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Inicio / Cuenteros Locales / Alek_Estrellas / Desvaríos de una madre en luto

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La señora vestida de negro, rodeada de perros, miraba al infinito. El infinito: la calle pedregosa, sin pavimento; las casas sin fachada (sin pintura, sin alma, sin personalidad), de ladrillo pelado. Y ella mira y mira, sin pestañear, porque sabe que mirando encontrará… ¿Qué encontrará? Las ganas de vivir luego de su hijo, su hijo muerto, su único hijo. Él que fue perforado a tiros, vuelto una coladera viva, una coladera mortal, una coladera muerta. Y ella destrozada solo quiere morir. Pero no puede… No puede morir. Mil pájaros cruzan el cielo pintado de azul, un azul diluido en el agua de sus lágrimas. Y los escarabajos la trepan por las piernas, y de ahí sacan el excremento que usan para formar sus bolas hediondas que han de rodar por la eternidad de su vida, su latido, su desaliento de ser insectos. Los perros la rodean porque ella los alimenta; ellos solo han de llorar, y ella, eterna agradecida y sirvienta leal por los grandes honores de su compañía en la soledad de la muerte viva, levanta sus ropajes de luto, sus ropajes negros y pesados por las lágrimas y el dolor, y les ofrece los aros de carne de su estómago: antes gorda y saludable, ahora un esqueleto con carne. Y se va marchitando de recuerdo en recuerdo, de lágrima en lágrima, de suspiro en suspiro porque sabe que ellos, los de arriba, los que viven en su propio cielo a la sombra del gobierno, ellos, los que mataron a su hijo, son los dueños del destino, usurpadores de la historia ajena, a veces historia inocente, a veces historia de ellos, engatusándose con mañas y juegos. Y sabe que ha de morir recordando las flores azules que crecieron en cada uno de los hoyos de bala en el cada ver insepulto de su hijo muerto. Flores que arranco con odio, fuera de sí, lanzándolas al piso cubiertas de sangre, porque “Un cadáver debe ser blanco, no debe tener mancha, debe dar pena, no gusto, no gracia”. Y ya no hace nada más que esperar su hora, la hora final que ha de marcar el eterno final de los desvaríos de una madre en luto.

Texto agregado el 27-03-2020, y leído por 51 visitantes. (0 votos)


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