Existe gente que cree que mi familia tiene precio. No, no me deben absolutamente nada. Cuando raptaron a tía Ada ella era una mujer inconveniente que postrada en una silla gritaba en diversos idiomas que le trajesen esto o lo otro. Con ella aprendí a inyectar porque dijo que yo fui en otra vida una enfermera de origen francés, así que justo cuando no hay quien lo haga a eso de pasada la media noche, algún tipo de tramadol o ¡Qué sé yo! Con ojos cerrados introduje en aquel gordo trasero de la tía, esa sustancia.
Nosotros somos así, siempre aprendemos de experiencias amargas. Lo bueno que la tía no quedó inválida por mi causa, pues supongo que alguien más le inyectó antes y dejó postrada en esa silla. El caso es que se la llevaron en unos autos a toda velocidad por la ciudad de México y pensé ¡Pobre gente no sabe lo que hace!
Con mi padre fue distinto porque a él sí que lo amé bastante. Luego mis hermanos y todo, todo se fue a la mierda. No... No me deben absolutamente nada. Dios ayude a todo aquel que eleva una oración en este instante. Dios lo proteja.