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		| Un tembloroso mirar que, a lo lejos, muy lejos lo más
 humanamente posible, en sus
 ojos se entorno.
 
 Revelado ante las blondas gasas
 de la luna en su gélido fulgor;
 haciéndole justicia torrencial al
 iracundo arrebol que bordea el río
 magdalena,
 que resiste al sañudo huracán;
 he aquí tu playón, luciéndolo
 fantástica y desnuda.
 
 Y te contoneas para enseñar, no,
 para persuadirme bajo el denso y
 florido nido de tu vaivén;
 que la voz de la brisa y la mano
 taciturna son mi casa, y la resurrección
 sideral de tus ojos,
 el sino de mi piel plañida.
 
 Mira tú que, ahora soy yo quien
 besa tus manos
 además de tus labios.
 
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Texto agregado el 23-03-2019, y leído por 120 
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