Matar o morir.

Matar o morir podría ser perfectamente el título de una película o de un libro, pero no, ese era el lema de mi barrio.
Barrio sur, con sus calles angostitas, sus balcones floridos y sus tambores, ese era mi barrio al que por una suerte del destino pude dejar hace más de veinte años y al que hoy vuelvo a recorrer con nostalgia.
Congoja al recordar a mis antiguos amigos, El Pato Donald, llamado así por su extraña manera de hablar, El Cotorra, el que más hablaba del grupo, El loco Mauricio, el que con sus locuras más de una vez nos hacía enfrentar a la policía y tantos otros que quisiera recordar pero se han borrado de mi mente.
Recorro el barrio pasando por la estatua de El Mago, Carlos Gardel y los vuelvo a ver, sólo que ahora son más chicos cada vez, veo a mis amigos reflejados en los pibes del lugar, me entristece verlos, drogados, armados, malvivientes y tan niños!!! Nosotros éramos así pero creo que ahora son más chicos, los veo a algunos tirados en la vereda sin que sus madres se ocupen de ellos y pienso que quizá ese hubiera sido mi destino si mi madre no me hubiera abierto los ojos mostrándome lo que me esperaba sin estudio y sin autoestima de la cual carecían mis amigos.
Aún recuerdo la belleza de Lorena, mi primer amor siendo aún un purrete que no tenía idea de la vida. Se había fijado en mí y eso era la envidia de los demás muchachos pero ella tenía personalidad y solía decir que algún día nos íbamos a casar pero alguien se me adelantó y la convirtió en madre con tan sólo quince años y ese fue el final de aquél primer amor, ella se fue a vivir con un hombre mayor y luego vinieron los tres hijos restantes mientras que yo me iba a vivir al interior con mi madre, solos los dos ya que a mi padre no lo conocí y gracias a la familia de ella que nos aceptó con ellos, pude seguir mis estudios y recibirme, casarme y tener hijos.
Sigo recorriendo el barrio y recordando a los muchachos, a los partidos de fútbol y hasta las guitarreadas que solíamos hacer con los que tenían la suerte de saber tocar ese maravilloso instrumento.
Viene a mi mente el día que nos fuimos, ese último día cuando los muchachos creían que quizá ellos también algún día se irían… pero la vida no les permitió el cambio, las drogas y las armas, la falta de cariño y de enseñanza no se los permitió y fui enterándome de la partida de cada uno de ellos pero hacia el lugar de donde no se regresa, algunos hasta tuvieron más suerte y están encarcelados pero ninguno pudo escapar a su cruel destino.
Hoy muy a mi pesar debo volver a recorrer esas hermosas callecitas donde los tambores repiqueteaban y donde el carnaval de dos noches parecía que nunca se iba a terminar y que Las Llamadas era lo mejor que nos podía pasar. Sin pensar que al fin de las mismas todo volvería a ser como antes.
Me voy acercando a mi destino, muy cerca de donde estoy, al cementerio, allí van a enterrar los restos de mi antiguo amor, Lorena, el padre de sus hijos confesó que la mató delante de ellos, estaba tan drogado que no sabía lo que hacía y había sido encarcelado, mientras alrededor del ataúd, los hijos lloraban a su madre y no pude reprimir una lágrima de dolor ante esta cruel realidad pensando que ellos también quizá…..
Omenia. 31/10/2020
Para los que no saben, Llamadas es el carnaval donde por esa calle desfilan las comparsas, los tambores y se despliega toda la alegría del carnaval Montevideano.=