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Inicio / Cuenteros Locales / alejandroeder / La Invisibilidad que hoy nos estremece

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¿Conoces realmente el corazón de tu padre, de tu hermano o de tu hijo? Desnudos llegamos desde el vientre de nuestra madre, llegamos a un lugar desconocido que nos acoge, donde lo único cierto se encuentra al final del camino.

El vagabundo inicia su viaje inmerso en el tronar de la muchedumbre, en el tránsito incesante de las vanidades que con el tiempo lo mimetizan frente al resto, hasta que un ser invisible y a veces mortal, invisible a sus ojos, sacude su cuerpo temeroso y sumido en su trinchera lo torna reflexivo.

La invisibilidad de ese ser que lo cubre con su velo para apreciar el lado bueno de las pequeñas y grandes cosas, aquellas simples cosas como el valor de un abrazo, el valor de un te quiero, el valor de un beso, la capacidad de apreciar y de respetar al resto.
La capacidad de aceptar que puede equivocarse y de pedir perdón y perdonar. Son aquellas pequeñas cosas que alimentan su espíritu, del valorar a las personas que antes frente a sus ojos se invisibilizaban.

¿Era necesario sacudir sus paradigmas? La invisibilidad se ha hecho visible, nos hizo repensar el sentido de las cosas que se habían hundido en el rugir de una sociedad tergivinosa, individualista y competitiva.
¿Teníamos la necesidad imperiosa de ser los dueños de la tierra, de competir afanosamente por ella?

En el camino algo fuimos olvidando; el sentido verdadero, la importancia de las cosas más sencillas, aquellas que alimentan el alma.
¿Dónde quedó el estrepitoso sonido de las calles, el bramido furioso de las bocinas de los autos azotando nuestras mentes?
¿Dónde quedaron olvidadas las sombras de las palabras que proyectaban nuestras emociones? Poco a poco nos fuimos transformando en seres de hielo, fríos y vacíos.
Invisibilizamos tantas cosas, que quizás esa invisibilidad que hoy nos ataca nos sacuda y quiebre esa rutina para vencer la rutina del ego.

Y hoy, en este deambular de nuestras emociones, darnos el tiempo para levantar el teléfono y llamar a los que más queremos, a los que distantes necesitan de una sonrisa o les basta tan solo una palabra. El abrazar a nuestra esposa, esposa o pareja, descubrir en el diálogo el rostro de sus sueños. Y a nuestros hijos darles el tiempo necesario para viajar con ellos a sus mundos que desconocemos, abrazarlos con fuerza para acercarnos a su corazón, porque a raudales el tiempo dedicado al corazón se fue escapando de nuestras manos hacia un vacío ausente de palabras.

Reconstruyamos lo perdido, que detrás de toda esta invisibilidad algo bueno se avecina.

Texto agregado el 16-04-2020, y leído por 107 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-04-2020 La humanidad no daba más, era necesario frenar y a través de este tiempo silencioso, darse cuenta de tantas cosas y reencontrarse consigo misma. MujerDiosa
 
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