Estruendos en las cercanías que agitan corazones.
Cristalinos gritos de frustrada represión ahogados.
Balas que se pierden en el gris de las razones.
Latidos que marcan el ritmo del sueño apresurado.
Balas que se esconden en el rojo de la carne
de un soñador tumbado en el cemento derribado.


Agitación en la oscuridad que envuelve
un susurro alojado, un susurro atrapado.
Desde los desechos humeantes el canto
de caos del nuevo comienzo embriagado.
Entre llamas los ojos de rostros cubiertos
le sonríen burlescos al opresor derrocado.


Rosa que florece con brotes de violencia.
Flor hermosa, con inocente sangre regada
sobre el jardín humeante de negra ceniza.
Jardín cercado por la represiva alambrada.
Revolución que ya llega, re-evolución suplantada.
Re-evolución que se tarda, revolución retardada.


Revolución que en la inocencia se enquista
y que se engendra desde el latir solidario,
aguardando solitaria hasta que ya está lista.
Expresión del resentimiento desencadenado.
Canto inesperado de una noche cualquiera.
Nacimiento prematuro de un hijo no deseado.


Llanto de cansancio forzado por lo liberado.
Espasmo eufórico. Ataque de respiración desbocada.
Traída al mundo con el llanto de sueños cortados,
entre abundantes lágrimas saladas acunada.
Improvisados mártires que mañana serán recordados.
Dorada oportunidad con la vida de víctimas pagada.


Re-evolución por silbidos de balas ahuyentada
desde la imperativa necesidad de ser más justos.
Revolución en llamas de destrucción condenada
a no poder ver al otro mirándose a sí mismo.
Revolución que ya llega, re-evolución suplantada.
Re-evolución que se tarda, revolución retrasada.