La sintomatología del paciente no presentaba riesgo de suicidio. Cuando se tumbaba en el diván, siempre decía ver alcantarillas y puertas cerradas. Sin duda, no se adaptaba a aquella localidad ni a sus gentes, pero nada que no se solventase con un cambio de aires.
El paciente pensó tener un cara a cara con el expreso de la Quinta Avenida, pero, oculto tras la multitud, se echó para atrás.
El psiquiatra se reclinó en su silla dándole vueltas y vueltas en bucle a ese caso. No era policía pero tenía instinto psicológico y una honda visión analítica interna de cada uno de sus pacientes.

Nadie empuja a nadie a un lago helado y sin fondo por simple diversión. Un pescador lo vio caer, desde abajo. Pescaba bajo el puente. Pero, qué ocurría arriba.

Arriba, a lo lejos, un hombre, se quitaba un guante negro y se apretaba la mano que liberaba, con la otra. En esa época del año era lógico el uso de guantes.