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Inicio / Cuenteros Locales / Hipsipila / Si puedes dejar de escribir, hazlo( Kafka)

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La revista ‘Leer’ dedica su número de invierno (ahora es trimestral) a la enseñanza de la escritura. Se cumplen diez años de vida del programa de escritura creativa en español de la Universidad de Iowa, uno de los referentes mundiales en la materia, cuna del tallerismo en Estados Unidos, y era una buena ocasión para explicar el origen de este programa de la mano de su directora, Ana Merino, y de algunos alumnos que han pasado por allí. De paso, la revista realiza una incursión en España, donde he tenido el placer de colaborar con algunos artículos y entrevistas.

Creado en el primer tercio del siglo XX, por el taller (worksohp en inglés) de Iowa han pasado autores de la talla de Flannery O´Connor, Raymod Carver o Michael Chabon. Son legendarias las borracheras que se pillaron Carver y Cheever cuando este último acudió allí a impartir unas clases invitado por el autor de Catedral. Dada la importancia que el español tiene en Estados Unidos, desde hace diez años se puso en marcha en Iowa el programa de enseñanza de escritura en español (Master of Fine Arts, MFA), que dirige la escritora Ana Merino, reciente Premio Nadal de Novela. Merino detalla en un extenso artículo las vicisitudes que la llevaron a desarrollar este programa exitoso del que han salido autores como Elisa Ferrer, Premio Tusquets de Novela. Merino, poeta y dramaturga antes que novelista, cuenta cómo aprendió a perfilar su propia mirada a través de las clases. Desde el inicio y después de varios viajes a México, tuvo claro además que el proyecto de desarrollar el MFA debería contar con un componente de activismo social.

En ese mismo sentido, de activismo social, y ya en España, la escritora Clara Obligado afirma en la entrevista que le hago para la ocasión: “Los talleres, tal y como yo los entiendo, tienen bastante que ver con un origen militante, son origen de un compromiso con lo social”. Fundado en los años ochenta, el Taller de Clara Obligado es uno de los más veteranos del país. Somos pocos profesores (tengo la suerte de ser uno de ellos) y el trato es muy personalizado. “En los últimos años hemos crecido, pero no tenemos una relación comercial, eso lo primero, yo no tengo plusvalía de los profesores, digamos. Trabajamos en conjunto, yo no quiero ser una empresa en el sentido de lo que han hecho otros grupos, que respeto, pero no es mi intento. Soy más platónica, prefiero la mayéutica, prefiero acompañar a los escritores en su proceso más que darles un diploma”.Desde hace años, además, el Taller de Clara Obligado cuenta con esta sección en El Asombrario para tratar de llevar la escritura al máximo posible de lectores.


Obligado recuerda cómo fueron los inicios del Taller, la reacción de algunos escritores que hoy se dedican también a la enseñanza, a pesar de las críticas que vertieron en su momento, y desvela las virtudes que debería tener un buen profesor de escritura. “Una mirada sobre la literatura suficientemente amplia como para dejar que las personas desarrollen su propia poética. Yo no entiendo los talleres como la venta de una poética particular de un profesor. Es más fácil de hacer, pero no estoy de acuerdo. También tiene que tener un espíritu democrático como para permitir que las ideas fluyan sin interferir, sin convertirse en un gurú, que ese es otro de los riesgos, sin posturas autoritarias ni el fondo ni en la forma. Tener además una formación crítica bastante sólida como para responder a los textos de la gente. Con eso podemos empezar”.

Ser escritor, opina Obligado, “no es una virtud sino un defecto”. “Me baso mucho en la frase de Kafka que dice ‘si puedes dejar de escribir, hazlo’. Me parece que hay que tener una cuota de humildad como para ser crítico con uno mismo y una cuota de soberbia como para aguantar los palos que vas a recibir. Es un oficio particularmente duro y que tiene un punto de sagrado, de algo que no debería ser tocado, de libertad. Nos movemos en un terreno difícil en una época difícil, donde la cultura está más bien denostada que apoyada. Ese es el terreno de un escritor”.

Superado ya el casposo debate sobre si se puede enseñar o no a escribir (¿por qué la escritura no y sí la pintura, el cine o la música?), en mi caso particular, cuento en uno de los artículos que cuando me preguntan por mi oficio como profesor suelo responder que más que enseñar a escribir lo que trato de hacer es enseñar a leer. De otra manera, claro. La frase no es mía sino de un autor a quien admiro, Richard Ford. Él mismo –como Raymond Carver y tantos grandes escritores norteamericanos, desde Foster Wallace a Lorrie Moore– se formó en los cursos que desde hace décadas se imparten en las universidades. Y ahora enseña a otros escritores el oficio. Lucia Berlin, autora de Manual para mujeres de la limpieza, siempre mostró su reconocimiento a Ramón J. Sénder, un autor injustamente olvidado en España y de quien fue su alumna en Estados Unidos.

Creo que asistir a un taller es un ejercicio de ambición y de modestia, como la propia escritura. Escribimos lo mejor que sabemos, asumiendo que cualquier texto es mejorable, también el nuestro, en el que hemos puesto toda nuestra alma. Nunca se deja de aprender cuando se escribe. Da igual que hayas publicado decenas de libros y que seas un autor consagrado o te vayan a dar el Nobel. Ya nos advirtió Bolaño que la literatura es una batalla perdida de antemano, pero hay que darla. Y es lo que trato de inculcar en mis clases: a dar esa batalla. Fracasar de nuevo, fracasar mejor, es la enseñanza que nos dejó Beckett.
( Javier Morales Ortiz)




¿ Qué opinan ustedes , cuenteros? ¿ Se puede aprender a escribir en talleres literarios? ¿ Es bendición o maldición escribir? ¿ Quién mejor puede enseñar método de escritura?...
Dejo abierto el debate.

Texto agregado el 01-03-2020, y leído por 145 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
02-03-2020 Partiendo de la base que aquí todos somos aprendices, no viene nada mal la enseñanza a través de talleres que nos brinden herramientas para desarrollar de forma más eficiente este entretenido hobby. No he tenido la suerte de asistir a uno, pero día a día aprendo de los errores y aciertos, tanto propios como ajenos. Siempre estoy dispuesta a recibir sugerencias, también a darlas, es un ejercicio de retroalimentación para mi valioso. Un abrazo y gracias por lo que nos trajiste a la mesa hoy. sheisan
02-03-2020 Escribir es una manera de expresarse como tantas otras. mialmaserena
02-03-2020 Yo opino que se han de combinar dos ingredientes en el arte de escribir: fondo y forma. Son la cara y la cruz de la expresión literaria. Los talleres quizá echan una manita en los aspectos formales, en los rudimentos y formas expresivas. El fondo lo da la vivencia, la experiencia, los recuerdos, la creencia, la reflexión, la cultura...y eso es una amalgama compleja del saber vital y existencial, único e intransferible del individuo. Notario
02-03-2020 Efectivamente, Vicente. El tema de los talleres literarios es muy interesante. Gracias por aportar tu experiencia en los mismos. Choca que no interese el tema en una comunidad que escribe.Si bien es verdad que esa indiferencia se explica viendo los derroteros que últimamente se observan en la página.Una deriva extraña. Notario
02-03-2020 1—No sé ni me atrevo a pontificar, lo que si sé es que siempre agradeceré al mejor taller que asistí en mi vida: siete años de enseñanza básica aprendiendo lo importante de la escritura y lo bello de la lectura además de aprender a aprender, luego cuatro años de enseñanza técnico profesional aprendiendo fórmulas y números y en forma platónica enamorándome de la maestra de Castellano... vicenterreramarquez
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