ésta", de falso cura comenzó justamente en aquel fabuloso casamiento tan exótico de los Poncini, pues los auténticos párrocos locales, te pusieron a vos en reemplazo de ellos, pues no podían hacer consentir ante dios semejante despropósito. Quiero que entiendan que debí guardar silencio de mi amor hacia ella pues en aquella ocasión me declaré subyugado pero no me sentí correspondido, permitiendo luego, acobachado en un rincón, que se casen sin oposición.
Todo el mundo sabia perfectamente que Mabel estaba atrapada en el traje de oso. Que inclusive aquello fue un accidente de tipo fatalidad; pues su adorable identidad quedó postergada absolutamente bajo el cuero peludo del ursus americanus; y que el atuendo es propiedad de la reserva, pero ella se lo colocó jugando para coquetear conmigo, y a reglón seguido, al encuentro virtual con su marido, éste bestialmente la ató de las patas y la arrastró, al galopar enérgico del rinoceronte, por largo camino; y que por la sangre cuajada pintada al cuero, quedó el atuendo del oso adherido.
Aun así en la catedral continuaron la farsa, con usted Fulgencio como falso sacerdote, incluyendo las confesiones que Mabel hizo a posteriori vestida de oso. Que se le hacía muy dificil convivir con alguién de personalidad tan expansiva. Que una vez liberada, y en vías de resolución factores impostergables de la coyuntura, tenía pensado huir para siempre. Igualmente Fulgencio, hizo muy bien en soslayar el secreto de confesión, y venirse hasta aquí a contarme la verdad del rompecabezas; sin hacer gestión de superiores, puesto a la vera de la propia inquisición. Y por ello vos querido amigo, que hoy gozas del sueño de la juventud, cuando hayas terminado de gastar el último rastro de antioxidante celular, el cielo te ha de premiar con el eterno paraíso. No es para nada fácil tener que aceptar un destino tan alocado sin que estallen las emociones formando ideas, que luego en acciones transformadas vayan a transgredir el remanso del bienestar impertante. Aun preservo indemne en la moderna autopista del cerebro mio ¿Por que sabe la tube que remodelar en lo de la psicoterapeuta? Transitando lozanasas algunas neuronas intactas, otras, cual neumáticos, quemadas en la banquina, y parte de la inteligencia puesta a rearmarse en otro carril de la colectora, aguardando el guinche del automóvil club, que con puente de batería avive el chisperío, para que juntas puedan asimilar lo sucedido y continuar pensando aunque sea un poco. O sea que Mabel es, desde aquella memorable coronación de los quinientos kilos, la escúalida Rita, hasta hoy aguardando safar del cancer no bien pase algún autobus de los milagros, que santamente espera afuera para ser embalsamada en algún espacio libre que quiza quede de alguna sede del purgatorio en tierra; cual si hubiera acudido a un fiscal protector, en su eminente necesidad de defensa, y amparo. Entonces Mabel, una vez liberada, gracias al sacudir del cuerpo flaco, fue con la osa Moli, desde antaño el animalito hembra metido dentro del atuendo insigne del oso macho, y despavoridos los jerárquicos de la basílica de Luján te ordenaron a vos nuevamente, tomarle confesión en el confesionario, permitiendo que ambas estuvieran allí juntas, pues claro, no se pueden separar ni un minuto, al resgurdo que la osa disfrazada no provoque desmanes. Y en el retablo mueble hablando Rita de costado, con usted de confesor, por fin supo quien es Mabel, la vieja raquítica que lidera el absurdo binomio. Y entonces la pregunta que cabe es: Y donde está ahora la osa disfrazada de oso.
Uy, no, a caído. La visión de los ojos penetrada de lenticular película, escalofriante jadeo refleja en las retinas, que pasmados los sentidos sueltan furia de las venas bordoses, la rinoceronte Leticia está pariendo, balnaceándose colgada de las varas del carro, que apuntan al suelo, asistida de Ignacio, que tira del borrego cual si tuviera puestos borceguí dos números apretados. Diga que el gordo está de rigurosa dieta sino apostaría a que se come la placenta. Y para terminar la odisea de la película ésta, de cero estrella de la crítica especializada, que se proyecta inocente en los círculos empañados del catalejo, sumando colmo de los colmo al final de lo nuevo que viene esperanzado, la madre muere de un síncope cardiaco. Quizás no, seguramente feliz de librarse de ese monstruo opulento, contumaz de agape permanente, bruto con rostro de filósofo griego luego de hundido en baño de sales aromáticas; es evidente que a perecido, que estiró las patas como dice la canción. Cierra las persianas muchacho.
Mira a este castigado por los hombre, arlequín de la chacota, supongo que por amarrete, de buscar en los supermercados dos por uno de meraderías estacionadas para estirar con ofertas el bapuleado sueldo. Entonces debo tener de reserva moral paciencia infinita, y amar perdones, y llora a destajo deplorando la risa, y serguir confiando en que el pito catalán del destino se forge en artritis, convirtiendo mi pena en deleite de pasiva recración de viajar en carruaje funerario, revalzado de coronas con mi nombre mal escrito ¡Pues me quiero morir sin que nadie se entere, y luego quedar reducido a nueva felicidad en algún cantero! O de última quedar incapacitado en tétrico nosocomio en silla de ruedas, antes que seguir en este laberinto de terror a cuenta regresiva donde el cero es el abismo. Yo no quiero matar pues simpre quise ser tibio, gris claro, liviano, anodino, híbrido, y aun enclenque lo deseo, en tal caso pasar desapersivido para la historia local (estese seguro que al sitio no le han de faltar guardaparques de recambio ) aunque con todo lo obligado que me siento a intervenir en favor de la justicia por mano propia, prefiero elegir remontar al gordo del fundillo hasta alcanzar la pobre luna. El rinoceronte por fin a salido ayudado por Ignacio que lo sigue tirando de las patas hasta meterlo en el carro que dejara la madre. Pero la madre murió como consecuencia de y es un peso muerto. Para remedio del insatisfecho disoluto, ahora alzan a Leticia en una topadora; más el Ignacio ese insiste en colocar al cachorro aun sucio a tirar del carro, el rinoceronte suelta una lágrima que parece chiche, la llevarán al campamento a carnear abriendo la panza cual un pez; ay, ay ay, pero la tentación les maneja el alma y mejor la carnean en la propia pala de la topadora; y festejan todos como un gol de triunfo sobre la hora. Ignacio hombrea el carro y arroja la tierra al pozo; al instante alguien le alcanza un cartel que dice: taxi. Volvamos a las capuchas y las antorchas, pero esta vez con palas para cavar su fosa. O no, mejor prefiero remontar por el cielo a ese inmundo gordo forajido. Como puede ser que un solo ser humano precise de un ejercito de soldados para él solo, que lo mantengan a raya de lo insólito a propagar.
Ah, pero de entre tanta oscuridad colorada, he reflexionado sobre esas ultra fogatas que arden encendidas tanto tiempo, que ni el abundante agua las puede apagar, ni tan siquiera que mermen un poco. Vea Fulgencio, vea, en una cocina a leña encendí una patita finita como una aguja, solamente, de la langosta radioactiva con color de mariposa que encontré y hace una hora que la llama arde a la misma temperatura, entonces se me ocurre, juntar algún resto de lo que despiden los eruptos, fabricar una nave y remontarlo al espacio. Tu puedes ayudarme dándome aliento, consintiendo castigar al soberbio vandido ¿Vio Fulgencio como las galaxias son de una forma de espiral, bueno así es la fila de cientos de cabezas de ganado que se expanden por la laguna, vaya a saber por que motivo. Arden las fogatas en el pozo, dando la vuelta por toda la ribera.
Hoy para mi, los paros de camioneros y del campo, son un decreto de indiferente pariedad en mis emociones, y lamina de dibujos las reuniones populares en derredor de muchas hollas, más una silvatina ensordesedora la amplia fauna decapitada sobre tablas de cocinero donde desovan las moscas. Aunque las fogatas ardiendo exesivas bajo el paño rojo de la carne, intrigante enigma de mi tajante soledad, anclan en mis ojos cual un pellizco, mientras que frente al frenesi del gritarío, impotentes mis oídos somatisan puntadas.
Ah, pero entonces Mabel también le hubo chimentado la estrategia del plan para escapar (Mire como será el nivel de hartazgo que hipoteca sus bienes a favor del invasor) que la osa Moli quedó en el campamento de las topadoras al cuidado de los maquinistas, y que ella rajó hacia aquí como parte de un salvoconducto antes de huir hacia el exterior. Es mi amiga, no lo puedo permitir. Fulgencio, escuche bien lo que le voy a decir. Quiero que usted, en ceremonia breve, muy por encima del protocolo, nos una en matrimonio. Usted diga rápidamente: Acepta como marido a tal y tal, que yo contestaré por ella; y lo propio conmigo sin decir tanto nombre, y yo diré de buena gana: si acepto, más luego agregaré: Entonces nos declara marido y mujer; y vos respondertás con la cabeza que si.
Llámela con los dedos y vea como la descubro ¿Sabía? Mi padre quería que fuera sacerdote de verdad, plasmado en santidad, pero yo veía que me atraían mucho las mujeres, y desconfíe de mí, sintiéndome inepto para esa tarea de tanta resposabilidad moral. Uno debe evitar las situaciones super negativas para no tener que llegar al extremo de matar por necesidad o defensa propia, pero como hago yo para evitar lo que se cuela hasta en la intimidad, el sitio privado, y te agrede una y otra vez. Antes de hacer lo incorrecto se debe efectuar una pausa, antes de hacer el mal hay que pensar en las consecuencias. El destino es de dios ¿Sacando la gente mala que otra cosa mala existe? Ninguna, la mala suerte, los rayos, los cortocicuitos. Para los Espinetos la muerte es algo reservado del destino. Matar es hacer morir; poner en boca de dios cosas que él no pretende decir. Estando en el sitio exacto donde debo habitar mi vocación, soy un exponente de la alegría que vive amargado. Hay gente que habla todo el día de matar, a lo mejor nunca lo hacen, pero se entrenan y están mejor preparados con la guardia del boxeador alzada. Solo quiero ser participe de algo que esté al servicio de la diverción, la cultura, el entretenimiento, el esparcimiento de las familias en domingos inolvidables.
La lluvia es mi carcel. Del acuaducto llega limpio el sobrante de la ciudad, pues pasa por unos filtros, que bañan suave el suelo extenso de tosca dura. Debo reconocer que el entubamiento que sale desde la propia catedral y luego se ramifica hasta llegar al pozo, está de diez; y orondos sobre la capa de barro crecen tiernos pastizales. Para colmo igualmente algunos animales escapan de la reserva hacia esa seudo cancha de futbol sintético donde en trampa mortal se sienten libres. Anoche llovió e igual las supra fogartas quedan indemnes mega encendidas; recuerdan a bagres gigantes del rio. Los animales pastorean en el mismo lugar donde son carneados y luego asados. En un sector del campamento acumulan los cueros de donde salen los disfraces. De la sangre se hacen morcillas, que luego comen frías antes del asado. Los propios choferes municipales de las topadoras adosan carne vacuna que llevan junto con damajuanas. Manejan borrachos y chateando con los celulares; dudo que haya mucha diferencia con el infierno.
Venga, pase. Hace lustros que se abolió la esclavitud, que hace atada al carro del hambre, al atestado descomtrol de la anorexia, en la antiguedad del suplicio que usted renueva como electrones; debería dejar de residir en la horca de la dependencia. Tiene muy cerquesita un salvoconducto esperando para ser libre. En paquetes anudados para regalo, un cúmulo de latidos de un corazón que estalla en la membrana de su aura; bonos que cotizan en el mercado de la felicidad endosados en su cuenta. Abandone ya esa pasividad que le impide usar el humor en favor del afable júbilo. Rita vamos, usted dice que no come por que Ignacio acapara todo ¿Que es Ignacio para usted? Haga catarsis y explote en coraje nuevo. Dice que está acostumbrada al hambre, ah, pero como se puede acostumbrar uno a eso, vamos coma de ese mendrugo de pan. No le interesa, Ignacio no está, yo no le habré de convidar nada. Mire al padre Fulgencio lo que lleva brillando en esa bandeja. Ah, el coala le alcanza uno. Muy bien, agarre no más, epa, no hace falta que acopie para mañana. Esta es tu nueva casa. Ah, a mis ricos pasteles no te resistes, te saltan los ojos y el cuerpo de exultante alegría. Tu eres Mabel, deja de mentir, fingir, el padre Fulgencio me ha contado todo; lo que tu vestida de oso le confesaste. Hola Mabel, mujer de los mil dias de ursus americanus, ríe al fin sin temores que aquí No estamos en un velorio, todo lo contrario. Me parte el alma de pena verte famélica, flaca como un palo. Cásate conmigo, ahora.
Mabel, aquí presente, no por casualidad, tenemos el instrumento ilustre impresindible que nos ha de unir en sagrado matrimonio. El joven padre Fulgencio, nuevamente pero esta vez en serio, con los abales necesarios, de haber consagrado ya mútiples nupcias, incluído tu dudoso casamiento con Ignacio; En la propia basílica de nuestra señora de Luján, consagrando en bastuismo a ciento de fieles. Entre folletines cultos de teología inperecedera, que al padre Fulgencio le rondan por la cabeza como pajarillos, en su devoción santa y debota, ahora mismo, al amparo de sacramento legítimo, en ceremonia sencilla y breve, sincera pero poco hablada, por fuerza mayor a domicilio, nos ha de unir por siempre en sagrado matrimonio, ante la dicha de una felicidad estable, o en la posible adversidad repentina que te postra.
Tengo aquí en tarro de ají molido, los anillos de casados que de mis padres fueron; desde pasado inmemorial que ni el tiempo mella, orgulloso de mi, que desde ahora mismo continuarán en esta otra bella historia de enlace eterno; en la prórroga de un tiempo de nuevos afectos. No por falta de presupuesto es que he elegido estas sortijas de tanto valor emocional; es sino por equilibrado sentimiento de amor, hacia la persona que hoy pasa: de ser amiga a ser mi esposa ¿Vos Mabel Azucena Amalia Quereida, me aceptas por esposo? Si, gracias al cielo, y yo también me declaro tu marido, hasta que la muerte nos separe. Padre coloque éste anilllo, aunque más no sea en el dedo índice, que aun del contacto con el condimento el oro brilla de una peculiar opacidad ecléctica.
Oiga, miren, allí viene cual tromba el gordo Ignacio, mitad sonriente y el resto enfurecido. Esposa mía, en nombre de Rita haz de vocero, dile que por un tiempo Mabel busca refugio en sitio más tranquilo, un spa o algo de tipo comunidad hippie, y sin demasiado elogio has que se convenza, y que sienta la contención que algún día volverá.
Pobre Mabel, que escracho, no ha quedado ni exiguo rastro de aquella esbelta princesa, nada. Haré que deje de estar transparente, con esa estampa social del ser acabado. La gente piensa, ella apenas si respira, sus ideas son como hojitas expuestas al viento pampero.
De matrimonio sagrado, ilegítimo, pues en lo civil hoy por hoy te dejan casar con una lombriz, el Ignacio ese, se propagó sobre Mabel cual un voraz incendio, que paulatino fue aplicando feaciente censura al libre albedrío, de placebo con importante fachada de niños bien; cuando agazapada se encontraba extendida una dictadura matrimonial de asignar silencio y calvario permanente. A cambio, el opulento jefe esgrimiendo una destreza integral que le otorga chapa de super hombre perfecto. Y ante la inmejorable oportunidad de delegar responsabilidades subalternas; creando resignación en la pobre santa, un llano pasatiempo rodeada de billouterie, con efectos de una falsa ilusión de transitar por un camino de margaritas, paseo de caperucita muy entretenido, cuando la realidad indicó que se trataba de una vida tediosa, que pacientemente soportaba con el sostén del cuerpo. En apariencia de un porvenir despejado de contratiempos, que se trató de una trampa de quitar el espacio de uno mismo, como para que deje de ser una incidencia molesta, a la vanguardia de un razonamiento progresista de metas inalcanzables; pero que eficientemente sepultó a Mabel en la madeja de un cruel atolladero; que al final termina por fulminar al involucrado. Esto es de lo que Mabel se dio cuenta a tiempo, y donde comenzó una ardua lucha por escapar, primero del traje, más luego del propio sastre, teniendo que bajar de peso hasta quedar hecha una escoba, más enseguida huir despavorida de la fuente del mal. No se debe ser pacato ante el desamable descontrol del agresivo, mejor hacen los que confieren castigo por mano propia, con los adeptos en la palestra, y aquellos afligidos compinches del bruto, expuestos al son de una contienda.
Fulgencio, quisiera mandarlo al cielo, que cruce el espacio y por último quede dando vueltas enderedor del planeta. Vamos a fabricar una cañita voladora gigante, propulsada por sus propios suspiros, y de ser posible hacer que remonte el aire hasta chocar con la luna. Será un aliciente, pues siempre estará metido en los recuerdos. O quizá fabricar un cañon convencional y hacerlo estallar con esos vómitos cual el plutonio.
Epa. ¿Que hace usted aquí dentro, sin permiso, en mi casa, entrando con rudeza, dando por sentado que nuestros corazones funsionan de igual modo que en un entrenamiento de astronuatas. Para no errarle a lo reverso, soverbio de si mismo cuando debería estar golpeando las palmas desde la entrada. Superlativo aunque desautorizado, sin gesto de bienvenida; descarado, de talante demoníaco entrado de sopetón, en el flásido clima hogareño. Estoy arto de ver mis animales que se resisten a la daga, para luego ser carneados; diga que una vez cocidos no pueden hablar, sino como en la propaganda andarían las salchichas suplicando clemencia. Retírese de inmediato. Mabel se ha ido, ya no se encuentra aquí. Deje de revisar la reserva. O hagamos al revés, con Rita y el padre Fulgencio nos retiramos nosotros y lo dejamos que busque hasta quedarse convencido. Fue deseo de Mabel que Rita se quede a vivir conmigo. Vamos ¿Y esto? ¿Que hace Moly entrando despreocupada? Ma fangulo nosotros nos vamos a ponernos a resguardo.
9-Mabel:
En confirmada pesquisa de sabor caduco; en nuestro universo donde nada es renovable, en que lo renovable es una manera de mencionar lo que crece cual uñas y cabellos, aquí el liberalismo debe reflexionar si conviene una cultura de consumo voraz, entonces recién ahora discierno las claves de una problemática sustancial, acerca de la indiscriminada tala de árboles en el mundo, donde como concecuencia aumenta peligrosamente la temperatura del planeta y ustedes pobrecito quedan desalojados del extinto bosque sin otro refugio que el desamparo, a la vez que son comercializados cual esclavos de cuarta categoría; salvo raras exepciones, en poco menos dinero que baratijas del mercado de las pulgas, a lo bruto y sin controles aduaneros. Más por ello, mi ave gigante, exótico amigo, eterno compañero, por diferentes circunstancias vivimos cruzados en la reserva, en lo de Joe San Luis Espineto, aunque debiendo estrechar vínculos de manera subrepticia; no se impaciente, ya vendrán tiempos mejores de donde iremos a marchar sin ocultarnos haciendo pito catalán de los estúpidos prejuicios; bueno mejor entonces, que con el bosque pelado, sin posibilidad de renovarse, donde iría a dormir mejor que en la reserva, ojala nunca lo vendan. Mejor será que la mafia haga plata con esa tigresa de bengala sensación del momento, que cual reina vino en la misma partida que vos, y que según escuché vale como el pase de Lionel Messi; mejor disimular, mejor disimular y que los delincuentes éstos no sospechen que sabemos tanto. Parece mentira cruel que el rey de españa por cazar un elefante haya tenido que abdicar al trono, y estas bestias compran y venden sin importarles un rábano si por ventura sobreviven a entornos de dudosa calidad. Ah, pero tenga cuidado con los exabrupto del Ignacio que en una de esas se lo vaya a devorar; no, pare, fue un chiste del momento, ande tranquilo pues hoy por hoy está de rigurosa dieta, y para mañana ya se ha fijado otra meta distinta, que nada que ver con las indijestiones pasadas. Aunque a decir verdad, conmocionada de estupor aun sigo maquinando angustia, compunjida nuevamente viendo desde la lejanía como mi príncipè azul se tuerce del hambre, habitando marchito y triste, carro a carro arrastrados por rinocerontes, queriendo comerse hastas las florcillas de la orilla.
Embuída en maquinación quisiera saber: ¿Con la telepatía de Lorito alma del cielo solamente es que por momentos logra hablar y ser inteligente? ¿O estoy atorada en una tramoya de una broma que me tiene emboscada en callejón de súplica? Me pasa que asocio tamaño con inteligencia y enseguidita me figuro que los papagayos de arriba de metro y medio de altura entienden el idioma perfecto, que hasta pienso deben tener un legado oral parecido al castellano, que nosotros desconocemos pero que lo tienen lo tienen; y sino para que portan una lengua como para la vinagreta. Algunos dicen que a diferencia del resto de las aves que existen, los loros en especial tiene capacidad de reproducir sonidos del habla, cual arenga del capanga, de tantos siglos de comercializar legumbres portentosas y exclusivas, negocio que de a poco ayudara a desarrollar una lengua en serio con forma de gusano, por el hecho de hacer valer cual moneda las semillas peladas, que como burgeses luego venden a los otros pájaros, vigorizando la ganga con sonidos perfectos cual avisos comerciales. De prurito viviente necesitada estoy de saber de dicha elocuencia ¿Me lo podrían confirmar desde el cielo? Otra menos complicada ¿Como se llama? Que tonta, porqué habría de tener un apelativo si solo repiten y nunca nadie lo ha de vocear por su nombre. Entonces yo lo habré de llamar Enorme Lorazo Verde Esperanza.
Eh, pero pare un poco, que aquí estamos en una confitería de lujo y no en la pampa húmeda. Oiga vecino y compinche ¿Es que hoy no se ha conectado con la base espiritual de nuestro amado lorito, siempre tan mencionado en mateadas y tertulias cotideanas, si hasta una cumbia muy popular existe en su honor? Vamos conéctese mente a mente y verá que aun le sigen dando instrucciones desde la diestra del todopoderoso. O sea que si no fuera por la inteligencia de Lorito conectado a sus neuronas, apuntando desde el paraíso, usted sería un loro bulgar que aquí mismo en vez de volar arañaría. Pero aun siento la patraña mental de si lorito cual ángel le hubo reemplazado el alma, pues, con duda, insisto en razona en quien podría estar interesado en nosotros aparte de Lorito, mi adorada palomita mensajera? Eh, no se sacuda como en el desierto que acá prima la educación, que remite a lo suave y previsible; por favor, a menos que sea lorito, mejor no intente repetir lo que hablo, preste atención, y estese en silencio. Aunque ahora mejor conviene ser buenos inquilinos temporales del egregio restorán, entonces portémonos bien y actuemos en consecuencia a un festejo memorable ¿Sabe? De estar redomada mascullando vivencias de esta sita tan esperada, presiento un ahora mismo tan conmovedor como la gloria misma que depara salvar a alguién que se está ahogando, y conoce muy bien usted de eso, que deseo agasajarlo con mucha sonrisa en la cara sin que el humor se vaya anidar en triste despedida; festejar y festejar aturdia de amor de amigos eternos. No se me asuste Lorazo Esperanza con facha de una atlética persona, que si estiré el brazo para estrecharle la diestra fue por recordar las bromas que como receta solicitaste que hiciera e hice. Un poco de lástima me dá saber que sea otro papagayo diferente de nuestro extinto Lorito, pero no tanta pues siendo así, aunque ave verdadera, voy sumando amistades valiosas, de carne, huesos y ahora plumas; aleluyas varios de saber que en comunión con la mente de Lorito Poncini, a la diestra del todopoderoso claro, en instrumento de oración telepática, en global enterarse del trance complicado de mi destino de porquería, injustamente lejos de ser correspondida con aquella suerte vital que debiera ser costumbre, azotada con grande carga de sucesos adversos e impracticables, entonces por fin calzada la brida en la conciencia del bien supremo, ajetreados interceden como para que mi vida deje de ser una riestra de ajos en mal estado, gracias doy al cielo que acciona en mi beneficio de un todo permanente muy conectado a mis percances, permitiéndome safar del mal del oso hecha una lombriz prometedora, y por sobre todo, enorme agradecimiento hacia usted, que aquí la copa la alza el campeón, que se traduce en una voz interior insistente de rendirle pleitecía, arrodillarme si fuera necesario, y en hacerle regalos.
He tenido todo tipo de sentimientos de exentricidad ilimitada, aunque ahora por fin, guarnecida estoy en las entrañas del cielo, con usted de policía custodiando mi destino para que nada ocurra de negativo, vendría a ser la circunstancia más alocada que por mi pretendiera. Eh, pero pare un poco, no se enoje con los mozos que no me han hecho nada malo, tenga paciencia, ya vendrán con más alimento. No gracias, mejor los maníes, el pan y la manteca, los coma usted. Vos si que cuando pichón habrás tenido contaminado el nido de vitaminas que te hicieron crecer cual árbol. Cuando las cuestiones de fuerza mayor se fueron impregnando de tremenda vergüenza calificada, fui como quedando aletargada en un más allá de los postergados, y de alguna manera era invisible personita supeditada al hermetismo absoluto. Pero de la tanta oscuridad inquisidora existía una esperanza concreta entrando como un filamento de luz divina, que me otorgaba una ilusión única, un handicap prometedor, sus amables consejos e indicaciones precisas acerca de un solo modo de escapar, quebrar la costra del cuero temblando de risa, más con hambre ayudar a reducir el espesor y así separarme del cuero interior unos centímetros apenas; pasaba la vida queriendo zafar y escapar, respirando solamente aire caliente lejos de ser silvestre, y así comprendí sus recomendaciones y las puse en práctica, al son de esa libertad divina que tanto anhelaba conseguir. Gracias guía y maestro mio, consejero de alas sin manos, de sabiduría que circula espontanea cual idioma de acción y revuelta sin roña. Pero atención que han pasado los aluviones de la desgracia y aun prosigen los efectos del mal circulando, lejos del hogar durmiendo con un esposo impostor, aunque con las mismas pretenciones que el legítimo; vaya quilombo en que me he metido, con aquel inolvidable pico máximo de éxtasis y turbación justo antes de contraer nupcias con el Ignacio por civil y por iglesia vestida de ese oso podrido cual miriñaque peludo en la existencia toda. Aunque si de preferir se trata, elijo esto de ahora que ya va agotando la dicotomia del yacimiento natural de la rareza, donde de a poquito logro encontrar nuevamente pizcas pequeñitas de cosas que cuajan con la magnificencia de lo simple, entrando a tono con la cultura de lo cotideano como el resto de los mortales. Y así se van instalando nuevas, sumadas en fila, diferentes emociones, encontradas y afines, o de ha pares convinadas, pero normales, pues en poco más de un par de abriles agoté todo lo atípico existente. Las cosas que padecemos en si pueden agrandarse peor, como el agujero de ozono, o estirarse como tristeza de goma en el letargo, tal vez encojerse en la soga como prenda ordinaria, subir para arriba por la indiferencia irremediable, o bajar para abajo como la columna vertebral con el paso del tiempo; en el mejor de los casos habitarse muy oronda en la cumbre del reumatismo sin conflictos con la osamenta, o en el peor como el mio, quedar clavada la desgracia en el centro de las entrañas y estrellarse el orgullo en el suelo luego de una caída estrepitosa y absurda. No es que después del mucho paso de tantas vivencias normales, por óxidación, letargo, o falta de costumbre, se vaya a producir un desplazamiento dramático del infortunio, las desgracias yacen agazapadas y ocurren en cualquier momento, más por ello aun atolondrada tengo el estupor temiendo de enderepente volver a saberme prerpleja e impotente. Y enclenque de nuevo soy Mabel la que quiere recuperar el mando de todo, más nunca más esa atormentada Rita, que ya fue de mi vida, pero que aun persisten los ecos de los que me rodean que repiten lo mismo, parlantes poderosos que me sacuden los tímpanos cual vendavales. Resumiendo, lo mismo que le digo a Joe te digo a vos, lo primero, debo recuperar mi lugar en la estancia; arrinconada e intrigada de saberla en los últimos retoques para ser poco menos que un océano privado, de ignorar sin en la encrucijada gane o perdí; que con los grifos abiertos solo falta que la marea vuelva a invadirnos y se dé por inagurada. Soy mujer hija de inmigrantes gallegos, con mis ancestros arrivados por poco en calaberas, antes de la conquista del desierto, que jamás habrán pensado que esto sería algún día un inmenso espejo de agua, con las casitas de los peones bordeando la costa; y con todo no debo borrarme como una adolecente con sin otro origen que la existencia. Ahora sintendo en mi imaginario un hervidero de ideas renovadas, imágenes sin desgaste, sueños sincronizados con la realidad presente, anhelos convertidos en responsabilidades juramentadas, algo que trascartón estaría muy potenciado por la pasión propia del origen de nuestros antepasados. Sin embargo esto nuestro pone algo de realismo a la paranoia, pues ahora escapé ilesa y estoy medianamente feliz de ser de nuevo una paisana en transito hacia lo nuevo prometedor. Sepa que la reserva natural de animales donde estamos alojados, en principio pertenecia a nuestro dominios pero luego se lotearon los campos y así quedó delimitado, con un bosque lindero guacho que remite a la patagonia, que fuera vendido a una familia que misteriosamente se la tragó la tierra, o tal vez los mismo indios enfurecidos por la expropiación los liquidaron.
Con todo y propina, no deseo que el Ignacio se me escape, pues todavía tengo intacto el empecinamiento amoroso mezclado con la valentía de enfrentar al mundo así altibajos; No me niege que arreglada, maquillada, peinada y limpia soy de nuevo una señora de respetar, es de estar sorprendido de verme recuperar mi antigua apariencia, que aun todavía, como para ordenar la batahola del despiporre, debo ocultarme en una estampa de mujer escuálida. Y joe que primero me aborrecía ahora pone sus ojos con otra mira.
Ah, pero igual la cosa sigue dando paño para recortar, que el Ignacio se ha fijado otra meta a conquistar nuevo record, de hacer llegar las orejas que toquen el piso, y ya mismo se ha puesto yunques en los óbulos. Fíjese ésto, en el silencio y en la distancia, usando la telepatía como los animales, casi susurrando le recomiendo mejor, aprovechando que el pozo de la laguna está vacío y super limpio, caminar pegado a la orilla haciendo rozar las orejan en la costa, y chau pinela a tanto estrambótico devenir. Mi marido genuino tendrá que aceptar dormir en el granero, y continuar la dieta hasta alcanzar los kilos primeros, metido debajo de los aparejos que aguantan los fardos, que donde me distraiga lo andará llevando en las orejas, cual gandul fascinado por los persing. Pronto irá a emprender junto con la gesta de estirar las orejas, una caminata a la cordillera de los Andes, desde aquí hasta cruzar el famoso paso fronterizo que inmortalizara la lucha por la independencia. Empero habrá que esperar pacientes pues dicen los vecinos que por el atrazo de no poder bajar lo suficiente de peso andubo una semana sin comer siquiera una huevo duro, y que en dicho trance de hambre por momentos se convertía en una sombra de si mismo, aparecía y desaparecía. Que hombre que se metió cual el bichito de la devoción por dios, que lo tengo entre las estrella de Holliwood, que atesoro cual Nazareno. Una cuando queda embarazada solo desea que el hijo sea sano, que nazca sin malformaciones, pero en cambio la gente se empecina en desfigurarse; Ignacio fue cambiando tanto que a mi se me llenó de incomodidad el alma; no por dejar de amarlo con pasión, sino por estar metida en una historia muy alejada de mis ilusiones. Y ahora esto de las orejas...caminar no tiene contraindicaciones pero hacerlo engrapada la audición de fierros, eso si que es malformarse.
Pero nunca habré de olvidar que gracias a sus consejos logré escapar del traje. Nos encontramos en esta confitería donde suele venir mucha gente disfrazada, cuando terminemos de comer quesiera que me lleve a dar una vuelta por el aire. Suerte tube antes cuando el traje de oso me protegía del aura de mi glotón marido que soltaba rayos equis, junto con la polvareda del tenaz propósito de llevarse el mundo por delante, arriando tierra como chocolate, comiendo animales como pochoclos. Quiere bajar rápido de peso pero ha podido la mitad, que igual es un montón de presión menos para los allegados a la chacra, pues ellos tambien sufren del vendaval que se arremolina en su enderedor. Es ciclón al roncar cuando duerme, y de su boca abierta aun desaparecen moscas, mosquitos y arañas. y si erupta sale de todo menos aire de la barriga. Hasta que vos llegaste todo estaba patas para arriba: El tal Fulgencio, cura que presidiera las dos bodas, en realidad se llama Alberto; la verdad que me cayó como malaria, Centurión de apellido y resultó ser un fiasco, no es para nada un religioso previo seminarista, sino un preso cualunque en condición de libertal condicional, que debe cumplir en la iglesia con los pasos de una probeishón. Y resulta que el muchacho ahora sufre de delirio místico y quiere ser cura en serio. Otros dicen que quiere pertenecer al staf de la iglesia pues si incurre nuevamente en delito y es regresado al penal lo trasladen a un pabellón menos agresivo.
Pronto, debemos volar y regresar al campo, soy alguién importante y no puedo abandonar mi laguna gigante ayer chacra de arriar animales, oculta en una identidad de compromiso, improvisada historia que debe dejar de ser una verdad absoluta, cual aquella mítica holla inmensa del pozo donde se cocieron mil cabezas de la brava confederación general del trabajo, y además medio zoológico de mi actual segundo marido, nuestro guardaparque Joe que dice ser dueño de todo allí, pero que sabe que juega a seguir para adelante y en mi ayuda. Aguante el monumental acueducto, bendita realización pronta a dar paso previo al paso del agua de la abismal marea, oronda cuenca bestialidad del rio, sangre del mundo frente al corazonazo del estuario del Plata. Que ahora entiendo como una obra monumental hecha por mi marido, cual la táctica suya de quebrar la costra riendo famélica de hacer solo maldades. Futuro espejo de agua que alumbrará la mañana de caricias redundantes en el silencio de la lejanía que inspira el campo, poniendo brillo nuevo al bullicio que sucumbirá ante esa coraza. Y lo digo orgullosa pues la tosca del fondo igual me pertenece, palada a palada hecha por mi marido, donde con la próxima marea de hecho habrá de suceder la inaguración definitiva, pues el otro evento de las diez mil fogatas, aunque surrealista para bien, terminó siendo un banquete de película inolvidable, con ese pozo cual una paellera al servicio de una receta infinita, bruto evento porfiado e irrepetible, si se quiere extra exponencial e incandecente de luz cegadora. Para la inaguración además tendremos como broche que estará rodeada de mesas con manteles blancos, velas y tulipas, para una cena de gala tranquila, donde se comerá del guiso frizeado que sobrara de aquella vez formidable donde se hizo aquel gran puchero. Vendrán chef del mundo entero para degustar esa magnífica comida. De a poco estoy engordando y volviendo a ser aquella Mabel espléndida, que ya mismo tengo que poner faja en mis pechos, y poner cara de nada, impostación para parecer más demacrada; aunque basta de mentiras piadosas, a volar bajo el poder de tus alas, que me hagan hacer sacudir lo que sobre de la verdad. Es una lotería fijar el día de la inaguración de la laguna, estamos con los utensillos cual campanas de largada supeditados a los factores de la marea, y aunque el clima se empilche de un huracán, igual con paraguas y pilotos debemos estar presentes aquel día, me gustaría que usted Loro venga conmigo como invitado de super honor.
Es de razonar que mejor me tome de los hombros, allí vamos, caramba apenas levantamos vuelo y ya logro ver el bosque, con los árboles de nuevo florecidos como de primicias que las rotativas atesoran. No hacen falta víveres que ya estamos llegando, y alrededor de mi entorno logro ver la estampa del Ignacio sentado en una manija redonda de los grifos. Cuidado no vaya a embestir aquella bandada de golondrinas, que olgadamente hay espacio para circular sin peligro, ligado a que el día parece un disfraz de canario. Siento que mi sonrisa suave apenas estirada por la acción del aire deschaba al mundo mi fascinación libre de convenio con el pasado, dúctil y maleable estoy al reves del que corre preocupado, feliz de sentirme protegida. Aun se divisa en la banquina antiguas huellas del paro de camioneros y del campo, más el aroma del aire sabe cual uvas que habitan en el parral del fondo, siga chanchero aquel reflejo del molino que a la vuelta debemos aterrizar. No, pare, aguarde un momento más y realice otro vuelo rasante, que allí viene el ignacio; aparejo colgando de las orejas que parece un pelotudo monstruo en catarata de amor de bienvenida. Venga marido y estréchame en tus brazos que no soy aquella Rita sino tu amada Mabel, en ameno escapar del zoológico, con éste mi difusor de viento de nobles alas. Atormentada la deficiencia aterrizamos mejor que la plaga hambrienta que en millones fueron un armario vacío de condolencia.
Hola mi amor, que deseando estoy, y no soy Rita, con el alma en la palma volver las cosas a su sitio, basta de hacer proliferar el desconcierto, debemos consolidar el proyecto del estuario conmigo a la cabeza, deseo disuadir al mundo sumando coherencia al hecho de ser la propietaria al pie del cañón, excepto que tratándose de los aplauso rabiosos de fanáticos mariquitas, siempre tomo lo que hay como de quien viene, igual mi ilustre familia de brutos gallegos.
Marido mio, ladrillos de oro de un monumento de faraones eres, aunque ya mismo es hora de añadir cordura, alejar la difteria de la enajenación, más zafar de una buena vez por todas de la cruel locura. Debemos seguir casados pero en camas separadas, basta de tragedia, mejor será que te mudes al granero y que los eruptos radiactivos los padezca la paja seca. Te amo mucho y te admiro, mas no deseo alejarme de mis pertenencias, y si lo tuyo vale algo, más valdrá si nadie queda lastimado. Que hasta ayer en la pigmentación me salían atroces erupciones, que ahora el alma dice basta de ulterio descalabro. Me alegra verte de sonrisa complaciente, que en ocasiones aisladas fueron un rehusar de mi autoridad natural, haciéndome ceder el mando antes que hacinar contrariedades de sucumbir en el anonimato. Mi caracter está parduzco de ajustarse al rujir de los avatares molestos, con apenas chance de soñar una quimera. Pronto llegará la marea y la inaguración, y aquellos sabrosos manjares conservados serán ofrecidos al público con nosotros haciendo de mozos. No quiero hartar tu pasiencia y dejarte ir sin antes tomar una foto con el loro amigo cruzando el ala cual abrazo compadre. Ya habrá tiempo para que te cuente lo sucedido, ahora mejor toma tus pertenencias y múdate al granero. Yo luego iré bordeando el estanque a ovillarme en tus pliegos. Lo escabroso no pudo doblegar nuestra moralidad, más ya verás que de aquel albedrío impío habrán de renacer nuevas agendas de hacer la reverencia, donde se irá a escribir una historia muy peculiar, sin envidias, pues será genuinamente extraordinaria. Vamos a convocar al pueblo para la inaguración de la laguna, y cientos de mesas de bote a bote con manteles blancos rodearan la costa, con otros campamentos en la retaguardia que habrán de colmar las instalaciones; de integro caracter recibiremos a los visitantes y el amargo sabor de los contratiempos será una bicoca, nada más que melodrama de chiste imbécil. Quiero que sepas que nuestra criada Hortencia, de pudorosa inspiración de tus hazañas de por medio de la voluntad alcanzar lo inverosimíl, ha decidido, sin faltar al trabajo ni calcular el tiempo, terminar la secundaria y continuar estudiando la carrera de periodismo. Con solo esta paritaria, hombre, has podido refutar mi incertidumbre y ahora a mi me sobra para reconocer tu devota labor en favor del desarrollo humano, a pulmón y sin suspicacias. Me honra saber que nada logra claudicarte, y que de porvenir exitoso, eres intachable hacedor de lo imposible. Con todo amo las rectitudes de este amigo loro decente, ahora mejor permite que regrese a la reserva que de allí pertenece.


Texto agregado el 06-01-2019, y leído por 60 visitantes. (0 votos)


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