Viernes, diez menos cinco de la noche…
La famosa, prestigiosa y solicitada diseñadora de modas, Ana Pérez, conocida en el mundo de la moda con el afrancesado nombre de Madame Tigana, se encontraba sola en su famosa boutique. Las empleadas ya se habían ido. La entrada y la vidriera que daban a la calle ya estaban cerradas, se preparaba para salir por la puerta trasera, y cerrar el negocio, por aquella jornada. Pensaba ir a comer con unas amistades, como lo hacía todos los viernes por la noche, esta vez, algo más tarde de lo habitual.
En ese momento, alguien golpeó la puerta. Madame Tigana se acercó a la puerta y preguntó quien era.
- Carlos – fue la respuesta.
- ¿Carlos? – dijo la diseñadora de moda, encontrando familiar aquella voz, y abrió la puerta.
Al hacerlo, ante ella, se encontró con un hombre muy alto, de enormes pies, muy patón, vestido totalmente de negro, con guantes y un pasamontañas que le cubría la cara, levantando un cuchillo y atacándola casi en forma inmediata.
- ¡Carlos! ¡Carlos! ¡No me asesines! ¡Carlos! ¡Noooooo! – fue el desesperado grito de la mujer, que intentó oponer alguna resistencia, pero el asesino pudo más, y le asestó sesenta y siete cuchilladas, una tras otra, con tajos y heridas en todo el cuerpo.
El cadáver de la modista yacía en el piso, cuando el asesino, sacó un enorme Queso de un bolso, un Queso Emmenthal, esos con agujeros grandes y voluminosos, y lo tiró sobre el cadáver de la mujer.
- Queso – dijo el asesino, tras tirar el Queso, y alejarse de la escena del crimen.
La conmoción, al día siguiente, ante el descubrimiento del cadáver fue total, dado que Madame Tigana era una figura muy conocida y prestigiosa. Tres testigos, que no tuvieron contacto entre sí, una vecina, el portero y un ciruja que pasaba por ahí, coincidieron en su relato, afirmando que la víctima gritó “¡Carlos! ¡Carlos! ¡No me asesines! ¡Carlos! ¡Noooooo!” y que un hombre alto y patón, vestido totalmente de negro, abandonó furtivamente la escena del crimen.
- Estamos ante un caso muy fácil, es cuestión de ver quien se llama Carlos en el círculo íntimo de esta mujer, y sí es alto y patón, no hay dudas, es el asesino – dijo el Inspector Pufrock, veterano de la policía, próximo a jubilarse, aunque muchos lo consideraban un idiota, siempre resolvía los casos por pura suerte, dado que era muy torpe, además de borracho – en cuanto al Queso, bueno, hay leyendas que hablan de los Asesinos Quesones.
- Es que ese es el problema, Inspector Pufrock – dijo su asistente, el inteligente Gonzalo Lafinur – todos se llaman Carlos en el círculo íntimo de esta mujer.
- ¿Cómo es eso? Explíqueme Gonzalo.
- Tuvo tres maridos de los que se divorció, todos Carlos, altos y patones, Carlos Gonella, Carlos Kramer y Carlos Calvo, los novios de sus hijas, Carlos Reich, Carlos Eisler, Carlos Elder, cinco deportistas, todos amantes de esta mujer, los basquetbolistas Carlos Delfino y Carlos Sandes, los futbolistas Carlos Bossio y Carlos Izquierdoz, el rugbier Carlos Ignacio Fernández Lobbe, su chofer, Carlos Costa, su mayordomo, Carlos Beneitez, el que menos calza, calza 46, cualquiera de estos pudo ser el asesino, todos tenían motivos para hacerlo, y hasta hay un cliente gay, Carlos Melia, y algunos amantes, Carlos Machado, un modelo, y Carlos Ficicchia, un baterista, el de Soda Stereo, Charly Alberti.
- ¡Qué historial! – exclamó el Inspector Pufrock- ¡Mas historial que el Real Madrid en las Champions League o que Brasil en los Mundiales! ¿Quién es el asesino?
Y esa es la pregunta, cual de todos esos Carlos, puede ser el asesino. ¿Quién es el asesino? Tenemos una certeza, el asesino se llama Carlos, pero ¿Quién es el asesino?