Tres hombres avanzaban en una caravana hacia el desierto, donde habría una cita de personas religiosas para ofrecer a Dios sus posesiones.
Uno era muy rico y llevaba tesoros de oro y plata. El otro era carpintero y viajaba en carrozas hechas por él mismo y el tercero era un poeta que solo llevaba en sus bolsillos pergaminos con poemas para el Señor.
El hombre rico y el carpintero se burlaban del poeta, al ver lo poco que podía ofrecer. Sin embargo el poeta solo se mantenía en silencio, esperando poder leer sus poemas a Dios.
Una noche se apareció un ángel del señor a los tres hombres con un mensaje; tendrían que construir una cruz con lo que cada uno llevaba, y cargarla hasta el lugar, para ofrecerlas el día del encuentro.
El rico fundió todas sus riquezas, haciendo una cruz pesada de cargar. El carpintero construyó una cruz de maderas demasiada larga y pesada. El poeta dobló sus pergaminos colocándolos en cruz, amarrados solo por un cordel.
A la mañana siguiente al partir la caravana los tres hombres cargaron cada uno su cruz y partieron junto a la caravana. Al cabo de unas horas el carpintero se fue quedando detrás de la diligencia, cansado y exhausto. Hasta que desapareció en las dunas. El rico avanzaba con respiración agitada, hasta que al no poder mas se derrumbó quedándose al cuidado de sus posesiones, olvidado por los guías de la caravana.
Solo el poeta pudo llegar a su encuentro de aquella cita de ofrecimiento a Dios.

Amigo poeta, solo tus versos llegaran tan lejos como tú quieras.