- (Me gustan los cuadros. Deben ser de Monet o alguno de esos. Se los ve mucho en estos lugares. Ya los había visto, menos aquel. Está lindo.)
- (Qué cuadritos de mierda. Yo pondría todas calaveras. O fotos de bandas de heavy metal. Un poster de Ozzy Osbourne, quedaría de re chupete, y no estas mariconadas.)

Detrás de la puerta se escucha el ruido del torno del dentista.

- (Nunca me había topado en la sala de espera con un sujeto tan desalineado. Podría salir de aquí y darse una vuelta por la peluquería.)
- (Viejos de mierda es lo que hay siempre en estas salitas pedorras. Hasta perfume se ponen. Todos prolijitos, jajajajajaj)

El odontólogo le pide a su paciente en el sillón que se enjuague la boca con agua.

- (¿Qué haría yo con un sujeto así en mi empresa? Mi jefe de personal siempre me dice que todas las personas tienen una cualidad `potencial a desarrollar, pero éste…)
- (Si lo llevamos de gira con la banda al viejo se nos muere del susto. Aunque de manager podría ir. Pero no así tan careta. Habría que tatuarlo un poco.)

Un tratamiento de conducto era recibido por la persona sentada en el sillón dentro del consultorio.

- (Por momentos pareciera que me observa, pero a decir verdad creo que mira hacia la ventana.)
- (¿Qué mierda mirás, papá? ¿Nunca viste un macho de verdad? Sí, mirá para el costado ahora.)

Las raíces de la muela parecen estar como enredadas. Esto demora al profesional en su tarea. Debe proporcionar un poco más de anestesia.

- (No me queda claro si me mira o no me mira.)
- (Que astuto que es el viejo para mirar sin mirar. Me tiene que enseñar el truco.)

Son las seis de la tarde y la espera se hace larga.
El hombre maduro intenta un diálogo:

- No estoy seguro, pero casi me parecería que tiene desviado un poquito el ojo izquierdo. ¿Nunca le habían dicho? Por favor no lo tome a mal.
- ¿Ma’ qué desviado? Hay que estar alerta. Yo relojeo por si se me viene algún quía de costado. No podés bajar la guardia. ¿Casás? Psss…
- (Uuuy, qué carácter. Si sabía no le decía nada.)
- (Viejo, pelotudo y encima me bardea.)

En un nuevo intento:

- Hoy la temperatura nos ha desbordado, ¿verdad?
- ¿Eh? Ah, sí. Calor de mierda. Ahora que lo miro bien, el que está bizco es uste’? Máster, el izquierdo se le pianta.
- Noooo, jajajajaj, por favor, pero si soy conocido por tener un rostro sumamente armónico. De chiquito ya me decían.
- Se ve que le mentían de pendejo.
- Jajajajajj, qué ocurrente es usted, joven. ¿A qué se dedica?
- Músico. Primera viola. Metal pesado.
- No, no sé si le interpreto bien, pero… Es músico, eso sí. Y trabaja en una empresa metalúrgica. Qué bien. Lo felicito. Nada de ocio.
Yo soy director de una empresa consultora.
- Ahaaa, lo de las encuestas. Lindo curro ese.
- No, no. Jajajaj, bueno, algo así.

La puerta se abre, y el paciente se retira con el rostro hinchado. Hace un ademán de saludo inclinando la cabeza.

- Buenas tardes – dice el hombre mayor-
- Buenas – saluda también el muchacho.

- Bueno, bueno, bueno – dice el dentista, asomándose a la sala de espera. – Ya se habrán hecho grandes amigos me imagino, ustedes dos.

- Una charla muy interesante con el joven, le confieso.

- El viejo, toda la onda. Zarpado.

- Bueno, no sé quien sigue – dijo el especialista mirando a ambos.

- El joven llegó primero. Le corresponde ingresar.

- No, pasá, pasá vos, máster. Todo bien. Si hoy no hay ensayo. No hay apuro.

- Bueno, adelante Guiraldes. Seguimos con usted.


Detrás de la puerta se escucha una conversación antes de oírse el torno nuevamente.

-(Qué color de mierda la pintura. Una bosta. Y yo, que no me traje el walkman…)


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Marcelo Arrizabalaga.
Buenos Aires, 28/3/2019.