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Vivir en un mundo propio


Mi madre, hija de inmigrantes rusos, quedó huérfana de padre tan solo con cuatro años y cinco hermanos mayores, pero con una madre aguerrida y enérgica que, arrendando un campo, sacó adelante a toda su familia. La infancia fue digna pero marcada por la pobreza, mi mamá, ávida de conocimientos, transitaba sus días absorbiendo todo lo que se le presentara. Su ilusión era estudiar pero solo pudo concretarlo hasta cuarto grado. En cambio cumplió su otro sueño, el de tantas en aquellos años: casarse y tener hijos.
Mi padre, muy trabajador y alentado siempre por darle lo mejor a su familia nos dio a todos una muy buena vida, eso le permitió a mi mamá, no estudiar, pero sí dedicar todo su tiempo libre a leer y a escuchar música clásica.
Fue una mujer Inteligente, culta, vivaz y con un gran corazón.
Ya mayor y viuda, comenzamos a observarle inquietantes conductas. La que finalmente causó más alarma, y creo que es cuando comenzamos a unir las pistas previas y asociar todo finalmente con la tremenda y angustiante palabra: Alzheimer, fue el día en que ella salió, como de costumbre quizás a dar una vuelta o a hacer alguna compra (vivía sola) y se perdió, no supo dónde vivía ni cómo volver ni adónde volver. Dando vueltas la vio el portero del edificio y la ayudó.
Luego de ese episodio, ella, que todavía podía tener largos períodos de lucidez y aparente salud mental, recordaba lo que le había pasado e inclusive trataba de explicarlo con algún tipo de razonamiento, (seguro estaba cansada, o hacía mucho calor, o tomé una calle que no era la habitual, etc.)
Pero mi hermana y yo, ambas psicólogas, después solo pudimos llorar y empezar a armar la estrategia futura pues ella ya no podría vivir sola ni mucho menos salir sin compañía.
Así comenzamos a observar el doloroso deterioro que se fue dando.
Nuestra situación permitió que todos los años de su enfermedad, que fueron muchos, (mi familia es de mujeres muy longevas) encontráramos dos excelentes personas que la acompañaban permanentemente, en dos turnos.
¡Qué enfermedad tan misteriosa! O mejor dicho: ¡cuán misteriosa es la mente humana!
¿Cómo ella, ya totalmente hundida en los brazos del llamado “alemán” seguía conservando intactos aspectos de su personalidad? Siguió siendo suave y dulce en el trato, amable, cariñosa. Y además un estado permanente como de calma espiritual que, los que tenemos la mente funcionando “a full” parece que nunca podemos lograr. Ella, con el paso del tiempo, fue perdiendo cada vez más contacto con lo que la rodeaba, no así con su casa que obviamente era ya su mundo completo, pero cuando yo la visitaba y, dolida, trataba de que me reconociera, su respuesta era: “yo no tengo hijas”, eso no implicaba que no me recibiera contenta, que no me tratara con afecto y que nuevamente me dejara solo interrogantes ¿cómo puede demostrarme afecto si no me reconoce, si no sabe quién soy ni por qué la visito? Los médicos seguramente podrán explicármelo desde la neurología, pero ¿alguno podrá explicarme este diálogo que tuve con ella?
—Mamí, soy Mechita tu hija
—yo no tengo hijas
—sí, mami, yo, Mechita soy tu hija
—no tengo hijas, pero no te preocupes Mechita porque yo te quiero igual.
Entonces pensé, el amor de mi madre fue y sigue siendo incondicional, ni siquiera importa que me reconozca, que me recuerde o no, una cosa es la memoria y otra los afectos, nunca, ni con Alzheimer ella ha perdido el amor por sus seres queridos.
¿Pueden los médicos explicar esto? Quizás no, pero que siempre lo tengan en cuenta, detrás de cada enfermo hay un ser humano que siente.
¡Gracias! Edith
21 noviembre 2018

Texto agregado el 29-09-2020, y leído por 89 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
29-09-2020 Gracias por compartir. Abunayelma
29-09-2020 Qué relato tan conmovedor! Recordé, en parte, la historia de mi familia y la de otras conocidas. Cuando se llega a esas instancias, solo nos queda la comprensión y el amor y nos consuela el haber hecho lo posible por acompañar a la persona enferma, que aún en su mundo, puede disfrutar de la vida, al sentirse acompañada y cuidada. Un abrazo. Clorinda
29-09-2020 Conmovedor relato muy bien escrito. Yo siempre he querido conocer a estas heroínas ***** jagomez
29-09-2020 Ingresé al leerte ya que estaba por salir, pero toca hondo tu relato. Creo que el amor no tiene explicación y desde luego quiero creer que los médicos saben eso aunque muchas veces pareciera que lo olvidan. Te abrazo bien fuerte. MujerDiosa
29-09-2020 Si. El amor es así. Mialmaserena
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