Y cuando la profesora preguntó:

“¿Saben ustedes que es el amor?”, los muchachos, oscilando sus edades entre los diez y once años, se miraron unos a otros con cara de no entender. Como era un colegio mixto, algunas chicas se ruborizaron y los muchachos sonrieron algo desconcertados.

A ver tú Carlitos Figueroa, ¿qué es el amor para ti?
Y el muchacho, sumamente turbado, sólo atinó a decir: “Yo, este… el amor… no sé, yo he escuchado decir que la gente se enamora, pero para mí el amor creo que es más que darse besos.

“Eso último que dijiste podría darnos alguna pista. Darse besos no siempre es amor, ¿No crees tú, Rosita?

“Yo pienso que no. Pero, también se me ocurre que gracias al amor llegamos nosotros al mundo.” La niña, sonrío turbada. Los demás rieron a coro.

“¿Y tú, Misael, ¿ qué es el amor para ti?
El chico, que se caracterizaba por ser el más serio del curso y además uno de los más aplicados,
respondió:
“El amor debe ser un sentimiento muy grande, casi sublime. Todos dicen que Dios es amor, pero
eso es lo mismo que yo dijera que mi padre nos ama a todos. Yo creo que el amor es algo que se construye entre dos personas para procrear, entenderse y formar una familia.”
“Nada de mal, mi niño, pero, ¿crees que hay algo más?

“Soy muy niño todavía para responderle, señorita.”

Una carcajada generalizada rubricó estas palabras, tanto, que la maestra no pudo menos que sonreír.

“Por lo que ustedes han expresado, podemos concluir lo que no es, pero si profundizamos un poco, veremos que el mundo está conformado de sociedades integradas por hombres y mujeres que se unen por un sentimiento que para muchos es muy difícil de definir, siendo acaso los poetas los que saben declarar con hermosas palabras. Dime tú, Farfán, ¿qué piensas tú que es el amor?”

El chico, pequeñito y de ojos achinados, fingió ocultar su cabeza debajo del pupitre, pero luego, muy serio, respondió:

“Como usted dijo, señorita, preguntémosle mejor a Pablo Neruda.” Él es un poeta y lo sabe expresar muy bien.”

Nuevas risas. Al parecer, el amor era un tema que incomodaba a los varones, o por lo menos, ninguno quería parecer torpe en ese sentido, sobretodo, considerando que algunos de ellos ya tenían en vista a alguna muchachita de otro curso, acaso mucho mayor que ellos y por lo mismo, más propicia para sus fantasías de muchachitos inexpertos.

“No me cabe la menor duda que Neruda nos podría explicar de mil maneras lo que es el amor. Lo escucharíamos horas y horas, extasiados con esas palabras tan hermosas, tan sutiles y que nos conmueven tanto, mas, hay un pero: el amor es tangible y si bien escucharlo plasmado en miles de poesías nos provoca un regocijo enorme, tratar de traducirlo al idioma común, el de todos los días, no parece cosa sencilla. Por eso, Paulito Millas, ¿qué es para ti el amor?”

El niño hizo una mueca y tardó unos cuantos segundos en responder.

“El amor, ¿sabe señorita? Yo no creo en el amor. Mi papá se separó de mi mamá, es decir, se fue de la casa y ahora nosotros, sus hijos, tenemos que andar de aquí para allá, viendo a nuevas personas de las que nos dicen que serán nuestra nueva familia, que tenemos que ser amables con ellos, cuando en realidad tenemos rabia, mucha rabia, porque nos obligan a pasar por todo esto, en circunstancias que no somos culpables de nada, yo creo. Y usted me pregunta qué es el amor y yo le respondo que para mí es algo muy triste.”

La profesora no supo que decir. La respuesta del niño la conmovió, pero había que continuar con la clase. Carraspeó, hizo una pausa. Luego, repuso:

“Indudablemente, el amor tiene muchas caras, existen rupturas, claro está, pero es porque el hombre y la mujer pueden equivocarse, todos nos equivocamos más de una vez, pero continuamos buscando -el hombre es un ser que nació para amar y ser amado- hasta encontrar lo que realmente hace pleno a nuestro corazón.”

Paulito Millas levantó su mano.
“Dime, niño.”
“Señorita, ¿usted está enamorada?

La profesora, algo confundida, miró al muchacho, luego a los demás y sonrió con desgano:

“En realidad, ahora no lo estoy. Estuve muy enamorada, pero ya no. Quizás algún día lo encuentre.” “Pero, basta, no estamos aquí para hablar de mí y de mis romances, sino sobre lo que es el amor.”

Pero justo en ese momento, la campana propaló su estrepitoso llamado, el que daba fin a la clase y la profesora les pidió a sus alumnos que cada uno llegara para la próxima clase con su opinión sobre el amor, escrita en una media página.

Paulito se acercó a su madre, la profesora, Se abrazaron y al margen del griterío que los circundaba, de las risas destempladas y el desbande de niños que se repartían en todas direcciones, ambos se fundieron en el amor más puro que puede existir.