“Gracias a la vida”, decía una folklorista de mis años mozos, ya lejanos pero muy vivos en mis recuerdos, como así también, gracias a mis consentidos y amables “amigos cuenteros”, por ese apoyo tan grande y sin reservas, además muy sinceros. Hay que desechar a esos críticos pordioseros, sin alma, vacios, que no los recordarán ni sus herederos. Pobres almas que pululan en vida y pronto lo harán en los purgatorios de tiempo. Hoy despotrican contra todos, pero les llegará su turno y eso si será eterno. No voy a agregar que Dios los agarre confesados, porque de pronto son hasta Ateos.
Y estén atentos, como aparecerá diciendo incoherencias para salvarse, no es cierto.
Tal como dice una cuentera que admiro; déjalos pasar, no los escuches, que son almas que gritan y piden piedad desde el infierno.

Y se los repito, se apresurará ser el primero en opinar y tratando de salvar a su pobre y triste pellejo.