"¿Tomo la fotografía del tipo que acaba de robarme mi reloj?'", le dijo Estay con cierta preocupación a un señor que estaba junto a él, en el momento en que le arrebataban el adminiculo y aquel tomaba imágenes del entorno.
El hombre, que había captado la escena, le indicó que no debía preocuparse, pues todo estaba registrado.
"Es probable", le comentó, "que aquello que le sucediera esté respaldado en mi equipo y lo vamos a ver inmediatamente. Pero deje que le diga que lo mismo puede preguntarle a un sinnúmero de personas, pero ninguna imagen más clara obtendrá que de las cámaras de vigilancia que existen en toda la ciudad, en cada cuadra y calle".
"El hombre no escapara", prosiguió, "y sin lugar a dudas el reloj que lleva en sus manos no llegará lejos pues pronto y mucho más de lo que usted piensa cambiará de manos, porque la esencia de un objeto no es pasar mucho tiempo en las manos de alguien. Mas vale que se vaya acostumbrando. Yo mismo la primera vez que perdí mi automóvil, me incomodé, pero luego me di cuenta que si tomaba otro de otra persona no pasaría nada y así fue. He estado con este que usted ve acá desde hace
diez años y como lo tomé de mala manera espero que en cualquiera momento me sea arrebatado. Esto no ha impedido que con mi familia saliéramos de vacaciones y los niños dijeran en tono de bromas que no llegaríamos muy lejos en un auto robado. Pero aunque no lo crea este es el mismo vehículo que un día lo tomé prestado de un despistado que lo dejó con la llave puesta y la puerta abierta. Imagino que lo hizo para que alguien
se lo llevara. Vaya a saber como lo obtuvo y quizás esperaba que se lo llevaran y para facilitar las cosas lo abandonó. Esto es algo más usual de lo que usted puede imaginar y si lo piensa bien nada es de nadie y el aferrarse a las cosas es objeto de ansiedad. Usted mismo me pide que le entregue una imagen del facineroso que huyó con su preciado utensilio. Pero por lo que pude ver hubo una entrega algo forzada tal vez, pero usted cooperó con el hecho. Y pienso que ese objeto del que tanto se lamenta, nunca fue enteramente de usted. Puedo pensar que usted mismo no se sintiera del todo "digno" de ser dueño de esa preciada joya.
En fin, váyase a su casa si es que tiene una y sino busque una donde pasar la noche. Ayer, yo tenía un piso del que me consideraba dueño y de repente llegó una familia a hacer uso de ella por un tiempo, junto con
funcionarios del ayuntamiento pidiendo que la abandonara. Ellos me aseguraron que podría obtener una muy rápido y así fue. Aproveché que un señor de cierta edad había salido para pasar el día con sus hijos para tomarla. Ahora deben estar pensando esos hijos quien se hará cargo del anciano. Pero ese ya no es mi problema.