Lo cierto es que anoche esperaba una súper luna desbordante de rosas que visitara mi habitación cuarentenera, salir a buscarla en el extenso cielo era peligroso, cada estrella que mi vista rosara era un peligro de contagio, cada partícula de noche que respirara directo a la garganta atragantada era otro riesgo. Confieso que la miré desde una ventana de nocheoriente, corrí lentamente la larga y pesada cortina de mío azul y de suyo blanco y solo la vi más alba que nunca entre el permitido metro por lado y lado de dos jóvenes álamos que no lograron en su compañía transmitirle el esperado tinte rosa, desilusionada voy a la ventana oestenoche la de mi jardín sin pasto como debiese ser el jardín de toda mansión y se resistía, rotacioné y traslacioné ya que ella no lo hacía y sobre mi techo la veo sin nada nuevo ni mágico, vuelvo y caigo dormida sin música intermedia. Asumo ella siguió largo rato sobre el techo de mi habitación porque dormí maravillosamente y más profunda y largamente que hace mucho no hacía. 07/04/20 jdp