Fue a desenterrar el muerto a las doce de la noche; no podía ir antes ni después. Le dio quinientos mil pesos al panteonero para que le permitiera hacerlo. Este le ayudó pues era experto enterrando cadáveres y desenterrando huesos. Como el muerto era reciente la tierra aun estaba floja. Entre los dos lograron sacar toda la tierra de la fosa. menos mal que era ancha; eso les permitió bajar al fondo y abrir el ataúd. Amarraron una soga a un árbol que había cerquita del muerto, la soga llegaba al fondo de la fosa.
El muerto era como todos los muertos; no tenía nada especial. Lo habían sepultado con su mejor traje y con un anillo de oro muy costoso. Maximiliano le quitó pronto el anillo y lo guardo en el bolsillo de su chaqueta. Con Hipólito desnudó el cadáver de su hermano. Sacó una bolsa plástica y ahí guardó el traje. Enseguida le dijo al panteonero lo siguiente:
-por favor, no vayas a decirle a nadie que hemos cometido esta profanación, si lo haces serás hombre muerto.
Hipólito le contesto de inmediato:
-Esto no lo va a saber nadie, ni usted.
Sacó un cuchillo del cinto y apuñaló sin compasión a Maximiliano. Luego subió a la superficie agarrado de la cuerda. Antes le quito el anillo y luego rellenó la fosa con la misma tierra que antes habían sacado. Un perro ladró como nunca antes había ladrado y Maximiliano despertó de esa pesadilla.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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