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De vez en cuando, suelo caminar por la ciudad. Como siempre lo he hecho, odiando el tumulto, los ruidos estridentes, los hombros que te llevan por delante, las veredas rotas, los semáforos eternos. Ha habido momentos en que me he sentido como un autómata. Destino fijo, paradas obligadas, retorno brusco. Y siempre acompañado del silencio interior. Sólo los estímulos externos me señalaban que seguía vivo. Mis respuestas motoras lo certificaban. Sí, estaba vivo. La sangre circulaba con regularidad, mis piernas lo atestiguaban con cada paso. Los ojos y los oídos se tomaban el trabajo de avisarme sobre la continuidad de la vida. Que el silencio interior se ocupaba de refutar con sólo ser. A veces una frase surgía impensada, determinada por algún contratiempo y él se retiraba, casi molesto. Pero en seguida yo regresaba a ese punto muerto donde las cosas no ocurren, donde nunca ocurría nada, donde el vacío imperaba como compañero de una helada realidad, inevitable, omnipresente.

Hoy vuelvo a caminar por la ciudad. Con todos los ruidos en derredor, esquivando gente, autos, veredas rotas. Pero hablo contigo, te comento lo que veo, lo que oigo, lo que siento. Y las frases fluyen y parten, como transportadas por comunicación telepática (o qué se yo...). Son constantes, tienen vida propia, incontenible vida propia... Juro que ni yo me lo entiendo.

Entro en una librería y te muestro títulos y autores; te pregunto tu opinión, si lo has leído, si te gustó, si querrías alguno como regalo... Compro bombones de menta, y en mi boca los saboreo contigo...En una casa de música escuchamos el Kol Nidrei de Bruch, y una versión increíble de las “variaciones serias” de Mendelssohn. Muy caro, enfatizo, y te enojas cuando los vuelvo a la estantería. Basta, no seas caprichosa, digo ya en voz alta. Alguien me mira raro, de costado. Me encojo de hombros y sigo viaje. Te muestro el cambio de una parte nuestra tradicional calle Corrientes, que alguno ha dado en llamar "latinoamericanización", aunque le quedan algunos reductos interesantes. Te invito a tomar algo en un bar enchapado en madera oscura, con luces con arañas y caireles. Cuando le pido dos cafés al mozo, mira la otra silla, se vuelve y me contempla como diciendo: “Se le va a enfriar el otro, ¿no quiere esperar?” Niego con la cabeza, sonrío sintiendo la marca de la estupidez en la cara e insisto. Te comento que allí se juntaban los pioneros del tango. No, no sé bailarlo bien, sólo sé dar los pasos necesarios... Bueno, la próxima vez te llevaré a algún sitio a escuchar música ciudadana.

Salimos. Te tomo la mano y evito que tropieces en el laberinto que dejan libre. Te hablo de algún proyecto inmediato. Respondes casi monotemática. Sí, ya sé. Yo también lo quiero, pero aquí no se puede. Te miro el perfil cuando tu pelo se desliza hacia adelante por el encuentro de tu zapato con una baldosa floja. Te vuelves y sonríes aceptando la presión entre tus dedos. Y seguimos hablando, sabiendo que todas y cada una de esas palabras son tan únicas, como la sensación que nos posee.

Vuelvo a mi casa en el auto, y mientras continuamos con nuestro curioso diálogo, súbitamente me doy cuenta de que el silencio, aquél silencio interior, ya no existe ni puede regresar. En la puerta hay un cartel de “ocupado”, y ya mis adentros tienen tu voz y mi voz; en síntesis, esa voz que con extraña percepción he reconocido como auténticamente propia

Texto agregado el 03-10-2004, y leído por 334 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
28-06-2005 uno se siente como uno más... y no como uno menos al leer el texto. ***** Aniuxa
10-10-2004 Me encantó, muchas gracias por compartirlo con nosotros...Hasta un par de lágrimas acompañaron mi lectura. Acuarela
05-10-2004 Cuando se habla como yo a una silla y ella no está entonces sí que estamos solos" ( de una canción francesa) Muy buen texto , te admiro la capacidad. NINIVE
03-10-2004 Es un texto precioso, se ve al personaje deambular con la inercia de la cotidianeidad al principio y, luego, con esa clase de compañía que solemos tener los solos, con el bagaje eterno de los taciturnos. Excelente trabajo. Un beso enorme. MCavalieri
 
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