No hay más que el presente, y en él tres
tiempos, memoria presente de lo pasado,
intuición presente del pasado, la espera
presente de lo futuro y la intuición presente
del presente. (Aristóteles)

Si solo existe el pasado que se repite,
siempre con una esperanza nueva,
tripartito deseo para nuestro presentismo:

Yo quisiera mirar atrás para ver mi futuro,
dar un paso atrás para seguir avanzando
porque el presente ya no me (re)presenta.

No quiero destino que condena la memoria,
reorganiza la actualidad en un juego sucio
que altera la realidad a su gusto y necesidad.

Quiero y quiero saber qué paso debo dar,
sí seguir y no retroceder es algo antagónico
y dejarme llevar va en contra de mi ser.

Quiero crear y creer en mis propios mitos,
convencerme que puedo abstraer la sinrazón,
exorcizar todos mis miedos y aun vencer.

Quisiera, eso sí, quisiera, porque querer
ya es un paso que me encoraja, alienta
y me lleva de la mano a mi propia solución.

Quiero que mi querer se sincere conmigo,
abandone causas perdidas ya ganadas
y me diga si hay esperanza tras la imaginación.

Quiero retar al progreso, ese venturoso devenir,
por su falsa consciencia, celebrada imprudencia,
su subjetiva objetividad, su falacioso avance.

Y quiero oír de mis propios labios la verdad,
sin la acomodada razón que me tranquiliza,
libre de las imposiciones ajenas que me cercan.

No quiero la historia oficial y su dogmática certeza,
ni la falsa promesa de una verdad revelada
que ha de trazarnos el camino a seguir

No quiero más las dúbias esperanzas
que se pierde calculadamente en el tiempo
para darle mayor ventaja a la mentira.

No quiero vivir un presente que no existe,
quiero un cabal presente continuo
que dialogue a tres tiempos sin profecías,
sin lúgubres y heredados legados.

Quiero vivir la suma de todos los tiempos,
un aquí y ahora sin previo proyecto,
la inconsecuencia de mi propia razón
y el deseo de un tiempo sin fin.