UN SUEÑO MÁGICO.



No sé cómo pero de repente me encontré volando. Surcaba el cielo, azul intenso, coronado por infinidad de estrellas que parecían alumbrar mi camino a través de las montañas.


Mi blanca camisola blanca flotaba con el viento, sentía el fresco y perfumado aire en mi cara…estaba volando. Atravesaba abruptas montañas cuyos picos estaban nevados, podía pasar por sus escarpadas paredes sin temor a herirme y sin ningún tipo de miedo. Tampoco sentía frío, ni calor, ni temor a lo desconocido, solo sentía paz y harmonía entre el cielo y yo.



¿Qué me impulsaba a volar? ¿ Qué mágico encanto permitía que un mortal como yo tuviese semejantes poderes? Parecía ser presa de un encanto de brujería.


Nunca llegaré a saberlo. Sólo sé que a voluntad de mi mente podía moverme como el águila que cruza los valles en busca de su presa, como el halcón que puede ver a través de la noche, como la lechuza que gira su cabeza transgrediendo las leyes de lo imposible.



Me veía a mí misma volando y surcando verdes valles con el sólo propósito de verlo todo, y dejando que mi mente fuese el guía que dirige y rige mi vida.



Nunca más he vuelto a experimentar una sensación tan mágica como esta.
La libertad de cuerpo y alma, el vagar sin necesidad de tener un destino fijo, el poder experimentar una sensación tan apasionante como el planeo de un pájaro, algo que el hombre nunca podrá hacer por sus propios medios, sino solo con la ayuda de la tecnología.

Pero yo lo he logrado, sólo en sueños, pero lo he hecho.
Y ha sido un sueño maravilloso.

ROSER CAMPÀS