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Barrio Marabú. Los Alsogaray


Cuando trabaje de Técnica en Minoridad y familia, estuve con contacto con una familia que tenia 11 hijos. Vivian al lado de un llano campo, y enfrente tenían un campo de polo. El marido de Juana Alsogaray, que así se llamaba, trabajaba como caballerizo en dichos campos de polo.
Su casa era muy humilde, y mi trabajo era realizar un informe social acerca de las condiciones edilicias de la vivienda y de sus necesidades básicas insatisfechas.
Para lograr que me dejaran entrar, fui a su casa, unas diez veces. Se asomaban los más chiquitos por la puerta y le gritaban a su madre
_ Es la señora esa otra vez-
Existe el rumor de que las trabajadoras sociales les retiran los hijos a sus madres para darles un mejor porvenir, quizás en otras familias con más recursos.
No era ese mi caso. Apenas estaba estudiando.
Luego de varias visitas, me dejaron entrar.
Los niños eran de todas las edades, la mayor tenía 15 años y estaba embarazada.
Le pregunté donde dormía y me señaló un camastro.
Estaba en un lugar oscuro y comprendí que era incomoda para ella. No había pisos sino una fina carpeta de cemento.
Al lado de su vivienda había una granja de pollos, lo que hacía insoportable el olor, que en ciertos días de viento, emanaban los pollos del criadero.
Sin inmutarme logre establecer el vínculo que quería con la adolescente vulnerable y en riesgo.
Participe voluntaria, fui al hospital cuando dio a luz, y nació su hermosa beba.
Otro día en que fui a visitarlos. Adela, que así se llamaba la joven madre, me mostró su casa nueva.
Por intermedio de la municipalidad y acción social, logré que les llegaran materiales de construcción, como arena, chapas y piedras, para seguir construyendo.
Muy orgullosa ella y su novio ya podían vivir liberados de los otros parientes.
Los felicité, por la nueva casa, estaban muy contentos. La beba gozaba de buena salud.
Me contuve las lágrimas, y salí de allí.
La precaria casa era de madera balsa, parecía una cajita de fósforos, completamente inflamable.
Miré al sol y emprendí mi nuevo trabajo.

Texto agregado el 11-06-2019, y leído por 116 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
19-06-2019 Cuando no tenés nada, valorás lo que sea. Aunque parezca madera balsa, para ellos era un palacio. Muy bueno! IGnus
11-06-2019 Hermosa y emotiva historia de una realidad social que muchos evitan mirar. Besos. Magda gmmagdalena
11-06-2019 Gracias por esta pintura que nos facilita la chance de conectarnos con seres que, más allá de las experiencias que les toque vivir, y cómo lidian con ellas, son lo que nosotros: una posibilidad del amor. Marcelo_Arrizabalaga
11-06-2019 La miseria es como describes. A perro flaco todo son pulgas. Hipsipila
11-06-2019 Uf.. hay gente a la que le toca vivir una vida muy miserable. Desafortunadamente no alcanzan las manos para ayudarlas a todas. Un abrazo, sheisan
 
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