SOMOS (con S... de Simionatto)

Somos semejantes. Sí, semejantes a los simios, a los saurios... Como sapos a la siesta, saltamontes socarrones, salamandras sibilantes, sigilosas sangujuelas.
Semejantes, señor, saqueadores de la sabia de los sauces, sembradores de las sombras, sicóticos secuaces silenciosos, socios somnolientos de secretos sospechosos.
Somos sordos, sádicos. Sagaces y sutiles.
Somos seres sin sentido, sin sonido, sosos, secos, serios, saturninos. Selenitas semivivos.
Y en seguida, por supuesto, somos siempre semejantes a los sabios, sólo seso, seductores, salvadores de los siglos y los sueños, con la sangre saturada de santuarios, como sirios, solícitos soldados a los saltos por un sitial seguro en el sepulcro de los santos, solidarios y solventes. (Somos sólo sabuesos sometidos.)
Sensuales como saxos, con el sexo en sinfónica sentencia sensitiva.
Sensatos y serviles si la suerte da salarios saludables.
Señeros en el sol. Somos seres selectivos, pero simples. Sensibles y serenos.
Somos sólo subversivos de subasta, sitiados en el sur, soñadores de septiembres, semana tras semana seguimos, solitarios, separando los silencios del sonidos; sábado tras sábado suspirando por un signo, una señal, un sismo que sacuda nuestras sienes.
Somos sedientos sementales, sátiros sosegados sostenidos por soportes secundarios, simpáticos suicidas de sonrisa singular, sinvergüenzas soportables, siluetas en la sombra, sarcásticas sierpes sigilosas. Salomónicos, sonámbulos en serie, suficientes y seniles...
Sintetizo, somos siempre, para siempre, sin sospechas solapadas, sin seseos, sin sinónimos, sin saliva, sin sostén y sin sanata, su seguro servidor.

(¡S.O.S.! Suscribe un Simionatto) A su servicio, señor.