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Todavía no

Estaba atada y amordazada en una silla en una habitación de una vieja casa. No sabía donde.
Sus captores la secuestraron en un estacionamiento. Eran dos y ahora la desataban y la arrojaban, desnuda, a una vieja cama. Y empezó el festín. Eran sádicos. Mientras se drogaban y bebían la golpeaban y violaban. Después de horas de torturarla quedaron exhaustos, semiinconscientes y desnudos.
-Matenme. - dijo ella.
- Todavía no. - contestó uno, entre dormido, señalando la mesa que contenía instrumentos similares a cuchillos y pinzas.
Estaba acostada boca arriba, se quedó mirando el techo sin ver, estiro los brazos hacia atrás de su cabeza como apoyándose en el respaldo de la cama para lanzar un grito agónico de dolor, terror y furia, pero no salio nada porque sintió que algo tenía en su mano. Al aferrarse al respaldo de la vieja cama había arrancado un trozo de esta, era una especie de varilla de hierro de una treinta cms de largo.
La acerco a su cara y se quedo mirándola como en trance.
El sádico que estaba mas cerca de ella trato dificultosamente de incorporarse, la miró y preguntó:
- ¿Que haces pu…?
No pudo decir mas, la muchacha le hundió la varilla en la boca profundamente con una rapidez y fuerza salida de la enajenación, el odio y la adrenalina.
El tipo empezó a retorcerse como un gusano al que le han clavado un alfiler en uno de sus extremos, mientras la sangre salpicaba la húmeda, transpirada y ya maloliente sabana.
Su compañero, que estaba acostado boca abajo en uno de los bordes de la cama, giró la cabeza y supo al instante que habían cometido el error de confiarse. Su mente embotada pareció despertar, pero no lo suficientemente rápido, porque la chica ya caía sobre el con el bisturí que tomó de la mesa. Logro tomar de la muñeca la mano que empuñaba el arma, pero era como tratar de dominar un gato enfurecido, sacando fuerzas como solo alguien que sabe que en esto le va la vida, trató de dar un tirón al brazo de la chica para alejar el bisturí de su cara con tan mala suerte que con el impulso de esta se cercenó la carótida, bañando de rojo sangre su cara y el de la gata enfurecida. Solo pudo golpear a la chica con su otra mano en la cara tres veces, cada golpe mas débil. Ya no podía impedir que ese bisturí cortara a diestra y siniestra. Mientras sus ojos se cerraban pudo ver, por última vez, el blanco de unos dientes en la figura roja.
Era una sonrisa.
Cuando la policía llegó, acordonaron el lugar, asistieron a la chica y corroboraron su relato. Fuera de la casa, el inspector, al terminar el interrogatorio, le dijo:
- Obviamente hará una declaración completa cuando este en condiciones, será revisada por un medico y asistida por un terapeuta porque, sin duda, querrá olvidar esto lo antes posible, señorita.
La chica miro hacia la casa, su cuerpo temblaba levemente, por las ventanas y por las puertas entreabiertas se veían los flashes que inmortalizaban la carnicería, volvió a mirar al inspector y con una expresión que a este le produjo un escalofrío porque, ademas, vio el esbozo de una sonrisa, respondió:
- Todavía no.

ggg

Texto agregado el 28-02-2019, y leído por 214 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
19-04-2019 Precioso relato de una asesina serial según tengo entendido, disfruto matar, y quería seguir haciéndolo, Felicitaciones ggg entrerios
01-03-2019 maravillosoy terrorífico tu cuento yosoyasi
 
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