Hablar sobre novelas es una cuestión difícil, porque las opiniones vertidas acerca de ellas, llevan implícitas el juicio nada imparcial del que habla, las lee o comenta.  De entrada, la lectura de una novela presenta algunos inconvenientes: su extensión. No resulta lo mismo emprender la lectura de una novela de mil páginas (que las hay), que la de una que apenas rebase las doscientas. El tiempo invertido para leer una u otra, también es digno de tomarse en cuenta, sobre todo, cuando se dispone de poco tiempo para leer y hay que andarse inventando espacios entre viajes en metro, autobuses, combis y demás transportes colectivos, para la lectura. O aprovechando la forma más cómoda, tranquila y satisfactoria, de visitar frecuentemente el  wc.  con libro en mano. Luego viene el tema y la trama de la novela, los cuales pueden ser de lo más interesantes o no, según la calidad y los alcances del autor y claro, los gustos y preferencias de cada lector. En lo particular, no tengo predilección por algún tipo específico de novela, trama o tema. Me gusta de todo y el punto predominante que puede motivarme para iniciar su lectura, es que esté bien escrita, sea interesante y llene las expectativas que como lectores nos creamos cada vez que decidimos leer un libro (en este caso, una novela). 
No es mi intención aquí, hacer un análisis, clasificación o ensayo, acerca de la lectura de novelas, sino comentar el placer que me produce la lectura de algunas y la huella (muchas veces profunda) que han dejado en mi espíritu. A lo largo de los años, novelas he leído muchas, de muy diversos tipos; pero sin importar a cual género pertenezcan, para determinar si ha sido o no una buena novela, tomo en cuenta el sentimiento final que me dejan, ya sea la satisfacción de saber que el tiempo empleado ha sido bien invertido, o todo lo contrario, de frustración y ganas de maldecir un poco, por la mala elección realizada.  
Finalmente son experiencias diferentes, quizás opuestas, pero que de cualquier manera nos dejan cierta enseñanza, buena o mala, que nos dará la medida exacta para elegir mejor en alguna ocasión posterior. 
Las veintidós novelas que nombro ahora, son una muestra mínima de las que siento han dejado de alguna manera en mí, múltiples enseñanzas y gratas experiencias. Lecturas de diversas épocas, algunas ya comentadas con anterioridad, que fueron arrojando pequeñas semillas en mi camino, para brindarme un poco de felicidad. 
Como en otras ocasiones, reitero, el orden en que aparecen nombradas no implica que me gusten más o menos unas que otras. De alguna forma había que ordenarlas: 
1.- Seda - Alessandro Baricco 
2.- Música  Yukio Mishima 
3.- El diablo enamorado  Jacques Cazotte 
4.- El amante extremadamente puntilloso  Alberto Manguel 
5.- Matilda  Roald Dahl 
6.- Salamandra  Efrén Rebolledo 
7.- Pregúntale al polvo  John Fante 
8.- La tregua  Mario Benedetti 
9.- La insoportable levedad del ser  Milan Kundera 
10.- El amor en tiempos del cólera  Gabriel García Márquez 
11.- Pedro Páramo - Juan Rulfo 
12.- Orgullo y prejuicio  Jane Austen 
13.- Tokio blues  Haruki Murakami 
14.- Cien años de soledad  Gabriel García Márquez 
15.- la llave  Junichiro Tanizaki 
16.- La senda del perdedor  Charles Bukowski 
17.- El señor de las moscas  William Golding 
18.- Naomi  Junichiro Tanizaki 
19.- Las aventuras de Tom Sawyer  Mark Twain 
20.- El maestro de esgrima  Arturo Pérez Reverte 
21.- Arráncame la vida  Ángeles Mastretta 
22.- La biblia de neón  John Kennedy Toole 
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