Cada que daba un paso más hacia el espejo, me hacía menos visible. Al punto que llegué a dudar de mi existencia, pues cuando llegué a estar frente a frente con el mágico espejo, no había ningún rastro de mi. El espejo seguía ahí, indiferente a mis cambios. Al principio no le presté mucha atención al asunto. Con el paso del tiempo la situación se puso grave porque no me veía ni de lejos ni de cerca. Angustiado ante aquella circunstancia, agarré el martillo y descargué un golpe con toda mi fuerza sobre el espejo, pero me fui al vació. Desde ese día me quedó una gran duda: estoy narrando una terrible pesadilla; el espejo no existe o yo soy un vampiro.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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