Cualquier momento del día o de la noche es bueno para decir basta y poner fin a una etapa de tu vida que hubieras deseado no vivir (Raimunda de Peñafort)
 

        
Regreso a casa después de cenar
con unas compañeras de trabajo.
Aún hay luz en nuestro dormitorio,
él finge leer el periódico deportivo y
pide que me ponga arrodillada en el  centro de la cama.
Cansada de trabajar como limpiadora de colegios, acepto porque es nuestro ritual secreto del amor.   

A la mañana observo en el espejo del baño una mancha color púrpura en la mejilla y otra en la pierna izquierda.
No recuerdo haberme dado algún golpe.

Salgo a comprar el pan y veo una multitud de mujeres  de distintas nacionalidades formando un gran círculo.
Decido averiguar qué sucede.

En el centro del gran redondel hay dibujado un símbolo de  la paz y en él, una bailarina ejecuta su danza;
en un momento dado se
quita  lentamente su vestido verde.
Como una relevación, vi a todas las mujeres desnudas con los mismos hematomas que tengo.
Entonces lo comprendí todo.

Subí apresuradamente a mi casa para hacer la maleta.
Por el camino, aún con los ojos llorosos porque lo quiero.
Pero con el paso firme voy a comisaria.
No sé qué futuro me aguadará  a partir de hoy.
Lo único seguro es volver a ver esta multitud de mujeres el año que viene.
Eso sí, sin manchas en el cuerpo.



Nota: En el 2015, la asociación de mujeres del Raval de Barcelona, organizó un evento. Una bailarina ejecutó una danza, se leyó un manifiesto en contra de la violencia de género y entre los asistentes, soltaron globos morados poniendo fin al acto. La protagonista del poema es ficticia. Lamentablemente, la realidad vuelve a superar la ficción.