Hoy mi hijo Daniel cumple 12 años. Un cumpleaños raro dice, dice y acierta. Hemos cambiado la tarta por unos huevos rotos y en la sobremesa hemos revisado con calma las fotos en papel de cuando era más pequeño. Fotos de playa desenfocadas, fotos con su hermano Miguel y sus primos en bodas y bautizos, fotos con chupete, fotos debajo de una mesa, fotos con lágrimas porque el niño no quería foto, pero la foto se hacía, vamos que se hacía, la foto se hacía sí o sí. En fin, nos reíamos un rato.
Y de repente voy yo y como si un ventrílocuo hijo de puta me poseyera digo: hoy han muerto en España casi mil personas, mi compañera Gema tiene a su padre en la UCI con pronóstico incierto y ahora en los EEUU los indigentes duermen en el suelo de parkings vigilados donde sólo falta un cartel que diga “El trabajo os hará libres”.
Un eructo. Intelectual si queréis, pero eructo. Y gordo.
Con el corte de rollo, Daniel me ha dicho: pero papá siempre hablas de lo mismo, eres un pesado, dime la verdad, ¿tú tienes miedo? Y no me ha quedado más remedio que mentir y decirle que no.
Le he mentido porque tiene doce años y porque oyendo a la gente hablar de cuotas de autónomos, del IBEX 35, de economía… pienso que tal vez seamos Gema y yo los únicos bichos raros que tenemos miedo.
La mitad de España está en el hospital, la otra mitad está intentando enterrar a sus padres y la tele hablando de impacto económico. ¿Realy George?
Corleone también utilizaba los entierros para cerrar negocios, pero, mafioso y todo, Don Vito conocía el concepto de respeto.
Respeto a la gente que está sufriendo, respeto a la gente enferma, respeto a la gente que tiene miedo. No es tan difícil, joder. Respeto.
Por el cariño no os preocupéis que ya lo ponemos nosotros.
No tengas miedo Daniel, no tengas miedo Gema. Vuestros papás son los más fuertes del mundo.