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Inicio / Cuenteros Locales / nelsonmore / SE DERRETÍAN POR ÉL (cuento)

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Apenas lo veían se derretían como hielo en la nieve. Las dos se habían enamorado perdidamente de él. Lo único que sabían era su nombre, Andrés. Las dos soñaban con él, que las besara, las abrazara y al fin las poseyera. Las dos lo vieron al mismo tiempo por la calle de la esperanza, eran muy buenas amigas, se podría decir que comían del mismo plato. Habían estudiado juntas la primaria, ya iban a terminar la secundaria y seguían juntas. Eran inseparables, pero este enigmático hombre las vino a dividir.

Poco a poco empezaron a sentir celos, los malditos celos las fue separando, se dejaron de ver, solo se llamaban para insultarse, se amenazaban y negros pensamientos afloraron en sus mentes, ninguna estaba dispuesta a dar un paso al costado para que la otra pudiera quedarse con aquel galán. Quien era ajeno a esa circunstancia pues no sabía ni como se llamaban ese par de admiradoras que se lo disputaban. De haberlo sabido se habría quedado con María porque era un hombre bien creyente, Paola habría perdido por su nombre pues era igual de bella que María, pero Andrés era así, era muy fiel a las etimologías y los significados de los nombres. Sabía el quechua a la perfección y se sentía orgulloso de hablarlo y escribirlo a la perfección.

Los insultos cada día iban en aumento, de la palabra iban a pasar al hecho, ya no podían controlar la situación, estaban dispuestas a pelear por aquel hombre que ignoraba esa traga maluca de ese par de muchachas irreflexivas. Un día hubo una exposición de pintura en el Museo de Arte Moderno, a las dos les gustaba la pintura y las obras de Joan Miró, tanto que pintaban pequeñas replicas de los cuadros de este pintor de talla universal. Las dos llegaron a la exposición bien bellas, las dos habían comprado ropa nueva para aquella ocasión, las dos fueron vestidas de negro y con medias veladas, cada una llevaba una rosa roja en el cabello.

Al poco rato abrieron la exposición, las chicas parecían gemelas, mientras la una observaba la exposición por el sur, la otra observaba la misma exposición por el norte de la sala. Eran más de doscientos cuadros los que estaban en la exposición y había que mirarlos despacio, muchos asistentes tomaban apuntes, otros se hacían tomar fotos al lado del cuadro que más les gustaba. Por esas cosas del destino, Andrés fue a la exposición,vestido de azul, y con sombrero negro, un reloj de bolsillo y un perfume francés.

María lo vio de primera y se le acercó de inmediato, él se sorprendió, pues nunca la había visto antes y trato de esquivarla, no quería que lo vieran acompañado, como si fuese a encontrarse con alguna dama de alta sociedad. María se puso muy triste y se alejó de aquel galán esquivo. Luego lo vio Paola y también s ele acercó pronto, ella fue más lejos, pues fingió tropezarse con él, solo para sentir su perfume y el olor de su piel. Pero Andrés la esquivó también. Paola se sintió poca cosa, la tristeza la invadió de inmediato. En la confusión pensó que era por culpa de María que el galán de sus sueños la rechazaba. Fue y la buscó, tanta era la confusión y la ira de la chica que fue y agredió a la otra, le arañó la cara, la agarró de los cabellos y la halo hacía la pared y luego la escupió. La otra también hizo lo mismo, tuvieron que llamar pronto a seguridad para separarlas y sacarlas del lugar. Las dos estaban iracundas y para colmo de su desgracia se acercó el caballero que las tenía loquitas, el caballero las miró con despreció y luego les dijo:

- Qué les pasa par de burras a los museos no se viene a pelear, sino a ver cuadros.

Las chicas no salían de su asombro y pensar que se habían peleado por un tipo que las trataba de burras. A pesar de eso Paola le dijo que lo amaba, que estaba enamorada de él, que se enamoró desde la primera vez que lo vio por la calle de la esperanza. Hubo un instante de silencio y después el caballero le respondió:.

- Enamorada de mi, qué te pasa sonsa, cállate que yo tengo mi pareja.

Las chicas pensaron que no tardaría en aparecer una bella mujer de alta sociedad, con finas joyas, fina ropa, deliciosos perfumes y buenas maneras.

Y para rematar su desgracia fue apareciendo un moreno musculoso quien abrazo y luego besó a Andrés en la boca. Pero no todo terminó ahí. A las dos chicas las condujeron luego a una estación de policía por hacer escándalo en sitio público y cual no sería su sorpresa que el director de la estación había sido el negro musculoso que en las noches solía vestirse de dama y de día con el uniforme verde de la policía.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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Texto agregado el 16-09-2019, y leído por 251 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
17-09-2019 Cuando un escritor da cuerda suelta a su imaginación, los resultados son inesperados. Gusté leerte, amigazo. Shalom Abunayelma
16-09-2019 Jjajajaa...Tengo un cuento similar, ha de ser terrible si sucede realmente. MujerDiosa
 
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