Vértice en semi luz
con paisajes respirando,
recibe el murmullo de la calle
como un regalo,
El brillo de la madera
refleja días de alegres misterios,
cuando se estaban sembrando
las semillas de los versos.
Entonces el sol era el mismo
que creaba sombras
en las que había dormidos silencios
en medio del ruido colectivo.
De esas sombras salían
entes parecidos a la realidad,
como universos con aromas
impregnados en el espacio.
La idea de escribir entonces no existía
existía, simple, el descubrir el tiempo
hecho de nada, existían los arenales
en los que fantasmas por nacer
medían la tierra.
Y los ojos regresan a ver
los destellos del día que no existe
horizontes de liviana transparencia
en medio unos ríos de sangre
iluminados por el sol,
son la entrada
al rojo valle de la libertad.