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Aquel chaval necesitado de dinero como todos lo estamos necesitando ¡Carajo! Aventó la pala sobre el montón de estiércol y se dispuso a llenar la bolsa de ixtle de media tonelada para ganar cien lucas.
- ¡Es mucho peso chaval!
- Yo sé como le acomodo
- Estarás mal de la cabeza- repetía Emeriades viendo como el muchacho insistía en cargar sobre las llantas plásticas de un carro de juguete 500 kilos de mierda.
Emeriades ya tuvo no mucho tiempo atrás problemas con la vecindad por los olores que salían del terreno que ahora, después de tanta queja pretendía limpiar.
-Muchacho por el amor de Dios ¡Vete ya!
- Ya merito es que le quiero dejar bien limpito pa' que no contrate a otro mire que yo solito le vo a limpiar este lugar, ahora cien, mañana otros cien si barato le vo a cobrar
- Necesito que te largues tengo un compromiso y llego tarde a mi cita
El muchacho tenía 3 horas tratando de subir el costal al carro, pero ni con palanca ni buena fe subía, así que tuvo que intentar ayudarle para que se fuera porque llegaba tarde a la cita.
Le agarraban de un lado, del otro... ¡Cuánto pesa esta mierda! Grito Emeriades ¡Voy por la novia y pones el atasco en el patio?
Siguieron trabajando, pero se desparramaba cada vez más, hasta quedar los dos batidos completo y el costal, allí... atravesado.
Mira chaval, dijo Emeriades al ver que salía todo mal - Ten los cien pesos pero lárgate pronto, deja todo así ya veré yo mañana como lo hago.
_¿Pos cómo cree? ¡NO señor! ¡Yo me lo llevo! Y sacando fuerzas endemoniadas hace palanca, mete el pie, levanta pierna y ¡Zas! Cae el costal en el carro.
_¡Puf! Respira profundo Emeriades ¡Qué bruto! ¡A ver si duermes a la noche! ¡Ya! ¡Vete!
El muchacho agarra sus cien pesos y como si fuera el chavo del ocho pasea el pie de un lado a otro para luego darle al jalón. A unos pasos de la casa de Emeriades justo enfrente con el vecino remolón ¡Cae la mierda! Se rompe el carro y corre el chamaco pero si juido corre quien sabe a donde dejando todo eso allí atravesado a medio carril.
¡No! ¡Nooooo! Se jala los bigotes y golpea el piso con el pie. Dicho y hecho, por la noche no pudo dormir y lo único que le calmaba un poco el dolor era imaginar a quel chamaco sufriendo como él ya que al golpear el piso se hinchó tanto la pierna como una pelota de fútbol americano ¡Ya nomás le faltaba poner un huevo!- pensó - Fue cuando recordó que tenía una cita, pero eso ya no importaba, lo que en realidad le preocupaba era cómo habría de meter el auto su indignado vecino.
RH

Texto agregado el 06-08-2020, y leído por 90 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
07-08-2020 He visto tu relato, como en una pantalla del cine, imagen por imágen. Me gusta la forma en que das estructura a tus personajes, sobretodo en el ámbito del comportamiento, por ejemplo el trabajo duro que por duro que sea no se deja en la mitad. Un placer leerte, querida. gsap
 
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