Me mandan una foto tuya. Y no, no sos ya. La borro. No acepto. Me niego. Quiero la foto tuya con jeans y una remera vieja, en mi comunión, peleando con mi madre que te mandaba a vestir bien. Te quiero temible y peleador, las cejas hirsutas, los ojos de diablo, vociferando por injusticias. Te quiero con las manos enormes, oscuras, lastimadas de podar los mamones o bajar nueces.
Y sé que vos romperías todas las imágenes en que salgas así, vencido. Con el odio y el terror que le tuviste siempre a la vejez.
Muero por llamarte y te imagino buscando en Internet con la cara pegada a la pantalla y los lentes al revés, buscando la cura para los males que te toman el cuerpo. Te sé diciendo, para qué ya. Y me clavo las uñas en las palmas para no marcar tu número y decirte Qué puedo hacer por vos viejo.
Y me tapo los oídos sabiendo lo que me responderías.